Durante los peores meses de la pandemia de COVID-19, cuando las familias compraban productos mientras estaban confinadas en sus casas y las cadenas de suministro estaban atascadas, Arnesha Barron vio la oportunidad de cumplir su sueño de crear su propia empresa de camiones.
Esta mujer de 39 años, madre soltera de tres adolescentes, trabajó durante seis años conduciendo un camión por todo el país como empleada de una empresa de transporte. Pero en 2021, tras el alza de salarios por la escasez de conductores, decidió independizarse. Pidió un préstamo para comprar un camión por $175,000 y pronto comenzó a ganar hasta $20,000 mensuales.
“Era increíble. Fui una madre adolescente, tuve mi primer hijo a los 15 años, y todas las probabilidades estaban en mi contra”, explica, “mis tres hijos se graduaron de la escuela secundaria mientras yo estaba en un camión, y aun así logré hacerlo”.
Pero como sucedió con miles de camioneros en todo el país, a Barron no le duró mucho la bonanza. En el último año, las tarifas de transporte se han desplomado, haciendo que ella y muchos otros conductores que le apostaron fuerte al boom del transporte por carretera tengan que luchar ahora para ganarse la vida.
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