Con la apertura de las ventanas de traspasos en la NBA, muchos jugadores tienen poder de decisión sobre su futuro. Son muchos los contratos que se firman en la liga y que incluyen cláusulas de último año para que los propios jugadores puedan decidir si renovar o no.
A lo largo de las últimas horas hemos visto a varios aceptar esas opciones de jugador, volviendo a vestir la misma camiseta durante un año más. A menudo, la imposibilidad de obtener un contrato mejor hace que estos jugadores acepten renovar.
Es el caso de Nicolas Batum, por ejemplo. El alero francés ya no es el jugador que era antes y su rendimiento ha caído en picado. La temporada pasada, con los Hornets, Batum apenas promedió 3.6 puntos en 22 partidos disputados. Fue traspasado desde Oregon y ha reconocido, con acierto, que nadie le va a pagar más que los 25 millones que cobrará el año que viene.
Algo similar le pasa a Jabari Parker, que ha ejercido su opción de jugador con los Sacramento Kings y volverá a vestir el negro y violeta el año que viene. Lo hará cobrando casi 10 millones, más de lo que otro equipo podría haber ofrecido por el ex-número dos del Draft.
Otro caso como los anteriores lo hemos visto con Otto Porter. El jugador de los Bulls firmó en su día un contrato por valor de 28.4 millones anuales, cuando su potencial se antojaba mucho más alto. Quizás no haya resultado un bluff como otros, pero su valor está muy lejos de su salario que, por elección propia, volverá a recibir este año.
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