Illarra: seis meses desde la barrera


La Real vive su momento más ilusionante en lustros y lo hace sin su capitán y primer referente, Asier Illarramendi. La escuadra txuri urdin se ha acostumbrado a vivir sin su futbolista más experto en las tropas guipuzcoanas y uno de los jugadores con más talento. Este domingo se cumplen seis meses, medio año, desde que se lesionó el centrocampista mutrikuarra en el derbi de San Mamés. Y lo peor de todo es que no tiene una fecha clara de regreso, que sigue convaleciente, que tiene todas las trazas de perderse, por ejemplo, la final de Copa del Rey en el caso de que la Real se clasifique y nadie puede descartar que no vuelva a jugar hasta la temporada que viene. Imanol quiere a sus jugadores como aviones y a los futbolistas recuperados tras lesiones importantes les cuesta horrores recuperar su puesto en el equipo. Se llamen como se llamen.



El 30 de agosto de 2019, Illarra salió en volandas de San Mamés tras sufrir una fractura del peroné de su pierna izquierda en una caída. De haberse quedado ahí, habría comenzado noviembre jugando, como hizo Llorente el año anterior con la misma lesión, pero en una artroscopia le detectaron dolencias añadidas, que han sido las que han provocado que la recuperación esté siendo una travesía por el desierto: lesión del ligamento deltoideo y de la sindesmosis. Los servicios médicos del club consideran grave esta lesión, que se da con poca frecuencia, y aprecian que es normal el tiempo de ausencia del primer capitán realista y que es imposible establecer plazos concretos para una vuelta.

Quieren que termine el curso

A Illarramendi se le ha visto calzarse las botas y tocar balón, pero también realizar únicamente terapia de caminata -salir a andar por Zubieta- hace no tanto tiempo. Y es que, dada la magnitud de su dolencia, ha sufrido recaídas y sobrecargas musculares normales, que se podían esperar. En este momento ya se encuentra entrenando a una intensidad alta y con importantes cargas de trabajo, con botas, chutando el balón, pero no está integrado en la dinámica del grupo.

Quizá no quede mucho para que arribe ese momento, pero luego tiene que llegar el más complicado: que su entrenador le vea al mismo nivel condicional que sus compañeros para ponerle a jugar. Teniendo en cuenta que quedan menos de tres meses para que termine la temporada y menos de dos para la final de La Cartuja, las posibilidades se le van reduciendo a Illarramendi. Técnicos y doctores desean que termine la temporada jugando, con el brazalete puesto, pero nadie lo puede asegurar. En todo caso, debido a la complejidad de la lesión, y teniendo en cuenta que el equipo no se ha resentido en exceso por su ausencia, el objetivo prioritario es que se recupere bien. Es más importante una rehabilitación completa y segura que rápida.

Nadie duda del peso de Illarra en el equipo. Comenzó la temporada jugando como titular indiscutible y llegó a disputar los encuentros íntegros contra el Valencia en Mestalla (1-1) y Mallorca (victoria 0-1). Se rompió ya con 2-0 ante el Athletic en San Mamés. Desde entonces, agosto de 2019, hasta ahora sólo se le ha podido ver entrenándose en solitario y en actos y homenajes varios, como el del pasado sábado a Markel
Bergara. Zubeldia y Guevara le han suplido con todas las garantías en el puesto de ‘4’.

Illarramendi está viviendo un momento muy difícil, que va más allá de su accidente en San Mamés. Se acaba de cumplir un año de su lesión en Mestalla, que fue de grado 3 en el aductor y le hizo perderse 13 encuentros en el tramo final de la pasada campaña. Disputó los dos últimos y algo mermado aún. Considerando que sólo jugó los tres primeros de este curso, Illarra ha jugado únicamente cinco partidos en un año entero. Añorado brazalete.

Illarramendi es uno de los hombres importantes de la Real y está bien blindado de cara al futuro. Al mutrikuarra le quedan todavía tres años y medio más de contrato con una cláusula de 70 millones de euros y tiene una de las fichas más altas de la plantilla, por debajo de la de Mikel Oyarzabal. La Real le fichó en 2015 tras sus dos años en el Real Madrid a cambio de 16 millones de euros y le firmó para seis temporadas. Ese contrato quedó renovado por dos campañas más, hasta 2023, en 2018.



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