Kiko Rivera: “Para mi madre he sido su tarjeta de crédito”

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“Yo no voy a perdonar y menos olvidar”, sentenció Kiko Rivera sobre los hechos que ha ido descubriendo sobre la herencia de su padre, Francisco Rivera Paquirri, y las decisiones que sobre ella ha ido tomando su madre, Isabel Pantoja. De la larguísima conversación que el hijo más pequeño del torero –que murió el 26 de septiembre de 1984 a causa de la cornada que recibió en la plaza cordobesa de Pozoblanco– tuvo la noche de este viernes con Jorge Javier Vázquez al principio se pudieron entender conflictos económicos entre una madre y un hijo que podían tener dobles y triples interpretaciones según el abogado que las diseccionara. Pero pasada la madrugada, después de horas en las que la cámara enfocaba sin piedad el rostro desencajado del hijo de la ‘viuda de España’, llegó la bomba: ese hecho que ocurrió el 2 de agosto de este “maldito 2020” como dijo el propio Kiko y marcó un antes y un después en su relación con su madre.

Hasta entonces se había visto a un hijo asombrado ante papeles y fechas que demostraban, hasta donde él sabía explicar, que los deseos de su padre en cuanto al destino de sus bienes en el momento de su muerte, no habían sido respetados. Al menos no como él lo había dejado escrito en su testamento. El espectador que se topó con la entrevista permaneció enganchado a las palabras que iba desgranando un hijo que hasta hace tres meses adoraba a su madre y la ha defendido a capa y espada. “Mi madre, según esto”, dijo Kiko Rivera blandiendo una carpeta con papeles, “no es buena persona desde hace 34 años”. “Lo hago público porque he preguntado en privado muchas veces y la respuesta siempre ha sido: ‘no tengo nada’, como dando pena”. “Han dicho que soy un mantenido pero esto demuestra [de nuevo la carpeta en la mano], que yo he sido la tarjeta de crédito de mi madre”. “No puedo dejar de querer a mi familia, pero no puedo perdonar”. “Llevo años perdidos de relación con mis hermanos”. “Mamá ¿por qué me has hecho esto? Me has criado pensando que todo lo que se llamaba Rivera era malo”. “Toda mi vida he pensado que mi abuelo, mis tíos, mis hermanos no me querían y eso es muy triste porque no sé cómo se puede recuperar ese tiempo”.

Todas esas palabras salieron del fondo del alma de un hombre de 36 años que se encuentra en pleno proceso de curación de sus adicciones confesas, y se convertía por momentos en un niño abandonado y engañado por su madre, que imploraba la figura de un padre que murió cuando él tenía solo siete meses y el toro Avispado se cruzó entre él y su capote. Los papeles contenían fechas, disposiciones del padre fallecido sobre cómo repartir los bienes entre sus tres hijos –Francisco, Cayetano y Kiko Rivera–, sus padres y hermanos y su viuda, Isabel Pantoja, con quien se había casado el 30 de abril de 1983. El resumen de esta parte larga y densa es que Kiko Rivera cree que su madre le ha despojado de parte de su herencia y que ha utilizado Cantora, la finca que le legó su padre en propiedad y de la que ella tenía en principio el usufructo, para conseguir créditos que ahora la lastran. Todo realizando movimientos legales mientras él era menor de edad y su madre era su representante pero también parte interesada en los arreglos.

También se trataron irregularidades jurídicas sobre cómo terminaron por repartirse los bienes y las propiedades de Paquirri sin seguir estrictamente sus deseos. Pero lo peor ocurrió, cuando Kiko cabizbajo admitió, casi liberado de un pesado lastre, la información que un colaborador del programa acababa de enviar a Jorge Javier Vázquez a través de un mensaje a su teléfono móvil.

Ese día de agosto, que para Kiko resultó fatídico, descubrió por casualidad que en la habitación de su padre en Cantora estaban todas las pertenencias personales que había dejado en herencia a sus dos hijos mayores, Fran y Cayetano Rivera, y que llevan 36 años reclamando a Isabel Pantoja. Unas pertenencias –fundamentalmente trajes de torero, capotes y objetos personales de mayor valor sentimental que económico– que cuando los herederos del torero se presentaron a recoger hace años tras obtener una sentencia judicial que obligaba a Pantoja a entregarlas, ella declaró que se las habían robado y que había presentado una denuncia. Hechos que los colaboradores del programa calificaron como punibles y por los que Isabel Pantoja podría ser acusada de obstaculización a la justicia y denuncia falsa.

“Me quedé en estado de shock”, dijo Kiko Rivera recordando ese momento. “Esa habitación suele estar cerrada con llave pero había entrado en ella muchas veces acompañado por mi madre y allí no había nada de eso”, continuó explicando. Solo unos minutos antes había entrado en directo al programa una llamada de Francisco Rivera que sin dar más detalles se dirigió directamente a su hermano: “Siento muchísimo el dolor que estás pasando porque yo he sufrido mucho. Solo quiero decir que te apoyamos y que cuentes con nosotros. Hay más pero callamos por respeto a ti. Yo sé esto desde hace muchos años, lo he sufrido en silencio por respeto a mi hermano. Papá estaría muy orgulloso”, y tuvo que interrumpir la llamada entre sollozos telefónicos y la emoción contenida de Kiko Rivera en el plató, que más tarde dijo que él ya había pedido perdón a sus hermanos por algo que él no había hecho.

Lo que se derive de todo esto parece largo y arduo, difícil de solucionar sin que intervenga un juzgado según explicó el mismo Dj. Pero lo que sí dejó claro lo resumió en una frase lapidaria: “La relación con mi madre está acabada desde el 2 de agosto, ella no estuvo a la altura”.


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