Estados Unidos vuelve a crecer. El producto interior bruto (PIB) de la primera economía mundial aumentó un 0,6% (un 2,6% anualizado) en el tercer trimestre del año, a pesar de las agresivas subidas de los tipos de interés oficiales que ha aprobado la Reserva Federal para enfriarla, según los datos publicados este jueves por la Oficina de Análisis Económico (BEA) del Departamento de Comercio.
“El aumento del PIB real refleja incrementos de las exportaciones, el gasto de los consumidores, la inversión fija no residencial, el gasto del Gobierno federal y el gasto de los Gobiernos estatales y locales, que se vieron parcialmente compensados por los descensos de la inversión fija residencial y la inversión en inventarios privados. Las importaciones, que se restan en el cálculo del PIB, disminuyeron”, ha explicado.
El dato se ha situado ligeramente por encima de lo previsto (una tasa anualizada del 2,4%), gracias sobre todo al sector exterior. Pese a la fortaleza del dólar, las exportaciones han crecido con fuerza (Estados Unidos está exportando más petróleo que nunca) y las importaciones han disminuido, ya que el consumo se frena.
Los datos muestran un rápido enfriamiento del sector inmobiliario. La subida de los tipos de interés hipotecarios (las tasas a 30 años acaban de superar el 7% por primera vez desde 2001) han lastrado la venta de viviendas, lo que supondrá un frenazo para la construcción. El sector residencial ya retrocede un 7,4% en el trimestre. El consumo, principal motor de la economía, crece un 0,4% en términos reales, pero también empieza a frenarse ante la elevada inflación. Esos dos factores evitan ver la vuelta al crecimiento con mucho optimismo y no ahuyentan el fantasma de una próxima recesión.
Comercio internacional
La economía estadounidense ha tenido un comportamiento singular este año, con dos ligeros retrocesos trimestrales consecutivos, del 0,4% en el primer trimestre y del 0,1% en el segundo, lo que tradicionalmente se considera un indicador de recesión. Sin embargo, esos descensos de actividad han venido acompañados de una fuerte creación de empleo y de una tasa de paro históricamente baja, en el 3,5%, según el último dato, lo que hace albergar dudas de que se pueda considerar que efectivamente había una recesión. La variación de existencias y, sobre todo, el comercio internacional, más volátil en mediciones trimestrales y afectado por los atascos en la cadena de suministros, han jugado un papel clave en esas aparentes distorsiones.
Lo curioso es que ahora que parece que el mercado laboral empieza a enfriarse y a sentir las subidas de tipos con que la Reserva Federal quiere combatir una inflación en máximos de cuatro décadas, la contabilidad nacional muestra un PIB al alza. Los economistas creen que esas subidas de tipos pueden acabar provocando una recesión en toda regla el próximo año, que frene la actividad y haga subir de forma significativa la tasa de paro. Se espera que el banco central apruebe la semana próxima la cuarta subida consecutiva de 0,75 puntos en los tipos de interés oficiales, lo que los dejará en un rango del 3,75% al 4%, cuando a principios de año estaban prácticamente en cero.
La propia inflación, la incertidumbre y las cambiantes condiciones de la economía dificultan la medición del PIB. Lo publicado hoy es la primera estimación del dato del tercer trimestre, a la que seguirán al menos dos revisiones en los próximos meses, lo que obliga también a tomarla con cierta cautela.
El dato llega en plena recta final de la campaña para las elecciones legislativas de la mitad del mandato de Joe Biden. Para los votantes, la economía es el principal problema de Estados Unidos. El dato del PIB, sin embargo, es mucho más frío que el de creación de empleo y, sobre todo, que el de inflación, que es el que está dominando la campaña. Los republicanos confían en arrebatar a los demócratas el control de la Cámara de Representantes y tienen esperanzas en conquistar también el Senado, aunque ahí la situación está más equilibrada.
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