Januzaj pone de espaldas a todo el estadio


Quizá porque fue un único gol o porque la parroquia, tras el secarral de juego de la primera parte, temía por un resultado negativo, mascaba la tragedia. Pero lo cierto fue el que el tanto de Januzaj provocó una explosión de euforia sin muchos precedentes en el estadio. Que Anoeta es una bombonera ya no es una novedad. Comienza a ser un infierno para sus rivales, pero ayer hubo fases y tiempo para todo. El momento cumbre fue el del gol y los minutos posteriores de locura en los que la Real pudo sentenciar. Pero al descanso hubo un castigo colectivo en forma de silencio tras una ramplona primera mitad y al final se escucharon los latidos de algunos corazones que querían salir por la boca con las dos ocasiones del Valladolid. Hubo otro epílogo feliz, el séptimo consecutivo. Anoeta sigue siendo un carnaval, una fiesta permanente, casi un ‘after hour’.



El momento de mayor emoción, de paroxismo, llegó, claro, con el de tanto de Januzaj. Lo más llamativo fue que la grada familiar ya casi en su totalidad se entregó a la danza ritual de espaldas, todos agarrados. La Zabaleta, con Bultzada como motor, lo hace desde el minuto uno, el resto de sectores del estadio han ido entrando poco a poco, pero se van apuntando a la fiesta.

Lo curioso es que mientras un porcentaje elevado del campo le daba la espalda al juego porque celebraba el tanto como corresponde, llegó el cambio de Willian
José por Isak. No hubo lugar a manifestar reacciones de ningún tipo. Eso sí, con el sueco ya sentado en el banquillo, Bultzada le dedicó su cántico. De momento, tienen el de Willian
José metido en el cofre. Se desconoce si lo sacarán.

Móviles encendidos en azul

La noche empezó vistosa, con una acertada iniciativa del club para recibir al equipo mientras sonaba el himno Txuri Urdin. Repartieron unas láminas entre los asistentes e instaron a decorar la salida de los realistas enarbolando el móvil con la linterna encendida, cuyo reflejo era azul. La afición cantó a capela el ‘gazte, gaztedi’ para asombro de los 200 vallisoletanos, que quisieron contraatacar con sus coros y danzas propios.

El fondo sur trataba de empujar con sus habituales cánticos a una Real atascada que no encontraba la inspiración. El silencio al descanso fue explosión de decibelios con las ocasiones de los primeros compases del segundo tiempo. Marcó Januzaj, no lo hizo Sandro y hubo lugar para entonar el ‘Txoriak Txori’ tras el pitido final, que ya es una especie de coro de la victoria. Anoeta empieza a ser como Ibiza, una fiesta permanente.

No parecía que Anoeta fuera a mostrar sus mejores galas, pero la entrada fue espectacular al final. 30.611 espectadores disfrutaron de una nueva victoria, la séptima consecutiva, de una Real claramente al alza que está deleitando a los suyos durante la temporada. Hubo, asimismo, representación de la hinchada pucelana, cerca de 200, colocados en la esquina habitual del anillo superior. La próxima cita en Anoeta es el 15 de marzo en otro duelo de alto voltaje ante Osasuna.



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