El partido del debut liguero del nuevo Athletic de Valverde recordó mucho en ciertos aspectos al de la etapa de Marcelino e incluso de Garitano. Los leones hicieron ocasiones más que suficientes para batir la portería de su rival, en este caso un sólido y consistente Mallorca, pero fueron incapaces de hacer gol. Las malas decisiones, el meta rival e incluso los postes impidieron que los rojiblancos se llevaran el premio al que se hicieron acreedores.
Por intentarlo no quedó. Ni dentro ni fuera del campo. El equipo bilbaíno empujó de principio a fin, pero, lamentablemente para sus intereses, careció de punch. Su entrenador hizo una firme apuesta ofensiva desde el mismo momento de confeccionar la alineación.
El técnico gasteiztarra, a diferencia de su antecesor en el cargo, no se limitó a cambiar pieza por pieza. Al contrario. Su apuesta inicial llevó implícito un claro mensaje al situar a Vesga como ancla con Muniain y Sancet como los otros dos vértices de lo que podría entenderse como el trivote de la zona ancha.
Luego, con la cada vez más evidente necesidad de ver portería, recurrió a Zarraga al mismo tiempo que iba dando entrada paulatina a Raúl García, Nico Williams, Guruzeta e incluso a Malcom. Este joven delantero bilbaíno, que la pasada campaña arrancó en el Basconia, debutó en Primera el mismo día en que Muniain celebraba su partido 500 como león.