Como ya ocurrió en 2015, Israel reacciona ahora con sentimientos encontrados de recelo y resignación ante una eventual reedición, que teme inminente, del acuerdo nuclear de Irán con las grandes potencias, un pacto que languidece desde 2018 tras el abandono de Estados Unidos. En una comparecencia ante la prensa extranjera en Jerusalén, el primer ministro israelí, Yair Lapid, ha advertido este miércoles de que si el acuerdo se firma, su país no estará obligado por sus cláusulas y actuará “para prevenir que Irán se convierta en un Estado (con armamento) nuclear” y disponga de unos 100.000 millones de dólares (suma equivalente en euros) anuales “para socavar la estabilidad de Oriente Próximo”.
Lapid ha enviado ya a Washington a su consejero de Seguridad Nacional, Eyal Hulata, y el jueves viajará a Estados Unidos el ministro de Defensa, el exgeneral Benny Gantz, con el fin de redoblar la presión sobre su principal aliado militar en un intento final por torpedear la firma del acuerdo. El propio primer ministro se ha puesto directamente en contacto con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el canciller alemán, Olaf Scholz, para tratar de convencerles, como ha destacado ante los corresponsales internacionales, de que el pacto con Teherán resulta “inaceptable” en los términos actuales, ya que representa un “mal acuerdo” que le permitirá disponer de unos mil millones de dólares al año para financiar el despliegue de las milicias proiraníes, como Hezbolá, en Líbano, o los rebeldes Huthi en Yemen. ”Las negociaciones deben detenerse”, ha enfatizado.
Medios de comunicación estadounidenses han asegurado que la Administración del presidente Joe Biden ha constatado la aparente voluntad del régimen de la República Islámica de hacer “concesiones” para cerrar el acuerdo. Irán parece haber renunciado a dos de las principales exigencias que trasladó la semana pasada a la Unión Europea, que media en la negociación, en respuesta a la propuesta final de acuerdo presentada este mismo mes por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
El portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Nasser Kanaani, ha afirmado este miércoles que su Gobierno ha recibido la respuesta de Estados Unidos a la propuesta final para la reactivación del acuerdo nuclear a través de la Unión Europea, con quien va a revisar su contenido antes de pronunciarse oficialmente, según informa Reuters.
La retirada de la Guardia Revolucionaria de la lista negra de organizaciones terroristas elaborada por Washington y la cancelación de la investigación emprendida por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) sobre restos de uranio hallados en instalaciones iraníes no declaradas ya no son una línea roja para Teherán.
“No estamos dispuestos a vivir con una amenaza nuclear sobre nuestras cabezas. No dejaremos que suceda”, ha insistido el centrista Lapid, quien recalcó que para Israel “no se trata de un enfrentamiento político, sino de una amenaza existencial”. Primer ministro en funciones ante las elecciones legislativas adelantadas a noviembre, Lapid lanza un mensaje que evoca al del ex primer ministro conservador Benjamín Netanyahu —su más directo rival hoy en las urnas— en vísperas de la firma del acuerdo inicial con Irán en 2015 bajo la presidencia del demócrata Barak Obama. Las advertencias de Israel no se plasmaron entonces en hechos, sin embargo, y hubo que esperar a la llegada a la Casa Blanca del republicano Donald Trump, quien paralizó el pacto atómico tres años después. El propio Netanyahu lanzaba este miércoles en campaña negros presagios sobre el “terrible pacto con Irán, que arroja grandes sombras sobre la seguridad de Israel” y ofrece “inmunidad internacional” al régimen iraní.
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Los analistas de la prensa israelí consideran que el Gobierno de Lapid parece dar por descontada la firma del acuerdo, y que sus presiones encadenadas suponen en realidad una técnica preventiva de control de daños. “Israel se coordina ya con Estados Unidos para el día después para asegurarse de que Irán no le embauque y, sobre todo, para evitar que el flujo de miles de millones de dólares hacia las arcas iraníes no termine en las manos de Hezbolá”, apuntaba este miércoles el analista Itamar Eichner en el diario Yediot Ahronot. “Israel se siente molesto y tiene la sensación de que Washington lo ha mantenido adormecido y al margen durante los últimos meses de las negociaciones”, remachaba el mismo experto en un artículo también suscrito por Tzipi Schmilovitz.
Veto al arma atómica
En esencia, el JCPOA (Plan de Acción Integral Conjunto, por las siglas en inglés del nombre oficial del acuerdo) alcanzado con la mediación de la UE por Irán en 2015 con las grandes potencias (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Alemania y Reino Unido) ofrece el levantamiento de las sanciones impuestas a la República Islámica. A cambio, tienen que someter a control externo su programa nuclear para evitar que se pueda dotar del arma atómica.
El primer ministro Lapid reprocha ahora que el acuerdo que parece avecinarse “no responde a los criterios fijados por la propia Administración de Biden”. Israel reclama, por ejemplo, la destrucción de las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio en lugar de su sellado para evitar que puedan ser reutilizadas. Israel teme ante todo que Teherán incumpla los compromisos y siga enriqueciendo uranio de forma acelerada mientras se equipa con misiles para transportar ojivas nucleares.
Como aseguraba recientemente en este mismo periódico el exgeneral Yossi Kuperwasser, exjefe de los servicios de inteligencia israelíes, Irán está en condiciones de producir a corto plazo ―”entre unas semanas y un par de meses”, precisa― y tras un breve periodo de mayor enriquecimiento de uranio, unas cuatro bombas nucleares. Para Tamir Hayman, otro exgeneral y jefe de los servicios de inteligencia, “el acuerdo nuclear con Irán es un mal menor” frente al riesgo de un choque armado. “Si alcanza el 90% de nivel de enriquecimiento de uranio (apto para armas atómicas), Israel no tendrá más remedio que atacar”, predice en clave apocalíptica este experto.
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