La alarmante sequía de Joao Félix


Lo de Joao Félix comienza a preocupar. El jugador del Atlético de Madrid sigue sin ofrecer el rendimiento esperado. Y ya van unas cuantas semanas. Desde que reapareció de su lesión (un esguince de tobillo) que le mantuvo varias jornadas en el dique seco, el portugués está ofreciendo su calidad con cuentagotas. Poco para lo que necesita un equipo como el rojiblanco.



El sábado, frente al Eibar, Joao volvió a ser sustituido. Pero es que hasta ese momento, tampoco había mostrado sus cualidades de forma continuada. Un disparo a los 14 minutos desde fuera del área que desvió Dimitrovic y un mano a mano que resolvió horriblemente (la acción había sido invalidada por fuera de juego) fueron las jugadas más peligrosas que protagonizó en el primer acto.

Mejoró sus prestaciones tras el descanso. Al menos en intenciones. Porque Joao quiso echarse el equipo a la espalda, bajando hasta su propio campo para entrar en contacto con el esférico e iniciar los ataques del conjunto rojiblanco, y mostrando un carácter casi desconocido, protestando, reclamando y yendo al suelo para robar balones.

Asombrosa racha

Unos brotes verdes que no ocultan que Joao Félix pasa por su peor momento en el Atlético de Madrid. Y no sólo en sensaciones, también en números, aunque desde el club mantienen plena confianza en él y voces autorizadas como Paulo Futre piden paciencia. Para encontrar su último gol hay que remontarse más allá de un mes, al 11 de diciembre, frente al Lokomotiv, en el Metropolitano, cuando anotó de penalti.

Su último tanto en jugada fue el ¡1 de octubre!, de nuevo ante el conjunto ruso, esta vez a domicilio. Pero es que para ver su última diana en Liga, hay que remontarse hasta el 25 de septiembre, cuando vio puerta en Son Moix frente al Mallorca. Casi cuatro meses sin ver puerta en Liga. Suma cuatro goles y una asistencia en 21 partidos en la presente temporada.

En total, Joao lleva 589 minutos de sequía. Y sin marcar en jugada lleva 983 minutos. Una barbaridad para un futbolista muy joven sí, pero que está llamado a marcar diferencias y que lleva encima una mochila muy pesada, de 126 millones de euros.


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