J Balvin, un año de calvario

Pocas cosas le salieron bien este año a J Balvin. Termina 2021 en medio de una polémica, una más de las tantas que ha protagonizado en los últimos meses. “¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para obtener reconocimiento?”, le ha reclamado la cantante chocoana Mabiland tras el último escándalo: exhibir un premio como mejor artista afrolatino. Exhibirlo y ufanarse de ese reconocimiento justo cuando en Colombia se discuten los reclamos del pueblo afro y lo que significa ser una persona negra. Tal vez lo de Balvin solo se trata de un mal timing, como dicen algunos de sus seguidores, pero para la comunidad afro, la actitud del cantante es una muestra más del racismo y de lo mucho que falta para dejar de invisibilizar a sus pueblos, en la política o en la música.

J Balvin (Medellín, 36 años) recibió el premio como el artista afrolatino del año de la organización African Entertainment Awards USA (Aeausa), que ante las críticas ha tenido que explicar de qué se trata el reconocimiento. “No se basa en la raza sino, en lo que es más importante, en impulsar la cultura africana en el escenario mundial”, señaló la organización en un video, en el que aseguró que la categoría en la que resultó ganador Balvin estaba abierta a cualquier artista latinoamericano que contribuya a la promoción de los ritmos africanos. “No soy afrolatino, pero gracias por darme un lugar en la contribución de la música afro-beat y su movimiento”, escribió el cantante en su Instagram, del que eliminó la imagen en la que compartía el galardón.

El debate nacional, en el que ahora aterriza Balvin, empezó cuando una mujer mestiza, Isabel Zuleta, logró un lugar en la lista al Senado por la coalición que encabeza el izquierdista Gustavo Petro y ella misma se describió como representante de las negritudes. “Que la política no desdibuje lo que dices representar”, decía entonces Francia Márquez, la mujer negra que aspira a la presidencia del país. Hoy, el mensaje se repite, pero esta vez va dirigido a Balvin: “Hombre blanco latino, desubicado y apropiador, vos Jose @JBALVIN, con vos hablo”, le escribía en Twitter la cantante chocoana Mabiland, cuyo disco Niñxs Rotxs fue elegido entre los 50 mejores del año por la revista Rolling Stone.

Esta no es la primera vez que la comunidad negra tiene algo para decirle al cantante nacido en Medellín. En septiembre pasado, el fugaz video de la canción Perra fue otro motivo de discordia. En las imágenes, de las que solo quedan pantallazos debido a que eliminó el video de Youtube, Balvin “pasea” como perros a dos mujeres negras mientras la cantante que lo acompaña, Tokischa, baila teniendo como fondo a otras mujeres, también negras, encerradas en jaulas. El clip fue tachado de machista y de inducir a la violencia de género, en un contexto en donde solamente en su región, el departamento de Antioquia, más de 100 mujeres han sido asesinadas este año.

“Como forma de respuesta, y obviamente respeto, bajé el video. Y al ver que siguieron con las críticas y con toda la situación, estoy aquí dando la cara y hablando al respecto”, dijo entonces el cantante. Pero ni sus disculpas ni que el video haya sido eliminado han sido suficientes para ganarse la simpatía de las mujeres. Desde hace semanas, varios colectivos feministas y de derechos humanos han intentado impedir que J Balvin se presente este lunes en un concierto de la tradicional feria de Cali, una de las más populares del país. Con la etiqueta #QueTuPerreoNoMeMate las colombianas se han movilizado contra el cantante de reguetón. “Los recursos públicos no pueden estar alimentando contratos con personas instaladas en discursos y prácticas que perpetúan las violencias simbólicas y la misoginia”, señala un recurso jurídico interpuesto por colectivos feministas para evitar ver a Balvin en una de las ferias más relevantes de Colombia.

El malestar contra J Balvin no solo ha tenido que ver con sus canciones o premios, también ha sido contra él como persona, contra José Álvaro Osorio como ciudadano de un país que este año ardió en llamas y que le exigía pronunciarse sobre lo que pasaba en medio de las protestas que dejaron decenas de muertos y heridos. “Soy un colombiano orgulloso de llevar país y llevar a mi tierra a otras partes del mundo. No soy de izquierda, no soy de derecha, pero voy derecho caminando siempre pa’ lante”, escucharon los colombianos a principios de año en The Boy from Medellín (El niño de Medellín). Una producción de Amazon Prime en la que se vio a un J Balvin poco empático. El documental sigue al cantante a finales de 2019, cuando empezaban las protestas contra el Gobierno de Iván Duque, y su estreno coincidió con el momento en que ya se contaban los heridos por parte de la policía en las manifestaciones. Otra vez mal timing dirían algunos.

El cantante J Balvin, durante un concierto sorpresa en un bar en Medellín, este mes.
El cantante J Balvin, durante un concierto sorpresa en un bar en Medellín, este mes.RR. SS.

“Mediáticamente fue un año muy complicado para J Balvin. Parece que nunca supiera lo que pasa en su país, que no tuviera con qué aportar a las grandes conversaciones que se han dado en los últimos meses”, opina el periodista musical Sebastián Peña, para quien comercialmente tampoco fue el mejor año del reguetonero. “Su disco de este año ha tenido buen recibimiento, pero no como los anteriores. Aunque se suponía que iba a hacer una producción más personal [el disco lleva su nombre en mayúsculas sostenidas], al final solo Querido Río, la canción que dedicó a su hijo, respondió a lo que se esperaba. En este disco no hubo un gran aporte al género, como en otras producciones”, dice Peña, reportero de la revista Shock.

Un repaso por la prensa evidencia que en 2021 se habló más de sus polémicas que de su música. J Balvin no solo generó malestar entre las mujeres, entre las personas negras o entre los jóvenes que salieron a arriesgar sus vidas en las marchas de Colombia sobre las que guardó silencio, también lo hizo en la propia industria musical. El cantante cuestionó la organización de los Latin Grammy por las pocas nominaciones al reguetón, o más bien por las pocas nominaciones con su nombre, pues cantantes de reguetón había. “Los Grammys no nos valoran, pero nos necesitan. Es mi opinión y nada contra los otros géneros porque se merecen todo el respeto. Pero ya el truco está aburrido. Les damos rating, pero no nos dan el respeto. (P.D: Estoy nominado para que no vengan que estoy dolido)”, dijo el colombiano. Su mensaje prendió la chispa de Residente y desató una pelea con el cantante puertorriqueño, cuyo escenario fueron las redes sociales. “Estoy perdido, José. Si los grammy no nos valoran entonces por qué yo tengo 31 grammys” dijo entonces René Pérez, en uno de los muchos mensajes que le dedicó al colombiano.

Para Roberto Cardona, director en Colombia de Los 40 principales, si solo se habla de cómo le fue a Balvin comercialmente no fue un año malo, sino “regular”. “Aunque en el anterior disco pegó mucho más [tuvo al menos cinco hits], no ha dejado de estar en el top de los artistas latinos. Es el segundo más escuchado en Spotify y su nombre sigue siendo muy importante para la comunidad latina en Estados Unidos. Un tema aparte es lo que tiene que ver con su reputación. Ahí sí tuvo un año malo”, dice Cardona, que, sin embargo, ve injusto que se califique a un artista por lo que dice o hace como persona. “Yo no espero políticamente nada de un artista. Él ha sido coherente al separar las dos facetas. De cara a la gente es solo un artista que se guarda su vida de padre, su vida personal”, dice Cardona. Pero no es fácil separar al artista de su obra, menos cuando el artista dice estar dispuesto a cambiar y aprender, pero la realidad muestra otra cosa. “Estoy contento aprendiendo todos los días”, escribía el cantante unas horas antes de exhibir su reconocimiento como “cantante afro”.

“Musicalmente, ha corrido los riesgos de quien se atreve”, dice Cardona sobre el polémico reconocimiento. Cardona cuenta que Balvin ha intentando usar su gran alcance para servir de plataforma a géneros más olvidados. Recuerda las colaboraciones con el músico nigeriano Mr. Eazi como un ejemplo de su genuino interés. “Tal vez si él [Balvin] no hiciera afrobeat, ese sonido no estaría en los oídos de mucha gente hoy. Lo que él hace es ayudar a que todas esas sonoridades tengan más difusión, pero es entendible la polémica”, reconoce el periodista. “Balvin es como mi hermano, siempre nos intercambiamos música. Él quiere compartir su música y su cultura conmigo, yo quiero hacer lo mismo, así que te diré que quizá”, decía Mr. Eazi en una entrevista recientemente.

Tal vez es injusto que se evalúe cada movimiento de J Balvin, como no se hace con otros artistas, pero tantos desatinos en un mismo año no podían terminar en algo diferente a su imagen convertida en meme y una cruzada en su contra para que no se le permita subir al escenario este lunes en Cali. Tal vez, como dice Cardona, Balvin tenga que volver al principio para volver a ganarse la simpatía del público. “Este fin de semana cayó de sorpresa a una discoteca de Medellín. Nadie lo anunció, no vendió tickets. Lo puedes odiar, pero ver a J Balvin en una fiesta en la que esperabas a un dj….”, dice Cardona, que cree que el músico ha intentando con acciones como esta, reconciliarse con su público.

El nuevo año empezará para el cantante de Medellín con una gira de conciertos y su nombre en la programación del Festival Estéreo Picnic (FEP) en Bogotá ya genera malestar. “De aquí al FEP ustedes alcanzan a cancelar a J Balvin tres veces más”, escribió alguien en Twitter en octubre cuando se conoció el cartel de artistas. Con la última polémica, Balvin parece estar dándole la razón.

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