Illarramendi entra en una nueva dimensión

Córdoba, Sevilla y Castellón han sido las estaciones del reencuentro para Asier
Illarramendi. Falta el auténtico regreso a casa. Que no el soñado. Porque no habrá público y la esencia desaparece. Pero el capitán entra mañana en una nueva dimensión. Será la primera vez que juegue en este Anoeta que sólo ha palpado desde la grada. Es posible que sienta una impresión parecida a la de su debut en casa, el 10 de septiembre de 2011 contra el Barcelona.

De su último partido en Anoeta ha pasado un año y medio. Fue el 12 de mayo de 2019, contra otro adversario de campanillas como el Real Madrid (3-1). Illarra se había recompuesto de una lesión que por aquella calendas sólo parecía un tropezón físico en su carrera y jugó los 13 minutos finales. Resulta que no ha salido de nuevo al jardín de su hogar. Por lo tanto, contra el Cádiz conocerá el Anoeta blindado con sus cuatro tribunas reformadas. Amén de vacías.

45 minutos por partido

La Real se ha reforzado en invierno con Illarramendi. El plan de Imanol
Alguacil salta a la vista, hasta el momento. El capitán ha jugado la mitad de sus tres partidos posteriores al calvario que ha pasado. Contra el Córdoba y el Villarreal fue sustituido al descanso con premeditación. Todavía colean sus 47 minutos frente al Betis. Le quedaban, según confesó el entrenador, ocho más en el campo antes de ser dosificado.

Si Imanol decide continuar con el itinerario, Illarramendi, sumará mañana su cuarto encuentro consecutivo como titular. Sin compromisos entre semana, cabe la posibilidad de que el mutrikuarra prolongue su estancia en el rectángulo. Alguacil no dudó en ensalzar su impronta en el equipo el viernes, asimilando que luce a la altura de las de Merino, Silva y Oyarzabal.

Illarramendi ha sido pivote y volante en su regreso al fútbol. En Córdoba ocupó el puesto de Merino. En el Villamarín fue el guardaespaldas del navarro y Guridi. Y ante el Villarreal jugó por delante de Guevara, como Merino.


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