Después de varias décadas de duro trabajo labrando la tierra, Julián Díaz y Pilar García empezaron a pensar que 2019 sería, por fin, el comienzo de una buena etapa para sus vidas. Las legumbres que Díaz cosechaba y García almacenaba eran uno de los productos estrella en el 90% de los restaurantes de Arévalo (Ávila) y dos de sus leguminosas (el garbanzo y la alubia canela) consiguieron el oro y la plata respectivamente en los premios Alimentos Artesanos de Castilla y León. Esa pequeña llama de felicidad se apagó con la tormenta que trajo el coronavirus a comienzos de 2020: la hostelería cerró y sus únicos puntos de venta (varias tiendas físicas de unos amigos de la zona) se vinieron abajo. “Fue un bajón, pero se lo dije claro a Julián: ‘Chico, aquí no nos podemos quedar. Hay que reinventarse”, cuenta García. En menos de un mes abrieron una tienda online, crearon una web con contenidos novedosos de su negocio y diseñaron un modelo logístico que les permitiera llegar a clientes de todas partes. “Yo estaba reñida con la tecnología y esto de Internet nunca me había convencido. Pero ante esta situación hay que estar a la altura y actualizarse. De momento, está funcionando”, narra la empresaria mientras organiza varios pedidos.
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