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Los aspirantes mexicanos a la OMC, la OPS y el BID: Jesús Seade, Nadine Gasman, y Gerardo Esquivel.Cuartoscuro / El País / EFE

México, segundo mayor país de Latinoamérica y decimoquinta economía mundial, no lidera ningún gran organismo internacional. El Banco de Pagos Internacionales, encabezado por Agustín Carstens, es la única excepción en un panorama global sin mexicanos al frente. Y no es por falta de intentos. En los últimos tres años, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha presentado candidatos para la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y, más recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ninguno ha salido elegido. Las razones van de la presentación de candidaturas inapropiadas y sin consenso suficiente, a la ausencia del presidente en las cumbres de líderes, según un exsecretario de Relaciones Exteriores y dos antiguos embajadores consultados.

A primera vista, no había nada malo en las propuestas de México. Jesús Seade, candidato a la OMC en 2020, había sido uno de los fundadores de la organización y como representante de López Obrador había cerrado la negociación del TMEC con EE UU y Canadá. Nadine Gasman, que se lanzó este año para presidir la OPS, es doctora en Salud Pública por la Universidad de Johns Hopkins y la actual titular del Instituto Nacional de las Mujeres. Por último, Alicia Bárcena, luego remplazada por Gerardo Esquivel en la carrera por el BID, había dirigido la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) durante 14 años. Además, los aspirantes se presentaron con tiempo, varios meses antes de la elección.

Los tres casos se saldaron con derrotas. Seade, que se presentaba como “el candidato que tiene experiencia negociadora” en entrevista con este diario, quedó eliminado en la primera ronda de una elección que terminó por ganar Nigeria. La misma suerte corrió Gasman, pese a asegurar unos días antes haber hablado con 36 de los 38 miembros de la organización. Bárcena, por su parte, se retiró en el último minuto y fue sustituida por Gerardo Esquivel. Con apenas una semana para hacer campaña, el subgobernador del Banco de México quedó en tercer lugar en la votación del pasado domingo, con el apoyo de solo dos países latinoamericanos. Tanto en la OPS como en el BID se impuso el aspirante brasileño.

¿Qué está pasando? Independientemente del Gobierno, a México siempre le ha costado trabajo colocar con éxito a sus candidatos, según Jorge Castañeda, secretario de Relaciones Exteriores de Vicente Fox entre 2000 y 2003. “Lo hacemos tarde o hay gente que hace mejor el trabajo, por ejemplo los brasileños. O hay países que nos vetan o que nos ven demasiado cercanos a EE UU”, explica. Como ejemplo de esta desventaja histórica, el caso del médico Julio Frenk, exsecretario de Salud con Fox, que salió derrotado dos veces en su carrera por presidir la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Ahora bien, la sequía de altos cargos en este sexenio es particularmente atronadora. El problema, según los diplomáticos consultados, empieza por una deficiente selección de candidatos. De acuerdo a Martha Bárcena, embajadora de México en EE UU entre 2018 y 2021 y nombrada por López Obrador, hay una falta de “profesionalismo” de parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, dirigida por el canciller Marcelo Ebrard. “En la Cancillería ya no quedan diplomáticos. Los funcionarios que hay no saben cómo se manejan las candidaturas, no entienden que antes de presentarlas tienes que hacer consultas con otros países y evaluar si van a tener viabilidad”, señala. “Si no lo haces, es como enviar a los candidatos al matadero”. Este periódico ha solicitado sin éxito una entrevista con la Secretaría de Exteriores.

Para la OMC, México apostó por Seade, aunque el director general saliente era brasileño y existe una regla no escrita que favorece la rotación regional. Además, en ese momento se buscaba a una mujer. Bárcena afirma haber avisado a López Obrador de que la opción de Seade no iba a cuajar, pero este decidió mantener la apuesta. Algo similar sucedió con Alicia Bárcena. Ya en tiempos de Donald Trump, México había “flotado” la idea de su candidatura para el BID y había recibido negativas. Unos años después, con Joe Biden en la Casa Blanca, lo ha vuelto a intentar, pese a que ciertos congresistas republicanos habían criticado una supuesta simpatía de Bárcena hacia los Gobiernos de Cuba y Venezuela. En el caso de Gasman, su matrimonio con un médico cubano también despertaba recelos.

México no ha leído las situaciones correctamente y eso le ha costado el apoyo de EE UU, su principal socio comercial. En el BID, la Casa Blanca tiene el 30% de poder de voto, un porcentaje que prácticamente asegura la victoria de quien decida apoyar. Ante la falta de un aspirante mexicano que gustara, los votos de EE UU fueron para el brasileño propuesto por Jair Bolsonaro, que no mantiene una relación cercana con Biden. La Secretaría de Hacienda mexicana respondió en un comunicado poco diplomático que lamentaba “la política de más de lo mismo”. Martha Bárcena, en cambio, hace un llamado al realismo: “No podemos ir contra los mayores contribuyentes, nos guste o no. Los candidatos podrán tener enormes méritos profesionales, pero simplemente no eran el perfil”.

El Gobierno enfrenta otro desafío: la escasa presencia internacional del presidente López Obrador. “La mejor política exterior es la interior”, declaró el mandatario al inicio de su sexenio, y desde entonces solo ha viajado a EE UU, Cuba, y cuatro países de Centroamérica. No ha visitado Europa, Sudamérica, Asia o África. Y, viceversa, él ha recibido pocas visitas. En el último mes, además, se ha perdido cumbres de primer nivel como la COP27 y el G20, donde los otros únicos mandatarios que no asistieron fueron el ruso Vladímir Putin, por la guerra, y el brasileño Jair Bolsonaro, que va de salida. “Si México no participa en el concierto internacional, los demás no te hacen caso”, dice Jorge Castañeda. “No existe el tipo de relación que permitiría al presidente hablar a los donantes europeos del BID para pedirles el apoyo”. La presencia de Ebrard en esas citas no basta, añade Martha Bárcena. “Los presidentes hablan con presidentes, no con cancilleres”, apunta.

Los intercambios de votos presentes por otros futuros y las llamadas al más alto nivel son clave, como demuestra la experiencia de Ángel Gurría, secretario general de la OCDE durante 15 años (2006-2021). Pese a su pasado priista, el Gobierno de Fox (PAN) se movilizó para que saliera elegido, recuerda el académico Carlos Elizondo, antiguo embajador ante la OCDE entre 2004 y 2006. Gurría visitó todas las capitales de los países miembros, pero la campaña no se quedó allí. “En una Cumbre de las Américas, Fox fue con el presidente George W. Bush y le dijo: ‘Apóyenos’. Lo interesante es que sin esa petición presencial de Fox, quizás no hubiéramos ganado”, explica Elizondo. “Es la primera cosa que no hace este Gobierno. No entiende las reglas del juego”.

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