“Guinea Bissau tiene la ambición de ser un país prioritario para la cooperación española”


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Suzi Carla Barbosa Djaló (48 años) nació en una familia acomodada de empresarios agrícolas en Bafatá, en el interior de Guinea Bissau. Hija de un católico y una musulmana, emigró a Europa a los seis años. Su madre, quien no gozó de oportunidades de formación, la mandó a estudiar a Portugal. “Quería que fuese más que ella, que deseaba ser diputada, pero no pudo”. Tras casi tres décadas en la diáspora, donde se licenció en Relaciones Internacionales, cursó un máster en cooperación internacional y trabajó en la banca y como directiva de un hotel entre Alemania y España, decidió regresar a su país para ayudar con el negocio familiar. Pronto se convirtió en una líder entre las mujeres de su comunidad, lo que le animó a enrolarse en la carrera política. Fue elegida diputada (la más joven hasta el momento) por el Partido Africano para la Independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde (PAIGC) en las elecciones de 2014, pero el Premio Humanitario Panafricano que le fue otorgado en 2017 por su labor en favor de la igualdad de género fue el impulso que le faltaba para catapultar su trayectoria. Desde julio de 2019 es Ministra de Asuntos Exteriores, Cooperación y Comunidades.

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La madataria ha visitado oficialmente España para reunirse con su homóloga española, Arancha González Laya. El objetivo: recuperar las relaciones de cooperación al desarrollo entre ambos países. Guinea Bissau es uno de los 10 más pobres del mundo, todavía muy dependiente de la ayuda externa y aspira a ser destinatario preferente de la ayuda española. En su último día en Madrid, ciudad en la que vivió algún tiempo, atiende esta entrevista que se desarrolla en castellano ―uno de los seis idiomas que domina, según su currículo―, en la planta alta del hotel donde se aloja, con bellas vistas a la Gran Vía y vigilada desde la distancia por su equipo de seguridad.

Pregunta. ¿Cómo le describiría a su país a alguien que piense que todo África es igual?

Respuesta. Guinea Bissau es pequeño en tamaño, pero con una gran diversidad cultural. Tenemos más de 20 etnias. Es un país bonito, con un archipiélago de 88 islas. Y la gente es afable, tranquila. Los índices de criminalidad y violencia son muy bajos. Es seguro. La idea que mucha gente tiene no se corresponde con la realidad.

P. Sin embargo, en su historia reciente hay una guerra civil y episodios de violencia e inestabilidad.

R. Crecí en Europa, pero puedo decir que muchas veces, los conflictos han sido de índole política y militar, pero el guineano no es una persona violenta que se meta en problemas.

P. ¿Por qué decidió volver?

R. Porque pensé que allí era más útil que en Europa. Aquí hay millones de personas con mi formación. El trabajo que hago ahora tiene más relevancia. Es importante que los guineanos que estudiamos fuera, volvamos y usemos nuestros conocimientos para desarrollar nuestro país. Podría haberme quedado, tengo casa en Europa, tenía una vida y condiciones para quedarme. Pero decidí regresar porque tenía más que aportar a Guinea Bissau.

P. ¿Cómo fue su regreso?

R. Me fui a vivir a una zona rural, alejada de la ciudad. Experimenté el día a día de las mujeres campesinas. Me convertí en una consultora para ellas, me contaban sus inquietudes, me pedían ayuda y consejo. Eso hizo que ganara popularidad en la comunidad. Les hacía cartas, recados, les solucionaba sus problemas, que tenían que ver con la sanidad, temas de agua, de huertos comunitarios. Pasaron a verme como una líder. Con ese impulso terminé presentándome como candidata a diputada por el PAIGC y fui elegida. Desde siempre mi compromiso ha sido dar voz a las mujeres, sobre todo, las rurales. Y ser una referencia en la política para las jóvenes. En aquel momento, la mayoría de las que había en el parlamento tenían más de 50 años. Para mi era una contradicción porque la población de Guinea Bissau es muy joven. Más del 60% tiene entre 18 y 25 años. Y teniendo políticos tan mayores no hay una identificación.

P. ¿Quiénes fueron sus referentes?

R. En mi infancia hubo una, Carmen Pereira, la primera mujer presidenta en la Asamblea en Guinea Bissau, y la primera que interinamente fue presidenta en África, en los años 70. Era una mujer respetada, con una personalidad fuerte, combatiente por la libertad e independencia del país. Fue un modelo a seguir. Cuando volví ya era muy mayor y no encontraba un exponente femenino como ella. Pensé que yo quería ser esa referencia para las jóvenes, para que se involucren en la política y luchen por sus derechos.

Nosotras somos el 52% de la población del país, pero solo estamos representadas en un 25% en la administración pública. No hay equilibrio

P. ¿Cree que lo ha conseguido?

R. Fui una de las promotoras de la Ley de la Paridad, que fue aprobada en 2018. Y tuvo un impacto importante: en esta legislatura, hay más mujeres y muchas más jóvenes en el Parlamento. Nosotras somos el 52% de la población del país, pero solo estamos representadas en un 25% en la administración pública. No hay equilibrio. Mi mayor legado es enseñar que las mujeres de Guinea Bissau tenemos voz y derecho a ocupar puestos de relevancia. Es una cuestión de justicia social. Preparadas podemos ser igual o mejor que los hombres.

P. ¿Qué puntos débiles tiene esa ley?

R. Teníamos previsto que hubiera listas electorales cebra, es decir, con alternancia de género. Y no lo logramos. Ahora, el 36% de los candidatos al Parlamento tienen que ser mujeres, pero en las últimas elecciones, hubo apenas un 13% de diputadas electas. Mi promesa es trabajar para que haya listas con alternancia de género y conseguir aumentar la representación femenina.

P. ¿Por qué son importantes las cuotas?

R. Muchas veces la gente me dice que fui diputada sin que hubiera cuotas. Pero, precisamente porque sé lo difícil que fue salir elegida como mujer y porque entiendo que la mayoría de la gente no cuenta con las mismas condiciones que yo tuve para llegar ahí, hay que apostar por una ley de paridad. Uno de los grandes factores que les impide a las mujeres hacer carrera política es el financiero. La mayoría no tiene autonomía para afrontar una campaña electoral y pierden la plaza en detrimento de un hombre con más medios. La discriminación positiva es importante porque hace que una mujer sin tantos recursos tenga derecho de alcanzar puestos de poder. Y cuando hablo de alcanzar mayor representatividad femenina ni siquiera hablo de la calidad, porque cuando se habla de hombres, no se menciona la calidad. ¿Por qué lo hacemos solo cuando se trata de mujeres? Los hombres tienen derecho a estar ahí. Punto. Las mujeres tenemos derecho a estar ahí. Punto.

P. ¿Qué otras medidas son necesarias para mejorar la situación de las mujeres?

R. La ley contra la mutilación genital está aprobada desde 2011 y está siendo aplicada. Pero no hay una ley que que prohiba el matrimonio infantil, por lo que se está trabajando en ella. El gran detractor de esta práctica es el Presidente de la república que en su discurso de fin de año hizo hincapié en que no se case a las niñas, que es una tradición en ciertas zonas del país.

P. Usted se ha erigido como representante del movimiento feminista en su país, ¿cómo lleva este rol?

R. No es fácil ser mujer y estar en política. Nuestra vida privada está muy expuesta y somos víctimas de calumnias e insultos. El objetivo es muchas veces desmotivar a la mujer. Debemos tener muy claro qué queremos y estar muy enfocadas en nuestras metas, sin distracciones. Cuando lo logramos, servimos de motivación a las que vienen detrás.

P. Le han llegado a acusar de que no es del país por haber vivido fuera y por sus orígenes.

R. Las acusaciones, muchas veces, son falsas. Para destruir el trabajo que una está haciendo. Soy hija de una mujer musulmana y un hombre católico. Soy 50% cada cosa, aunque sea católica por opción, tengo mucho de la cultura musulmana. Al mismo tiempo, soy la mezcla de orígenes caboverdiano y guineano. Toda yo soy una mezcla. También de la cultura europea y africana. Por eso digo que estoy orgullosa de ser fetchere, un término que quiere decir mitad. Hay que aceptar las diferencias. Y mi familia es un ejemplo de ello.

P. ¿Cuál es la relación de su país con España?

R. Formamos parte de una organización regional, la CEDEAO, de la que España es un socio habitual. Durante un período, entre 2006 y 2008, tuvimos un trato preferencial en la Cooperación Española, con muchos proyectos en áreas como la pesca, el turismo o la formación. Después, la cooperación no ha sido tan intensa, por eso vine en 2015 como Secretaria de Estado. Hubo una mejoría después de eso. Recibimos un gran apoyo para la vigilancia marítima, nos proporcionaron lanchas rápidas, y para el control de nuestras fronteras. Aunque la migración guineana es bastante organizada, suele venir por vías legales. En España, concretamente, hay entre 10.000 y 12.000 guineanos, la mayoría bastante bien integrados y tenemos el proyecto de abrir un consulado general tan pronto podamos en Almería donde hay muchos que trabajan en los invernaderos, para darles mayor atención, acompañamiento y tramitar documentación.

P. En esta ocasión a se ha reunido con su homóloga Arancha González Laya. ¿Qué compromisos le ha arrancado?

R. España está trabajando en su Plan Director de Cooperación para los próximos años y Guinea Bissau tiene la ambición de ser parte de sus países prioritarios.

P. En su rueda de prensa conjunta avanzaron que se intensificará la cooperación en defensa, ¿qué quiere decir?

R. Tiene que ver con las fronteras. España tiene el programa de protección fronteras en la zona, el GAR-SI, en países cercanos como Malí, Niger. Creemos que Guinea Bissau se podría beneficiar también de ese apoyo para el control de los movimientos migratorios.

P. Una de sus peticiones también ha sido para lograr un mayor apoyo a programas que refuercen la igualdad de género. ¿Cuál es la situación de las mujeres en el país?

R. La cooperación que pensamos que podemos tener es a través de la Aecid, que tiene muchos proyectos que permiten la creación de puestos de trabajo para mujeres. En las zonas rurales puede tener un impacto muy grande para la estabilización del país. Si consideramos a las mujeres como la espina dorsal de la sociedad guineana, necesitamos que dispongan de una fuente de ingresos, con capacidad para mandar a sus hijos a la escuela y darles asistencia sanitaria. Ellas son las que realmente se preocupan por estos temas. Cuando creamos pequeños proyectos para que esas mujeres tengan autonomía financiera, estamos empoderándolas y capacitándolas. Y le damos solidez al tejido social.

P. ¿Es Guinea Bissau muy dependiente de la ayuda externa?

R. Sí. Pero estamos trabajando para reducir esa dependencia y que sea sustituida por la inversión privada. No podemos depender solo de otros Estados, de las relaciones con otros países. La nueva diplomacia económica requiere que vengan empresarios del exterior que contribuyan al desarrollo del país.

P. ¿Cómo afecta la pandemia a estos planes?

R. Logramos contener bastante la propagación de la covid. En la zona de Bubaque, en las islas Bijagós, no hay un único caso identificado, está libre de la enfermedad. Demuestra que, pese a que no tenemos muchas condiciones sanitarias ni medios financieros, hemos tenido la capacidad de dar una buena respuesta a una pandemia que en otros países más desarrollados está teniendo un impacto muy negativo.

P. El Índice de Desarrollo Humano del PNUD sitúa a Guinea Bissau entre los 10 países menos desarrollados del mundo, ¿cuáles son los principales retos en su opinión?

R. Creo que la llave para el desarrollo de Guinea Bissau es la estabilidad. El motivo de que esté entre los más pobres del mundo es porque ha habido mucha inestabilidad que no ha permitido a la economía crecer. Ha habido períodos de constantes cambios en los gobiernos, de los interlocutores; entonces la mayoría de los proyectos de desarrollo no han podido llegar a buen puerto. El país es pequeño en extensión (36.125 kilómetros cuadrados) con poca población, que no llega a dos millones de habitantes. Tenemos un pescado y frutos de mar de mucha calidad y en mucha cantidad; la UE es el principal socio de Guinea Bissau en las pescas; contamos también con buen potencial agrícola, con suelos fértiles y condiciones de producción de arroz. Nuestro anacardo está entre los cinco mejores del mundo. Y nuestro archipiélago de 88 islas ofrecen unas condiciones excelentes para el turismo. Estamos a cuatro horas de Europa. Con estabilidad, habrá inversiones que podrán crear puestos de trabajo e inyectar dinero a la economía y mejorar el nivel de vida de la población . Estoy segura de que en poco tiempo no seremos un país rico, pero sí uno donde se viva muy bien, con condiciones en la que los guineanos tengamos empleo y medios, sin necesidad de emigrar y buscarse la vida fuera del país.

P. ¿Cree que algún día usted volverá a emigrar?

R. Hoy no cambiaría África por nada. Me gusta Europa, pero vengo una semana y ansío volver. No me veo fuera de Guinea Bissau en este momento. La vida tiene sus complicaciones, pero es más sana. Aquí trabajamos mucho y casi no tenemos tiempo para nosotros mismos ni para disfrutar de la convivencia con la familia o los amigos. Allá no. Estoy muy satisfecha con el modo de vida que tengo allí.

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