“¿Industria musical? Soy más de cantar”

Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat en el Wizink, momentos antes de la caída del primero durante su concierto en febrero en Madrid.
Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat en el Wizink, momentos antes de la caída del primero durante su concierto en febrero en Madrid.Getty

La caída de Sabina. Era el 12 de febrero, su cumpleaños. Joaquín cantaba con Serrat. Dio un paso y halló el vacío. Se le escucha pletórico ahora. Conciertos como aquel son reliquias del pasado. Las giras son un enigma más que un sueño. En este trimestre la música ha estado en los balcones o en las casas, amenazada “por el triunfo no sé si definitivo de la tecnología. Incluso las discográficas están pensando en reinventarse… Se van a acabar los instrumentos o se va a imponer el reguetón”. Él va a escribir canciones: “Como he hecho siempre, sin excesos de aparatitos ni guiños al reguetón”. Un mes más tarde de su grave lesión parecía que la música se paraba para siempre. “No se para. Como el humor. El humor es el arma sofisticada de la inteligencia, porque sirve para burlarse de uno mismo y para poder sacarle la lengua al estúpido”.

El estupor de Alejo. Stivel, fundador de Tequila, estaba aquel día en la cuarta fila del WiZink. El estupor duró 45 minutos. “Qué mala suerte, Madrid”, dijo Sabina. “Era”, dice Stivel, “como una escena de Black Mirror… Tras el concierto íbamos a brindar por sus años”. A Stivel le pareció lo ocurrido una metáfora del cierre total de la música. Para él “la música es juntarse, saltar, bailar con otros; 5.000 tíos de fiesta. ¿Cómo van a ser ahora nuestros conciertos?”. Este verano hubiera ido a 30 plazas, y no sabe si llegará a ocho o diez. “Nadie de los que hacemos música tendrá un sueldo normal; la desesperación ahora baila con la incertidumbre”.

La herida. Berri es el agente de Serrat y Sabina, estaba aquel 12 de febrero mascando una tragedia que allí interrumpió la música y luego parece símbolo de la herida que la pandemia ha causado al sector. Ahora las salas tendrán aforo muy limitado, las entradas se encarecerán y miles de músicos, con sus penalidades, tendrán un porvenir difícil. “Los aviones viajan llenos, las corridas de toros no se verán interrumpidas, pero nuestros aforos ya no se podrán llenar. La temporada está muerta. Va a haber artistas que saldrán a la carretera y tendrán lo comido por lo servido… Somos el patito feo de la cultura”.

“El silencio entre las notas”. La música te cura, dice Silvia Pérez Cruz. “Te hace olvidar dolores. La música vive, hasta en confinamiento. Incluso aquí, que se cuida mucho menos que en otros países… Muchos se quedan sin hacer conciertos. Yo he vivido haciendo canciones ahora. Hice seis. Una dice: A las flores mimo/ a lo absurdo casi esquivo/ el tiempo se para/ y justo yo aprendo a vivir conmigo”. Ha visto en casa “crecer las flores”, junto a su hija Lola. Espera ahora el disco que grabó en Japón, Ma. Life in Tokyo. Ma significa “el silencio entre las notas”. Es lo que va pasando ahora en la música, silencio entre las notas.

“De hierro hueco”. Alejandro Sanz ha vivido desde dentro el dolor de la época, esta enfermedad que interrumpió los conciertos, ensombreció el aire. Pero, dice, “la música no tiene porvenir porque no depende de ningún factor para ser. La música es de hierro hueco, de fuego eterno, de polvo, de galaxias, no tiene destino ni caducidad porque no depende ni del espacio ni del tiempo. El mismo universo tiene su música. Eso si hablamos de música. Si me preguntas por el porvenir de la industria yo de eso no tengo idea. Soy más de cantar”.


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