Javier Pérez Andújar, lúdico y pop, gana el premio Herralde con ‘El año del Búfalo’

El escritor barcelonés Javier Pérez Andújar, tras ganar la 39 edición del Premio Herralde de Novela.
El escritor barcelonés Javier Pérez Andújar, tras ganar la 39 edición del Premio Herralde de Novela.Enric Fontcuberta (EFE)

El marchamo intransferible de la narrativa de Javier Pérez Andújar (Sant Adrià del Besòs, 56 años) es una fórmula con unas gotas lúdicas y situaciones un tanto alocadas que barnizan una conciencia social bien informada. Todo en sus libros va envuelto en un celofán que mezcla, de manera entrañable, la alta cultura con la pop. Y esos elementos, aún más acentuados si cabe, son los que manejan los cuatro artistas sin mucha suerte encerrados en un garaje con el fascismo y el colonialismo como telón de fondo en El año del Búfalo, la obra con la que el escritor barcelonés ha obtenido los 18.000 euros del 39º Premio Herralde de Novela. Más apocalíptica que alocada es la Cuernavaca rodeada de incendios en la que se sitúa la novela finalista de Daniel Saldaña. El mexicano escribe sobre tres antiguos compañeros de escuela que intentan apagar sus quemas interiores en El baile y el incendio.

La colección estrafalaria de voces y actitudes (recurso cada vez más acentuado en su producción) permite al autor de El príncipe valiente y Paseos con mi madre mezclar referencias tan dispares como el nazi Klaus Barbie, el escritor Patrick Modiano, el Cola-Cao, el televisivo detective Cannon, la CNT, el artista Joseph Beyus o el mismísimo coronel Sanders del pollo frito de Kentucky. Folke Ingo, un escritor finlandés comunista, es el médium a partir del que Pérez Andújar traba esta premiada novela que le afianza en la escudería Anagrama, sello al que legó poco antes de la pandemia con La noche fenomenal (2019), tras una larga trayectoria en Tusquets.

“Ser pop es como pagar el recibo del agua, para mí no es pop, es vida normal; es lo que eres: si has leído de pequeño al ratón Mickey, pues eso…”, explica Pérez Andújar Andújar uno de los poliédricos contenidos de El año del Búfalo, obra que admite que tiene “una clara tendencia a la entropía, al desvarío”. Y desde su misma génesis: la novela la tenía en la cabeza “desde hace casi 25 años”, empezada y dejada un montón de veces, y de lo que sólo quedan los 14 primeros folios, hoy prácticamente idénticos. “Me rajaba: siempre volvía a ella al acabar otra, pensando que era lo que en realidad quería escribir”. Basada en recuerdos de cuando era trabajador de la editorial RBA a partir de compañeros que habían sido montoneros y ex guerrilleros, “un montón de gente que traía una leyenda latinoamericana tras ellos”, fue durante la pandemia (“ese tiempo de nadie”) cuando, asegura: “Perdí la vergüenza y me lancé; los años también me han aportado más oficio para abordarla”.

Fácil no era: Ingo deja una novela póstuma sobre cuatro artistas encerrados en un garaje, hacia 1973, año del búfalo chino. En el proceso de edición de la obra, la historia relatada es pespunteada y contradicha partir de unas intencionadas notas a pie de página de una particular Santa Compaña intelectual, un grupo que, entre otros, integran la traductora española del libro, la madre finlandesa del autor, un profesor, un padre de uno de los artistas encerrados o la exdirectora de un peculiar cineclub de Santa Coloma de Gramanet. A ello se añaden “unas polifonías del autor desde el más allá sobre la condición humana a partir de los golpes de estado y del colonialismo del siglo XX… Y en esa línea, los narradores-personajes dan precisamente un golpe de estado y toman el libro… Quería que le pasaran cosas al libro y no a los personajes”, relata Pérez Andújar.

Amén de referencias habituales a los clásicos literarios (”tengo una deuda grande con ellos, pero primero hay que vivir y luego leerlos, por este orden, porque si lo haces al revés…”), humor y horror se entremezclan en una obra que “también tiene un tono político y de compromiso”, sostiene la editora de Anagrama, Sílvia Sesé. “He tomado kilos de Cola-Cao, pero tras ello también está un caso de explotación colonial española en guinea, por ejemplo. Todos es política y todo es pop, una forma de vivir”, reflexiona.

Esa actitud explica, asimismo, la presencia en la obra de un sinfín de dictadores y personajes políticos de regusto autoritario, como Pétain, Mogutu, Gadafi, el propio Franco… “También hace un cameo Carlos Puigdemont, dentro del maletero de un coche: lo que hace siempre, vamos”, desvela Pérez Andújar, desde los inicios crítico con el proceso independentista. La pincelada no deja de ser una muestra más del particular binomio humor y horror que va asomando en el libro: “Van paralelos, pero no mezclados; cuando la matanza de Paracuellos en la Guerra Civil, el dramaturgo Pedro Muñoz Seca, mirando al pelotón, les dijo: ‘Podéis quitarme la vida, la familia, los bienes, todo; lo único que podréis quitarme es el miedo que ahora tengo’. Así se combina humor y horror”.

También es fruto de una reencarnación literaria El baile y el incendio, la novela finalista. “La empecé hace siete u ocho años”, admite Saldaña (Ciudad de México, 37 años). Unos incendios que asolan Caravaca (”es una ciudad fea, venida a menos por culpa del narcotráfico, pero me obsesiona”, dice de un lugar en el que vivió varios años) traducen físicamente el ambiente también bastante irrespirable que se crea entre tres amigos de adolescencia que se reencuentran, para aflorar amistad, deseo y el fin de unas ilusiones que no dejan de plasmar el final de una época. La coreografía que prepara una de las del grupo de amigos, Natalia, a partir de la tradicional pieza de Mary Wigman, Hexentanz (una danza de las brujas), evoca los aires de la ciudad de Bajo el volcán de Malcolm Lowry y que resuena en la Caravaca de la obra de un pujante Saldaña, que en 2017 fue incluido en la lista Bogotá 39 de los mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años y en 2020 obtuvo el premio Eccles Centre & Hay Festival, que le sirvió para remachar la novela.

Su publicación como obra finalista es también una manera de afianzar la creación de Saldaña con Anagrama, donde este mismo año ha publicado ya Aviones sobrevolando un monstruo, conjunto de crónicas, reflexiones y ejercicios de metaliteratura que, como sus dos novelas anteriores, —El nervio principal y En medio de víctimas extrañas, ambas en Sexto Piso— son difíciles de clasificar


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