Golpeó Jagoba, contrarrestó Imanol


Jagoba
Arrasate necesitó dos partidos oficiales y tres amistosos ante la Real para ganarle la partida a Imanol
Alguacil. El partido transcurrió tal y como quiso el de Berriatua, al menos hasta el primer tiempo. Osasuna ejecutó a la perfección el plan que diseñó Arrasate. Los rojillos se plantaron en Anoeta con defensa de tres centrales, dos carrileros largos y altos y dos delanteros en punta, que no permitieron salir cómodamente con balón a los dos centrales realistas. Osasuna cortocircuitó a la Real por dentro obligándole a jugar por fuera en un partido en donde los dos laterales, Monreal y Zaldua, y Portu, no estuvieron finos en ataque.



El primer golpe llegó de la manera más cruel posible. Robin
Le
Normand no se pudo cortar sus brazos ante un centro lateral rojillo y tras ser empujado por Cardona obligó al bretón a hacer penalti. Adrián no perdonó desde los 11 metros y la Real estaba por detrás del marcador de manera justa. El descanso le vino de perlas a la Real, que contrarrestó n los planes de Arrasate como si estuvieran jugando al gato y al ratón.

Cambio de esquema

Imanol tenía claro que si quería ganar el partido tenía que cambiar la manera de jugar ante Osasuna. Al menos en el dibujo. Igor
Zubeldia, que no cuajó un gran partido, se incrustó entre los dos zagueros. Dicen los expertos en táctica y juego que la mejor forma de afrontar un encuentro contra tres centrales es calcar lo que hace el equipo rival. Dicho y hecho para Alguacil, que pasó a defensa de tres, colocó a Monreal y Zaldua casi como extremos y centró a Mikel
Merino, que jugó toda la segunda mitad como ‘5’ escoltado por Odegaard y Oyarzabal, que pasó a jugar como pivote.

El cambio no le pudo venir mejor a la Real, que también adelantó la línea de presión y achuchó a Osasuna sobre todo cuando sus jugadores controlaban de espaldas. La consigna era clara, morder para empatar.

Y así llegó la igualada. Brasanac llegó tarde a un mal pase navarro y ahí estaba Mikel
Merino para hincar el diente y propiciar el robo. El de Iruñea sigue demostrando que pese a que ha pasado casi tres meses sin tocar un balón sigue siendo uno de los factores diferenciales de la Real.

La presión hizo que el cuero llegara a los pies de Willian
José, que condujo con destreza durante más de 50 metros para poner en bandeja el gol al ‘10’. Luego pasó lo de siempre. Oyarzabal, con su habitual calma, superó a Rubén para que el reparto de puntos se consumara. Alto al fuego en una batalla que tuvo dos partes claras.


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