Innovaciones para proteger la vida de los niños pequeños ante la neumonía

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En España, la neumonía infantil es fácil de prevenir y tratar. Los casos que no se pueden evitar con la vacuna de rigor se confirman con una radiografía y se curan con unas tomas de antibióticos. En casos graves, se deriva el niño al hospital y se le suministra oxígeno para mantenerlo a flote hasta que los pulmones se desencharcan y puede volver a respirar con normalidad. “Existiendo estas soluciones, ningún niño debería morir de neumonía hoy en día”, dice David del Campo, director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save the Children.

ESPECIAL | NEUMONÍA, LA MAYOR ASESINA DE NIÑOS

Causa cada año más muertes de menores de cinco años en el mundo que cualquier otra enfermedad, unas 800.000. En la mayoría de los casos se podrían haber evitado. Pero algo falla

Si la neumonía sigue siendo la enfermedad que más criaturas mata en el mundo, es porque estas herramientas siguen sin llegar a millones de personas en países como Nigeria, Etiopía y Pakistán, donde los virus y bacterias causantes de la dolencia se ceban en niños debilitados por la desnutrición, la malaria o la diarrea.

En los lugares con menos recursos no hay carreteras asfaltadas, ni médicos ni electricidad. Muchas personas ni tan siquiera saben leer y escribir. El papel de la innovación científica y técnica es hallar soluciones que se adapten a las necesidades de los países con pocos recursos para salvar vidas ahora, mientras se avanza en la senda del desarrollo y la cobertura sanitaria universal. Planeta Futuro ha hablado con expertos internacionales sobre prioridades y retos de la innovación en neumonía infantil y sobre las herramientas que transformarán la lucha contra la enfermedad en los próximos años.

Vacunas más eficaces y asequibles

“La prevención es la mejor forma de afrontar las enfermedades infecciosas, como está poniendo de relieve la pandemia de covid-19”, afirma la doctora Gail Rodgers, experta del Programa de Neumonía de la Fundación Bill & Melinda Gates. Su equipo está apoyando el desarrollo de vacunas más efectivas, asequibles y contra más variantes de neumococo, la principal causa bacteriana de neumonía en niños. Los investigadores están trabajando en vacunas contra 30 variedades, frente a las 10 o 13 que se combaten ahora en los programas rutinarios de vacunación.

Otro hito pasa por reducir el número de dosis de tres a dos, lo que según Rodgers rebajaría de forma significativa el coste de las campañas y aligeraría el calendario de vacunación. “Hemos demostrado que dos dosis administradas de forma adecuada continúan generando inmunidad y en 2021 tendremos los resultados de estudios en curso en Asia y África”, afirma.

La prevención es la mejor forma de afrontar las enfermedades infecciosas, como está poniendo de relieve la pandemia de covid-19

Gail Rodgers, Fundación Bill & Melinda Gates

Los países de renta baja pueden acceder a la vacuna antineumocócica conjugada (PCV) a dos dólares (1,70 euros) por dosis fruto del acuerdo que Gavi (la Alianza Global para la Vacunación), Unicef y el Serum Institute of India cerraron este junio. Ello supone una rebaja del 43% frente a los 3,5 dólares (2,95 euros) que costaban las presentaciones disponibles en 2009, al inicio del programa piloto de Gavi para acelerar su introducción en los países más pobres. En la última década, el despliegue de la PCV en países de renta baja apoyados por alianza ha salvado unas 700.000 vidas.

Sin embargo, los países deben empezar a financiar plenamente sus campañas de PCV según su crecimiento económico los descalifica para seguir recibiendo ayudas de Gavi. “A medida que esto sucede, el reto es mantener precios sostenibles para los Gobiernos y los productores y asegurar un equilibrio entre la oferta y la demanda”, dice el director de Programas Nacionales de Gavi, Thabani Maphosa. “El Serum Institute of India ha logrado reducir el precio de la dosis, un excelente ejemplo del motivo por el que continuar con la investigación y desarrollo de productos es tan importante”. Especialmente, para los países que tienen un nivel de renta demasiado alto para recibir ayudas, pero demasiado bajo para incorporar la PCV a su calendario de vacunación infantil.

En cuanto a las neumonías de origen vírico, el próximo gran paso adelante podría darse con la primera vacuna contra el virus respiratorio sincitial. Se trata de un patógeno común que suele dar síntomas leves parecidos al resfriado, pero puede suponer un riesgo para menores de dos años, sobre todo en los primeros seis meses de vida. El virus ya está en el punto de mira de la Fundación Gates, que explora estrategias como la inmunización de las madres para frenar la infección.

Todas las vacunas descritas deben mantenerse en frío hasta el momento de la inmunización, aunque esta sea en un desierto de Níger sin carreteras y a 300 kilómetros de cualquier centro de atención primaria. “La vacunas termoestables son un sueño, pero todavía queda camino por recorrer”, afirma Rodgers.

Herramientas para lugares remotos

Diagnosticar la neumonía infantil es uno de los grandes retos en países en vías de desarrollo. Los síntomas no son siempre claros y falta equipamiento y personal capacitado para detectar la enfermedad. Y allí donde hay médicos, suelen estar desbordados. “En entornos rurales y con pocos recursos el diagnóstico se basa en la evaluación clínica. Los algoritmos que orientan la toma de decisiones son muy prácticos y han salvado millones de vidas, pero se tiende a sobrediagnosticar”, afirma Quique Bassat, investigador ICREA en ISGlobal y uno de los impulsores del I Foro Global de Neumonía Infantil celebrado en enero en Barcelona.

Dar antibióticos cuando no está indicado puede acelerar el desarrollo de bacterias resistentes y reducir la eficacia de los tratamientos existentes. Por ello, se están dedicando muchos esfuerzos al desarrollo de herramientas objetivas para diagnosticar la neumonía y valorar su gravedad. Muchos de los niños que la padecen nunca acuden a un centro sanitario, dadas las dificultades y coste de desplazarse y el desconocimiento de la enfermedad entre las familias. “En estos lugares, cuando visitas a un niño sabes que solo tienes una oportunidad: no puedes decirle que vuelva dentro de unos días si empeora”, dice Bassat. “Si lo mandas a casa con el diagnóstico equivocado, el error puede ser irreparable”.

El experto imagina un futuro, no muy lejano, en el que una gota de sangre depositada sobre una tira de plástico baste para valorar con precisión la gravedad de un niño con fiebre e incluso predecir el riesgo de que muera en un plazo de 28 días. “Ahí es donde veo el mayor potencial de revolucionar el diagnóstico de enfermedades infecciosas en países con pocos recursos… Y en todo el mundo”, dice. El investigador también se interesa por los ecógrafos portátiles. Aunque todavía son caros, su objetivo es demostrar que son fiables y fáciles de utilizar por agentes de salud más allá de los médicos.

Unicef está trabajando en el desarrollo pruebas diagnósticas rápidas que diferencien entre infecciones bacterianas, virales (incluyendo el virus respiratorio sincitial) y malaria y, como Bassat, sigue de cerca las nuevas tecnologías. “Estamos evaluando el papel potencial de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático en su diagnóstico, por ejemplo, en base a los sonidos de los pulmones y la tos,” explica la experta en neumonía de Unicef, Anne Detjen.

De forma más inmediata, esta y otras organizaciones se centran en aumentar el acceso de los centros de atención primaria a oxímetros de pulso portátiles y robustos. Los oxímetros son unos pequeños aparatos que miden la saturación de oxígeno en sangre: una baja saturación es un buen indicador de que el niño está grave y hay que ingresarlo, aunque no se puede predecir si un paciente que ahora satura bien irá a peor en días posteriores.

En los casos graves, el suministro de oxígeno es vital para salvar vidas, tanto durante el transporte de emergencia como en el hospital. Una alternativa al aparatoso transporte de bombonas son unos aparatos alimentados por corriente eléctrica que concentran el oxígeno ambiente, aunque son una opción cara y poco resistente. “Me he hartado de ver cementerios de concentradores de oxígenos en hospitales africanos,” dice Bassat.

Formar al personal sanitario y ampliar el acceso a los oxímetros de pulso y al oxígeno es esencial para reducir las muertes por neumonía

Formar al personal sanitario y ampliar el acceso a los oxímetros de pulso y al oxígeno es esencial para reducir las muertes. Pero no todo empieza ni acaba en un centro sanitario. En las zonas rurales, la salud pública se apoya en miles de trabajadores comunitarios: personas locales a quienes se ofrece una formación básica para prevenir, diagnosticar e incluso tratar dolencias como la neumonía, la malaria y el Gusano de Guinea. “La covid-19 ha puesto de relieve la necesidad de oxígeno y oxímetros, pero no debemos olvidarnos del apoyo que necesitan los trabajadores comunitarios de salud; sobre todo, teniendo en cuenta que los casos leves de neumonía pueden ser fácilmente tratados con amoxicilina”, alerta Kevin Baker, especialista en investigación de Malaria Consortium.

En lugares remotos, los trabajadores comunitarios utilizan el número de respiraciones por minuto como un indicador de la enfermedad. En países como Sudán del Sur, estos pueden ser analfabetos, lo que complica la ya de por sí difícil tarea de determinar la frecuencia respiratoria en niños enfermos, que lloran y se mueven. “Necesitamos contadores automáticos que ayuden a diagnosticar la neumonía a nivel de comunidad, y necesitamos desplegarlos a gran escala”, afirma Baker. Malaria Consortium está estudiando diferentes aparatos sobre el terreno y apoyando a los Gobiernos en el diseño de planes de acción.

Hoja de ruta para la próxima década

Baker lidera el grupo de Innovaciones de Every Breath Counts, una coalición de 47 organizaciones públicas y privadas que busca acelerar la lucha contra la neumonía infantil. Para finales de año, el grupo establecerá 10 prioridades de investigación para la próxima década en base a las perspectivas de 350 expertos. “Establecer prioridades es fundamental para atraer inversiones para su estudio, que ahora cuenta con muy pocos recursos”, explica. Baker confía en que entre las prioridades esté el riesgo de resistencia antimicrobiana a la amoxicilina, el antibiótico de primera línea contra la infección. En paralelo, organizaciones como Unicef ya están invirtiendo el desarrollo de nuevos tratamientos antibióticos

Otro elemento a tener en cuenta es el impacto de la covid-19, que ocasiona neumonías en adultos, en la lucha contra la enfermedad en niños. En el corto plazo, la pandemia está afectando a las campañas de vacunación, sobrecargando los sistemas de salud y centrando la atención de los donantes. “Por otro lado, la pandemia supone una gran oportunidad en materia de oxígeno”, dice Detjen. Unicef ha aportado 15.000 concentradores de oxígeno a más de 90 países y apoya la reparación y construcción de plantas de producción de este en diversos de ellos, además de formar a ingenieros biomédicos y al personal de salud local. “Más allá de apoyar la respuesta contra la covid-19, estas inversiones refuerzan unos sistemas de oxígeno que beneficiarán a millones de recién nacidos y niños enfermos”, explica.

La pandemia está poniendo a prueba la lucha contra enfermedades como la neumonía, pero Rodgers, de la Fundación Gates es optimista: “A largo plazo, necesitamos la visión de que un mundo mejor es un mundo mejor para todos y creo que la pandemia está ampliando esta conciencia”.

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