Este Athletic está acuciado. Un solo gol, de pena máxima, en las cinco derrotas de este curso. En Pucela, dos remates entre los tres palos.
Y no lo olvidemos, enfrente, el peor equipo de Primera. El grupo de
Sergio
no conocía el triunfo en sus ocho encuentros previos. Y lo peor no son los números, son las sensaciones que ofrece el grupo, vulgar a más no poder.
Y con
Garitano
enrocado, dispuesto a morir con las botas puestas, abrazado a su guardia pretoriana. Mismo esquema y misma alineación.
Y con cuatro defensas hasta el 90, aunque el rival se meta atrás y te regale metros y balones. Obsesionado por la posesión y el resultadismo, va a acabar entregando la cuchara por la falta de eso, de resultados.
Aún tiene tiempo, si se lo conceden los responsables de Ibaigane, de dar un quiebro al destino. Ha de variar su apuesta, cuyo crédito ha desaparecido de un tiempo a esta parte.
No puede ser que
Williams
ejerza de matador. Tal y como está definiendo hasta ahora, el delantero rojiblanco debe escorarse al extremo.
Muniain
no puede jugar en banda. Raúl García necesita un tiempo de banquillo, lo mismo que
Dani
García
y
Unai
López
. Ha llegado el momento.
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