La comisaria europea de Salud: “El peso de ómicron es suficiente para abrumar a muchos sistemas sanitarios”

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La comisaria europea de Salud, la chipriota Stella Kyriakides (Nicosia, 1956), sigue haciendo las entrevistas por vía telemática casi dos años después del inicio de la pandemia, quizá el mejor resumen de su visión sobre la situación actual: “Estamos viendo una transmisibilidad de ómicron muy alta”, arranca Kyriakides en una entrevista concedida este miércoles a EL PAÍS junto a un reducido grupo de medios europeos. Ella se encuentra en Estrasburgo, donde este jueves el pleno del Parlamento Europeo ha respaldado una de sus iniciativas, la de dotar de mayores poderes, competencias y recursos a la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés) ante futuras crisis sanitarias. La situación actual, asegura la comisaria, sigue siendo potencialmente “grave para los sistemas de salud”. La nueva mutación del virus “puede ser leve en términos de infecciones para los individuos, pero no debe considerarse en absoluto una variante leve”.

La ómicron ya ha sido identificada en todos los países de la UE y del Espacio Económico Europeo (Noruega, Islandia y Liechtenstein), según el último informe semanal del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés). Entre el 20 de diciembre de 2021 y el 2 de enero de 2022, 21 países europeos con “un volumen de secuenciación adecuado” informaron de una prevalencia estimada de la ómicron del 46,4%, “el doble que la semana anterior”, describe este organismo.

“Sigue siendo un virus peligroso”, retoma el hilo Kyriakides. “El peso de los números que estamos constatando es suficiente para abrumar a muchos sistemas sanitarios, y ahora estamos viendo un aumento en las hospitalizaciones, por ejemplo, en Estados Unidos con un número de pacientes más jóvenes y especialmente de niños que entran en el hospital”.

En este contexto de “coexistencia” entre la nueva modalidad vírica y la previa (la delta) no todo son malas noticias. “Sabemos que las vacunas siguen ofreciendo buenos niveles de protección frente a la enfermedad grave y la hospitalización cuando se trata de la ómicron, sobre todo con la dosis de refuerzo”, subraya la chipriota. Aunque, teniendo en cuenta las informaciones del ECDC, se espera “un aumento de los ingresos hospitalarios en varios países, en particular entre el grupo no vacunado y especialmente los niños”, la comisaria valora también otros datos sanitarios: “Hemos tenido estabilidad en las cifras de la tasa de mortalidad y de los ingresos en la UCI durante seis semanas”.

En la UE, casi el 70% de la población está completamente vacunada, cerca de un 40% han recibido el pinchazo de refuerzo (y hasta un 46% entre los adultos) y en torno al 23% de menores de 18 han sido protegidos con al menos una dosis. “Aún no hemos alcanzado el nivel de vacunación en la UE suficiente para protegernos de la ómicron”, sopesa Kyriakides. “Millones de europeos siguen sin vacunarse […] y está cada vez más claro que los Estados miembros que más van a sufrir son aquellos con menores tasas de vacunación”.

Sobre la llegada de una nueva generación de viales adaptada a la ómicron, zanja: “Es crucial vacunarse e inocularse el refuerzo ahora: no hay que hacer creer a nadie que debe esperar a una vacuna mejor en el futuro. La mejor vacuna es la que podemos poner ahora. Y, de cara al futuro, nos aseguraremos de que se produzcan y aprueben otras adaptadas lo antes posible, si es necesario”. Tampoco descarta que vayan a prescribirse más pinchazos, aunque ha de combinarse con otras prioridades: “La discusión de la cuarta dosis está en marcha”, asevera, “pero no voy a renunciar a los millones de europeos que no están protegidos”.

En cuanto a la “segunda línea de defensa” frente a la covid, la comisaria avanza que la EMA tiene previsto aprobar la semana que viene el uso de la pastilla oral de Pfizer contra el coronavirus, que reduce un 90% las hospitalizaciones y muertes en enfermos graves (en Estados Unidos recibió luz verde en diciembre); al antivirus oral de la farmacéutica Merck, añade Kyriakides, le llegará el turno en febrero.

Es pronto para aventurar un final de la crisis sanitaria: “He visto muchos giros a lo largo de esta pandemia, así que no haré predicciones sobre si esta va a ser la última ola o no”, despeja. “Las variantes son una amenaza siempre presente para nuestra vuelta a la normalidad y pueden cambiar el curso de la pandemia muy rápidamente”. A la vez, comienza a ser inevitable pensar que la UE se encuentra en uno de esos momentos en que la pelota de la covid parece haber golpeado la red, y ahora, siguiendo el símil tenístico, el virus podría caer en cualquier lado de la pista: o bien seguir provocando el colapso de sistemas sanitarios y matando gente o bien volverse una enfermedad endémica, vacuna mediante, permitiendo a los ciudadanos convivir con el virus.

Algunos países, como España, lideran una avanzadilla de Estados que ya estudian el tránsito hacia una casi normalidad, con un sistema de vigilancia que trate la covid de forma similar a la gripe, sin un recuento pormenorizado de casos ni sistemas de pruebas al menor síntoma; observándola como una enfermedad respiratoria más.

Kyriakides concede que la situación con ómicron “podría requerir un enfoque más pragmático adoptado para garantizar que los sectores clave sigan funcionando al tiempo que se minimiza el riesgo para los ciudadanos”, y hace referencia a la última guía del ECDC, que aporta una visión más laxa, con propuestas que incluyen “periodos de cuarentena más cortos” y “la realización de pruebas de detección rápida de antígenos para liberar a los pacientes de la cuarentena”, según el texto. “Las orientaciones del ECDC pretenden equilibrar la evidencia científica con el enfoque pragmático”, explica la comisaria; estas directrices, añade tratando de mantener ese equilibrio en sus palabras, valoran “la rápida propagación de ómicron, que depende también del estado de vacunación de los sistemas nacionales de salud” y a la vez “cómo los Estados miembros conciben las cuarentenas y el aislamiento según sus realidades epidemiológicas”.

Hablando de tenis, la chipriota no elude valorar el reciente episodio del número uno de este deporte, que fue deportado de Australia esta semana después de una tragicomedia propia de esta nueva normalidad. “La discusión sobre Novak Djokovic se impuso a la discusión sobre el propio Open de Australia en los últimos días”, lamenta. Ahora que Francia ha confirmado que el serbio tampoco podrá jugar Roland Garros si no se vacuna (se le exigirá la pauta completa, igual que a los espectadores y el resto de profesionales implicados), Kyriakides afirma: “La forma en que los Estados miembros decidan cómo van a tratar el acceso a los eventos deportivos, culturales y de ocio es algo que decidirán los Estados miembros”. Y apostilla: “Donde hay reglas, estas tienen que ser seguidas por todo el mundo”.

Luego insiste, por última vez durante la entrevista, en la importancia de convencer “con mensajes claros” a toda la población de que se vacune: “Es la ciencia y son los números los que hablan. Y si miramos lo que está ocurriendo ahora, con estas cifras [de contagios] récord, en gran medida son los no vacunados los que están en los hospitales; están perdiendo la vida y están gravemente enfermos”, concluye la comisaría. “Hasta que la covid se convierta posiblemente en endémica, tenemos que entender que es un virus peligroso y tenemos que protegernos a nosotros mismos, a nuestras comunidades, y protegernos también contra todas las variantes emergentes”.

En este sentido, añade, quizá tenga que darse una discusión sobre la imposición por vía legal de la vacuna, un camino que varios países, como Austria, Grecia e Italia, han emprendido. “La persuasión siempre es mejor que la coerción”, sopesa Kyriakides. “Pero a la vista de la presión que ejerce el virus sobre los sistemas sanitarios, es posible que haya que debatir sobre la vacunación obligatoria. Aunque Bruselas no puede decir a los Estados miembros que obliguen a vacunar. Ellos son los más indicados para decidir”.


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