La casa de Sultana Jaya se convierte en símbolo de la resistencia del Frente Polisario en el Sáhara Occidental

Sultana Jaya posa en su casa de Bojador con la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática, acompañada de otras militantes pro Frente Polisario, este sábado.
Sultana Jaya posa en su casa de Bojador con la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática, acompañada de otras militantes pro Frente Polisario, este sábado.Francisco Peregil Pecellín

La activista Sultana Jaya, de 41 años, sube cada tarde a la azotea de su casa de Bojador, en el Sáhara Occidental controlado por Marruecos, con banderas de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Suele hacerlo junto a su hermana Elwara, de 48 años, que vive con ella y la madre en una casa de dos pisos. La puerta de acceso a la azotea está cerrada, soldada desde afuera. Jaya sostiene que “las fuerzas ocupantes marroquíes” la soldaron el 5 de diciembre para impedir que ella saque las banderas. Relata que ese mismo día cogió un pedrusco y abrió un agujero en la pared. Y que desde entonces pasa cada tarde a través de él para desafiar al régimen marroquí con las banderas. Después difunde las imágenes en las redes sociales, que es donde en realidad está librando su batalla.

Jaya se convirtió desde el año pasado en el gran símbolo de la resistencia del Frente Polisario dentro de lo que el grupo saharaui considera los “territorios ocupados” de Marruecos. La organización armada rompió el alto el fuego con Marruecos suscrito desde 1991 ante la ONU el 14 de noviembre de 2020. Cinco días después, Jaya comenzó a denunciar en las redes que estaba sufriendo un asedio de las fuerzas “ocupantes” alrededor de su casa. Para las autoridades marroquíes consultadas por este diario las denuncias de Jaya no son más que “propaganda sin ningún fundamento”.

Sultana Jaya (también escrito como Khayya) asegura que está constantemente vigilada por policías vestidos de paisano. Afirma que han invadido varias veces su hogar, que han destrozado sus muebles. Y lo más grave: denuncia que su hermana Elwara, de 48 años, sufrió una violación con un palo de la bandera saharaui el 12 de mayo de 2021. Y que a ella la han violado dos veces con los dedos de la mano hombres encapuchados que entraron de noche en su casa, el 15 de noviembre y el 5 de diciembre.

“No soy la primera mujer a la que violan los marroquíes. Soy la primera que lo denuncia”, afirma Sultana en su casa del municipio de Bojador, de 30.000 habitantes.

La entrevista con Jaya se desarrolló este sábado. La acompañaban en su casa, además de la hermana, varios militantes saharauis y dos activistas estadounidenses pertenecientes a la organización Human Rights Action Center (HRAC). Una de ellas es Ruth McDonough y el otro es un médico que prefiere presentarse como Alí y mantenerse en el anonimato. Ambos aseguran haber entrado en la casa de forma clandestina el 16 de marzo. “En cuanto publicamos en las redes que estábamos en la casa, los policías empezaron a despejar la zona. Siguen vigilando, pero de forma mucho más discreta. Y a partir de nuestra llegada permitieron entrar a los amigos de Sultana. Todos los muebles que ves aquí los trajeron ellos. Porque cuando yo entré solo había cemento. La policía había destrozado todo y Sultana no tenía nada”, añade Alí.

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Mohamed Salen Saadoun, director regional del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH), órgano oficial que mantiene ciertas semejanzas con el Defensor del Pueblo español, asegura que no ha podido constatar la veracidad de ninguna de las denuncias públicas planteadas por Jaya.

Salen afirma que su organismo ha intervenido hasta en 17 ocasiones en 2021 para tramitar expedientes de Sultana. Y en ninguna de ellas han constatado ningún “asedio”. “Ni nosotros lo hemos visto ni las autoridades nos han dicho que lo haya”, señala Salen. El responsable local del CNDH afirma que una de las intervenciones fue para solucionar un problema de luz. “Sultana se quejaba de que no tenía electricidad, pero ni siquiera había formulado la solicitud”.

Mohamed Salen indica que varios miembros de este organismo oficial han acudido a la casa de Jaya hasta en tres ocasiones. “Todas las veces fuimos sin avisar a las autoridades. Y nunca vimos a ningún policía. La última vez fuimos con un médico. Pero Jaya nunca nos abrió la puerta”.

Sultana Jaya asegura que solo se presentaron una vez, en febrero. “En la casa hemos estado un año sin luz y 14 meses con torturas. No tengo confianza en el CNDH porque es un organismo marroquí”.

Respecto a la prohibición de salir de su casa, el responsable en la región del Aaiún del CNDH, esgrime: “En Marruecos hay mujeres pro Frente Polisario que son más conocidas que Sultana Jaya. Por ejemplo, Galia Yimi (también se escribe como Djimi) o Aminetu Haidar. Ellas viajan cada vez que quieren al extranjero. ¿Por qué se va a impedir a Jaya que haga lo que otras activistas hacen?”

Sultana Jaya responde: “Yo también he viajado a España y a otros lugares. Pero desde que se rompió el alto el fuego ya no me dejaron salir”. Hassanna Douihi, activista de 56 años, amigo de Jaya, contesta también: “La pregunta buena no es por qué no la dejan salir sino por qué no han permitido que nadie la vea. Solo han empezado a dejarnos entrar a partir del 17 de marzo, dos días después de que consiguiéramos meter aquí a estos dos observadores americanos”.

Hassanna Douihi asegura que en más de 480 días de “asedio”, Jaya no ha podido recibir la visita de ningún observador de derechos humanos, ni de ningún periodista. “Solo dejaban traer comida a dos hermanos y una hermana que viven cerca de ella. A mí me golpearon un día que quise entrar. Solo logré pasar a su casa una vez, el 19 de febrero de 2021, el día en que la policía golpeó en el pómulo a Sultana”. “Ha habido más de 40 intentos frustrados de entrar en esta casa y nadie lo consiguió. Tampoco había entrado hasta hoy ningún periodista”, añade Douihi.

Cuando se le pregunta a Sultana Jaya por qué cree que las autoridades han permitido el acceso de este diario a su casa, la activista responde:

–Esto es un regalo que Marruecos le ha hecho a Pedro Sánchez.

Sultana califica la carta firmada por el presidente del Gobierno español al rey Mohamed VI como una “traición al pueblo saharaui”. En ella, el presidente español asegura que la propuesta de autonomía –presentada por Marruecos en 2007– es la base más “seria, realista y creíble” para resolver el conflicto. “Y, además, la carta va en contra del derecho internacional. Sobre todo, teniendo en cuenta que España tiene una responsabilidad histórica con el pueblo saharaui”, concluye.

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