‘Hentai’ y las mil dudas sobre la nueva imagen de Rosalía: ¿qué mensaje lanza con “te quiero ‘ride”?

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El día de 2018 que Rosalía (Sant Esteve de Sesrovires, Barcelona, 28 años) se personó en la Cadena SER para presentar El mal querer todo el mundo quería verla de cerca. Su entrevista en La ventana aquel noviembre levantó una expectación entre los trabajadores de la emisora que, según el conductor del programa, Carles Francino, no había ocurrido con otros invitados tan insignes como varios presidentes del Gobierno, Premios Nobel o Richard Gere. Ella tenía 25 años entonces y dos discos en su currículum, pero su conversación cautivó a unos entrevistadores que se referían a ella con hipérboles y halagos y la comparaban con Miguel de Molina. La artífice de Malamente deslumbraba explicando su proceso creativo, la variedad de sus influencias y la intención de su obra. Francino y parafraseó a Gil de Biedma para explicar que había triunfado porque era “muy buena y muy distinta”.

Y no era solo él. Martín Guerrero, el director general de Casa Patas, templo del flamenco en Madrid, se conectaba vía grabación para aportar que Rosalía era “electrizante, alucinante y única”. En los comentarios del vídeo de la entrevista en Youtube, que tiene más de medio millón de visualizaciones, se acumulan los agasajos. “Sentí en su vocabulario y manera de pensar a una mujer preparada, que sabe de lo que habla en cuanto a música y conocimientos musicales e históricos. No es una chica común. Es una genio”, escribía una espectadora.

Francino, intuyendo lo que se le venía encima a la nueva estrella del pop, se despedía de ella pidiéndole una cosa: “Solo te pedimos, Rosalía, que no cambies”. No podría haberle exigido algo más difícil.

Rosalia durante un concierto con Raul Refree en el Teatro Lara de Madrid en marzo de 2017, cuando presentaba su álbum 'Los ángeles'.
Rosalia durante un concierto con Raul Refree en el Teatro Lara de Madrid en marzo de 2017, cuando presentaba su álbum ‘Los ángeles’.Getty Images

Poco más de tres años después, el público espera con interés el tercer álbum de la artista catalana, Motomami, que llegará en algún momento de 2022. Rosalía ha ido avanzando algunos temas del disco como Candy o Saoko en sus redes sociales, pero la canción que más ha llamado la atención es Hentai, una balada lenta cantada al piano cuya letra ha provocado estupefacción e incredulidad y se convirtió rápidamente en un meme por su dimensión explícitamente sexual y su uso del spanglish. “Te quiero ride como a mi bike / hazme un tape modo spike / yo la batí hasta que se montó / segundo es chingarte / lo primero es Dios”, cantaba en un clip de poco más de 20 segundos. La artista culta, elevada, que citaba poesía de siglos pasados sonaba como alguien totalmente distinto.

“Lo de Rosalía es como si el que hace las canciones para el Cantajuegos hubiera llegado borracho y cachondo a casa y hubiese abierto el bloc de notas”, decía un tuitero. “Rosalía ya compone poniendo el diccionario de forma aleatoria”, publicaba otro. Tal fue el revuelo, que la propia cantante tuiteó unas horas después al respecto: “Las personas q os está molestando la letra de Hentai estáis bien??” [sic].

No ha sido un cambio repentino. De Los ángeles, debut en el que Rosalía citaba a la Niña de los Peines, Enrique Morente, Lorca o Conchita Piquer, a la explícita y visceral Hentai, han pasado cinco años. En ese lustro Rosalía ha pasado de los 24 a los 28, ha atravesado una pandemia que la aisló en Miami por primera vez lejos de su familia, ha recorrido Latinoamérica y se ha codeado con figuras de la primera línea de la industria internacional. Hace unos meses publicaba una colaboración con la rapera dominicana Tokischa, Linda, alegato feminista cuya letra (“tú eres linda, yo estoy rulin’ / nos besamos pero somos homies”) sorprendió a sus admiradores por su carácter infantil. “Es cierto que en sus dos primeros discos no había una rima mala, sus letras eran excelentes. Y en cambio en sus últimas canciones hay ripios y rimas terribles”, opina Jorge Carrión, coordinador del libro La Rosalía, ensayos sobre el buen querer (Errata Naturae).

Rosalia en un momento de su convierto en el  madrilño WiZink Center en diciembre de 2019, cerrando su gira de 'El mal querer'.
Rosalia en un momento de su convierto en el madrilño WiZink Center en diciembre de 2019, cerrando su gira de ‘El mal querer’.Ricardo Rubio / Europa Press (Europa Press via Getty Images)

Resulta imposible separar la nueva música de Rosalía de un periplo por América que ella misma ha documentado detalladamente. Como muchas otras estrellas actuales, ha optado por una sobreexposición en redes sociales donde ha mostrado cada paso sin aparente estrategia de comunicación. Su sorprendente amistad con Kylie Jenner y el resto del clan Kardashian, aparentemente muy estrecha, fue uno de los primeros choques. La hemos visto rodeada de empresarios como Dave Grutman y Jonathan Cheban, llevar un estilo de vida opulento (VOX la criticó por ser millonaria y tener avión privado) y rodearse de famosos como Christina Aguilera, Drake, Naomi Campbell y Hunter Schafer de Euphoria. Afincada en Miami, ha empezado a expresarse igual que otros cantantes españoles emigrantes del pasado como Julio Iglesias y Alejandro Sanz, con un acento que el diario argentino Clarín definió como “indescifrable, un revuelto de español, catalán, andaluz y caribeño, regado con palabras en inglés”. En una entrevista con un medio dominicano, Rosalía explicaba el origen de su idilio con las Kardashian contando que simplemente empezó a “jalear” con Kendall “en elei”, refiriéndose a Los Ángeles.

El autorretrato de Rosalía en sus redes sociales colisiona de frente con la imagen preconcebida de una artista vanguardista que publicó dos discos conceptuales explorando el luto y la violencia machista. En sus cuentas de Instagram y TikTok vemos a una joven risueña, exhibicionista y sexual, que a menudo publica fotos de sí misma semidesnuda y luce uñas de gel de longitud imposible y maquillaje recargado. Está obsesionada con su perro chihuahua y adora los coches y las motos, hasta el punto de comprarse un Ford Ranger Raptor valorado en 60.000 euros con tapicería rosa y “La Rosalía” bordado en los reposacabezas. A veces imposta cierta actitud infantil, como un personaje de una de las series de anime de las que es fan apasionada. En TikTok publicó una foto con el texto “POV: Cuando le robo el mobil a Raul y tiene Face ID” [sic], un mensaje con faltas de ortografía difícil de entender para aquellos que no estén al tanto de su sonada relación con el cantante Rauw Alejandro, pública desde finales de 2021.

Esta imagen libre y desenfadada se ha filtrado en su creación musical, tanto en sus colaboraciones como en lo que ha avanzado de Motomami; incluso el título parece anunciar una nueva etapa más ligera y fresca. En el vídeo que anunciaba el lanzamiento del disco se podía ver a Rosalía con el cuerpo cubierto de brillantina roja, un bikini enjoyado, casco de moto y tacones de aguja. El sonido de la canción del clip recuerda más a artistas pop contemporáneas como Charli XCX, SOPHIE, Arca y Grimes que al flamenco del que partió al principio de su carrera.

El debate sobre la evolución de Rosalía no es nuevo. El salto entre Los ángeles y El mal querer ya suscitó voces que se cuestionaban si pasar del sentido homenaje a la tradición del flamenco a una mezcla explosiva de géneros con alcance global era una transformación sincera y orgánica o escondía detrás una estrategia comercial y premeditada. La cantante tiene detrás un equipo liderado por mujeres, entre las que destacan su hermana Pili, encargada de sus estilismos, su madre Pilar, administradora de la sociedad Motomami S.L. que gestiona la parte económica de su carrera, y su representante, Rebeca León, una superestrella en sí misma dentro de la industria de la música latina. Pero Rosalía siempre se ha definido como una artista controladora y detallista que idea proyectos de gran alcance, hasta el punto de estudiar ingeniería de sonido para tener un mayor dominio del proceso creativo. “No lo hago por una mera cuestión estratégica, sino teniendo en cuenta mi porqué de hacer música: compartirla. La prioridad es estar conectada con cada momento que estoy viviendo y que este sea una vía de comunicación, no un monólogo”, explicó en una entrevista en Mondosonoro en 2018.

A pesar de sus reservas, Carrión se mantiene interesado y esperanzado y califica el proyecto de Rosalía como atrevido e interesante. “Intuyo que ha descubierto tanto los nuevos géneros populares que vienen de América Latina como lo que significa ser una artista global. Ha empezado a colaborar con los máximos exponentes del reggaetón, el trap y otras músicas urbanas y eso le ha llevado a un mestizaje”. Coincide con él Sara García (Penny Jay), cómica y creadora de Riot Comedy que ha seguido de cerca a Rosalía, su música y su relación con la figura de C. Tangana durante años: “Se ha marcado un Miley Cyrus y está haciendo canciones que nada tienen que ver con la estética, los ritmos o el alma de El mal querer. Nos está mandando señales de que Motomami no va a tener nada que ver con lo que hemos visto anteriormente”.

Rosalia y Rauw Alejandro posando como pareja ante la prensa en la gala de los 40 Music Awards 2021 celebrada en el Velódromo de Palma en noviembre de 2021.
Rosalia y Rauw Alejandro posando como pareja ante la prensa en la gala de los 40 Music Awards 2021 celebrada en el Velódromo de Palma en noviembre de 2021.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)

Esas señales siempre estuvieron ahí. La creadora de El mal querer puede ser poliédrica y esquivar toda definición, pero si algo la caracteriza es incorporar a su música lo que conoce. Su primer disco estuvo marcado por sus estudios de flamenco, y el segundo mezclaba esos conocimientos con ingredientes personales como la música R&B que escuchaba en su adolescencia y el sonido de las motos que siempre han llevado sus padres. Cuando le llegó el éxito escribió Milionària en catalán, su lengua natal, y ahora compone sobre la volatilidad de la fama y el disfrute sexual con su pareja. También habla de su propia identidad camaleónica en la letra de Saoko: “Una mariposa, yo me transformo / makeup de drag queen, yo me transformo / me contradigo, yo me transformo / soy toa las cosa’, yo me transformo”.

Es probable que las reservas que se puedan tener ante la imagen pública que muestra en redes sociales, la gente de la que se rodea o las letras de sus nuevos temas no sean más que la manifestación de prejuicios, una barrera generacional y cierto machismo. Simplemente no estamos acostumbrados a ver a una genio mostrarse alegre, ingenua, sexual y exhibicionista y posar en fotos lanzando besos a cámara junto a Kylie Jenner. El mayor talento de Rosalía es rompernos los esquemas.

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