La artesanía indígena se sube a la pasarela en EE UU



Los hilos de colores y cuentas ensartadas de los indígenas mexicanos de Jalisco y Nayarit desfilarán este sábado en la Semana de la Moda de Nueva York, que comienza hoy. La mexicana Patricia Govea se ha inspirado en ancestrales artesanías para su colección Wixárica y ha ensamblado y combinado en sus propuestas estos bordados sin mutilarlos ni imponer su criterio de colores. Las mujeres huicholes los trabajan y la diseñadora los incorpora a sus creaciones: un cinturón, un remate, unos puños. “Es un proyecto compartido, ellos también diseñan. No es solo una idea de moda, es un propósito. El lujo ahora es la conexión humana”, dice por teléfono la creadora, que vive desde hace cuatro años en Los Ángeles.
Las tiendas de moda y de enseres varios están en México plagadas de diseños inspirados en las artesanías indígenas o directamente elaborados con esas técnicas. Son productos bien hechos y se cobra por ellos en consecuencia. Pero el binomio indígena y moda trae a la mente la reciente polémica protagonizada por Carolina Herrera y su colección inspirada en los textiles de las poblaciones prehispánicas de México. Se le acusó de apropiación y de enriquecerse a cambio de ideas que no eran suyas. Patricia Govea (Nayarit, 1972) quiere distanciarse de ese proceder. Empezó trabajando con una comunidad de 25 personas y ahora son 300 las que han conseguido un trabajo remunerado por sus bordados. El proyecto ha combinado además programas de capacitación laboral, salud y bienestar, explica en su página web.
“Indudablemente”, responde la diseñadora cuando se le pregunta si esos valores han decantado su elección para desfilar en el certamen de moda neoyorquino. De 100 proyectos apartados en una primera criba, ha sido elegida entre los 10 ganadores, donde hay una diseñadora de Pakistán, otra de Londres, una de Canadá… “Yo soy la única mexicana, latinoamericana”, dice con emoción.

Patricia Govea

Hace bien poco ni siquiera estaba en las redes sociales. Desde que acabó su formación y montó una tienda de ropa en Ciudad de México han pasado más de 20 años y no había diseñado hasta ahora, por eso participa en Nueva York entre los valores emergentes. Importaba y vendía ropa, primero de Los Ángeles, luego de Nueva York , Madrid, París… “Era un mundo atractivo, pero fácil, pero con los años mi perspectiva ha cambiado: amo la moda y lo sofisticado, pero ahora busco la conexión con otras mujeres (el 98% de quienes bordan lo son) que tienen necesidades como cualquier otra: un trabajo remunerado, llevar un plato a la mesa, sus familias, la educación de sus hijos”.
La diseñadora recuerda que casi un tercio de la población mexicana es indígena y que la mayoría vive en comunidades con notables carencias. “La mayoría de la gente los conoce, pero no ha tenido conexión con ellos, no ha experimentado empatía. Cuando te duelen, cuando se convierten en tu familia, entonces tu proyecto cambia. Estos diseños también son suyos y como tal aparecen identificados. Son grandes artistas, con un manejo del color nato”, reflexiona.
Govea habla de su colección y de su forma de trabajar citando las palabras solidaridad y empoderamiento, menciona la promoción de las raíces, el orgullo de lo propio, la tradición y la dignificación del trabajo. Es consciente de que en la actualidad un proyecto así puede tacharse de oportunista debido al relieve que han tomado esos elementos en el ámbito cultural y comercial. “Sé que esto es delicado, porque esta gente vive con mucha pobreza, pero creo que estamos dando oportunidades de trabajo, creo que cada uno debemos colaborar con lo poco, lo mediano o lo mucho que podamos. Nosotros, los diseñadores, podemos tener nuestras inspiración o motivación, pero hay que darles su crédito y apoyarlos. No todo puede ser ganar y ganar”.


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