La declaración de unos vecinos activa los protocolos de violencia machista tras una agresión en Alicante

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Un agente de la Policía Nacional, en una imagen de archivo.
Un agente de la Policía Nacional, en una imagen de archivo.POLICÍA NACIONAL (Europa Press)

A principios del pasado mes de enero, un hombre escuchó una fuerte discusión en la casa de enfrente, ubicada en uno de los barrios de la zona norte de Alicante. A través de una ventana, asegura, pudo ver cómo su vecino atacaba a su pareja con un cuchillo, provocándole varios cortes en el brazo, y, posteriormente, amenazaba a su hijo de cuatro años con la misma arma. El testigo avisó a la Policía Nacional y los agentes enviados encontraron en el lugar de los hechos al agresor y sus tres hijos, entre un caos de objetos rotos y desperdigados por el suelo. La víctima fue hallada en la calle, tratando de taponar la herida con un vendaje rudimentario. El testimonio de los niños y de los vecinos fue el que permitió activar el protocolo de violencia de género, que condujo a la detención del agresor, con antecedentes por hechos similares. También se procedió a la protección de la víctima, que en todo momento negó el ataque y rechazó denunciar a su pareja.

Los agentes enviados tras la llamada de alerta se entrevistaron en primer lugar con los vecinos, quienes narraron la pelea protagonizada por la pareja en pleno día e identificaron la vivienda en la que se había producido el ataque. El presunto agresor, de 32 años y nacionalidad paquistaní, se encontraba en su interior, acompañado por los tres hijos que la pareja tiene en común: un bebé de tres meses, una niña de tres años y un niño de cuatro. Tras reducir al hombre, los agentes asistieron a los niños, que, llorando y muy asustados, contaron lo que había sucedido. Su padre había atacado a su madre con un cuchillo de caza, relatan fuentes policiales, y los objetos que había en el suelo se habían roto durante la discusión. Los pequeños confesaron también que su padre les había advertido de que no contaran nada en el colegio, porque la culpa era de su madre.

Tras detener al agresor y atender a los niños, una dotación policial se encargó de localizar a la víctima, una mujer española de 45 años, que había escapado del domicilio. La encontraron en la calle, cerca de su vivienda, con un vendaje con el que protegía su brazo; una de las cuchilladas había afectado a un tendón. Fue trasladada de inmediato al Hospital General de Alicante, situado en las inmediaciones del lugar de los hechos, donde fue asistida. Pese a que los agentes le informaron de todos sus derechos y de los servicios sociales y asistenciales con que contaba, señala la policía, en todo momento “negó haber sido agredida por su marido”.

La investigación, de la que se responsabilizó el grupo I de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría Provincial de Alicante, tuvo que cimentarse en las declaraciones de los vecinos, ya que en su declaración en dependencias policiales, la víctima seguía negando el ataque e incluso justificaba la discusión mantenida. Los diferentes testimonios recabados corroboraron que lo ocurrido era un episodio de violencia de género. Uno de los testigos aportó que, después del ataque, el detenido había amenazado a su hijo mayor, que tuvo que correr y esconderse detrás del sofá.

El informe vecinal “fue suficiente”, indica la policía, “para que la autoridad judicial decretase una medida cautelar de orden de protección a favor de la mujer y de sus tres hijos”. La mujer permanece en un centro destinado a víctimas de la violencia de género y de los niños se ha hecho cargo la abuela materna. El arrestado pasó a disposición del juzgado de instrucción de guardia, sin que haya trascendido la decisión judicial.

Fuentes policiales señalan que en “muchas ocasiones”, las víctimas de violencia de género sienten “pánico a las posibles represalias de sus parejas si las denuncian”, por lo que “la colaboración ciudadana de testigos, vecinos, familiares o amigos” es de “vital importancia” para sacar a la luz este tipo de agresiones. El miedo y la dependencia emocional son los dos principales factores que influyen en las víctimas que no quieren denunciar a sus agresores, sostiene la psicóloga Marisol Rojas. “Una mujer maltratada durante mucho tiempo”, continúa, “queda anulada, sin autoestima, sin personalidad, casi”. Llegan a “minimizar las agresiones y a justificar a sus maltratadores”, lamenta. Por este motivo, Rojas opina que es crucial el apoyo externo, “alguien que dé soporte a la víctima”, que se ofrezca a escucharla o, incluso, a “acompañarla a denunciar”. En su opinión, los vecinos que denunciaron este caso “son un ejemplo” de que, aunque todavía no es muy habitual, “a nivel social, cada vez hay más conciencia” en favor de la lucha contra la violencia de género.

Por su parte, Salvador Samper, que lidera el Observatorio Español de Delitos Informáticos (OEDI), entre los que se incluyen los de violencia de género, afirma que “ya empieza a haber una masa crítica de población que se da cuenta de la importancia de denunciar cualquier tipo de amenaza o riesgo” que sufra una persona de su entorno. La reacción de estos vecinos es, a su juicio, “muy positiva”, aunque alerta de que la ciudadanía es más “reactiva” en los casos de agresiones físicas que en las digitales, donde aún se tarda demasiado en denunciar.

El 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas del día y en 52 idiomas diferentes, al igual que el correo 016-online@igualdad.gob.es. También se presta atención mediante WhatsApp a través del número 600 000 016, y los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10.


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