El presidente iraní, Hasan Rohani (derecha), conversa con el director de la Organización de Energía Atómica de Irán. En vídeo, declaraciones de Mike Pompeo, secretario de Estado de EE UU, el lunes en Finlandia. ABEDIN TAHERKENAREH (EFE) / REUTERS
“Tras un año de deslealtades y de la salida unilateral de Estados Unidos del pacto nuclear, Irán va a anunciar el miércoles su decisión de reducir su compromiso con este acuerdo internacional”, informaba IRNA. La misma fuente adelantaba que Rohani prepara sendas cartas para los líderes de los otros cinco países firmantes en las que les explica que la República Islámica ha reaccionado con contención durante el último año, pero que el resto de los signatarios han incumplido su parte, lo que no les deja otra salida. Irán ya amagó el año pasado con aumentar su capacidad de enriquecer uranio, lo que se interpretó como una pataleta de respuesta a Washington.
Bajo el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC) firmado en 2015 por Irán y las seis grandes potencias, con EE UU a la cabeza, Teherán aceptó recortes temporales en su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que ese empeño le había granjeado. Desde entonces, el Organismo Internacional de la Energía Atómica ha ratificado periódicamente que Irán cumple con el pacto. Este limita, entre otros, el número de centrifugadoras que puede utilizar para enriquecer uranio y los niveles de este producto que puede almacenar. El uranio enriquecido sirve tanto como combustible para producir energía eléctrica como para fabricar una bomba, pero los responsables iraníes siempre han negado la dimensión militar.
La tensión ha aumentado en vísperas del aniversario de que el presidente estadounidense, Donald Trump, sacara a su país del acuerdo alegando que Irán estaba usando los beneficios económicos del pacto para sufragar su programa de misiles y a grupos regionales contrarios a sus intereses o los de sus aliados. Washington, que desde el año pasado ha reimplantado sus sanciones (en especial sobre las vitales exportaciones de petróleo) y extendido su alcance a países terceros, acaba de cancelar las excepciones que permitían la compra de crudo iraní. También ha incluido a la Guardia Revolucionaria en su lista de organizaciones terroristas y enviado un portaviones al golfo Pérsico para contrarrestar una imprecisa amenaza de Teherán.
El efecto de las sanciones ha sido brutal. En el último año, la inflación se ha disparado por encima del 40%, el rial (la moneda iraní) ha perdido dos tercios de su valor y decenas de miles de trabajadores se han quedado en la calle por la falta de actividad. Aunque las autoridades han reaccionado reforzando los subsidios a los más desfavorecidos, controlando el cambio de divisas y poniendo coto a la corrupción rampante, el parón es evidente. Según el Fondo Monetario Internacional, la economía iraní se contrajo un 3,9% el año pasado y ya preveía que este año lo haga un 6% antes de las recientes inundaciones que han causado daños por 2.700 millones de euros.
“Con EE UU aumentando constantemente las sanciones y las presiones, y con el fracaso de las otras potencias mundiales en facilitar garantías para los beneficios económicos del PIAC, la paciencia de Irán se está agotando”, advertía el lunes en un artículo Hossein Mousavian, analista iraní y exportavoz del equipo negociador nuclear cuando era dirigido por el hoy presidente. En su opinión, Teherán solo tiene dos opciones: “Una retirada gradual del PIAC o una salida inmediata del Tratado de No Proliferación y del PIAC de forma simultánea”.
Mousavian, actualmente investigador visitante en la Universidad de Princeton (EE UU), advierte de las consecuencias de esta última y se inclina por la primera. Tal parece ser la elección tomada por el Gobierno iraní a decir de las informaciones aparecidas en los medios de comunicación estatales. La web de la radiotelevisión iraní, IRIB, aseguraba que Rohani anunciará este miércoles, al cumplirse exactamente un año de la decisión de Trump, la reducción de algunos compromisos “menores y generales” bajo el acuerdo.
“La República Islámica de Irán, como reacción a la salida de EE UU del acuerdo nuclear y de las malas promesas de los países europeos en sacar adelante sus obligaciones, va a reiniciar parte de sus actividades nucleares que se pararon en el marco del acuerdo nuclear”, según una fuente sin identificar citada por IRIB.
Los dirigentes iraníes llevan meses quejándose de la incapacidad de los europeos para hacer frente a Estados Unidos y lograr que funcione el Instrumento de Apoyo a los Intercambios Comerciales con el que Bruselas intenta que las empresas europeas puedan comerciar con Irán. La falta de avances al respecto, que fuentes diplomáticas europeas atribuyen a los problemas del sistema bancario iraní, ha hecho que Teherán se vuelva hacia Rusia, China y Turquía en busca de canales alternativos para sortear las sanciones.
A la espera del discurso de Rohani, parece claro que el Gobierno iraní se inclina por una respuesta gradual que le permita salvar la cara y ganar tiempo antes que por romper la baraja y arriesgarse a dar motivos a quienes en Washington, y entre los aliados de este en la región, se inclinan por una salida bélica.
Mike Pompeo visita Irak por sorpresa
AMANDA MARS
En plena escalada de tensión, el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, realizó este martes una visita sorpresa a Irak y se reunió con el primer ministro, Adel Abdel Mahdi, en Bagdad. Pompeo encendió las alarmas por la mañana, al cancelar un encuentro con la canciller Angela Merkel en Berlín alegando “asuntos urgentes” en pleno escenario turbulento en Oriente Próximo -el Pentágono acaba de anunciar el despliegue de varios bombarderos B-52 en la región del golfo Pérsico- . “Hablamos de la importancia de que Irak garantice que es capaz de proteger de manera adecuada a los estadounidenses en su país”, dijo el secretario de Estado tras verse con Mahdi, que atribuyó el viaje inesperado a la “escalada de actividades de Irán”.
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