Un operario trabaja en una fábrica de viales de insulina de la farmacéutica Eli Lilly en Fegersheim (Francia), en una imagen de 2015.FREDERICK FLORIN (AFP)
Una de las grandes batallas del presidente Joe Biden ha triunfado. El gigante farmacéutico estadounidense Eli Lilly ha anunciado este miércoles la bajada en un 70% del precio de “las insulinas más prescritas” en el país, de las que dependen millones de ciudadanos insulinodependientes. Biden ha peleado durante sus dos años de mandato por poner un límite de 35 dólares mensuales a un tratamiento que en el mercado libre supone varios cientos, y ahora Eli Lilly le ha hecho caso. La última vez que se refirió públicamente a la necesidad de regular los precios fue durante el debate sobre el estado de la Unión, el pasado 8 de febrero.
“Eli Lilly toma esta medida para facilitar el acceso a las insulinas Lilly y ayudar a los estadounidenses que pueden tener dificultades para navegar a través de un sistema de salud complejo [mercado libre], que puede impedirles conseguir insulina a un precio razonable”, ha dicho en un comunicado la farmacéutica, que tiene su sede en Indianápolis y fue la primera compañía que comercializó la insulina en el país en 1923.
La decisión supone poner un límite automático de 35 dólares al mes para las personas que tienen un seguro privado, el tope que ha venido pidiendo el presidente Biden, y menos para las que no tienen seguro, como los beneficiarios de Medicaid, el sistema para ciudadanos sin recursos. La farmacéutica también reducirá el precio de su insulina sin marca a 25 dólares el vial a partir del 1 de mayo, convirtiéndola en la más barata disponible. Su precio de venta actual es de 82,41 dólares por vial.
El elevado precio de la insulina en EE UU ha sido un caballo de batalla, con campañas como la del senador Bernie Sanders, representante del ala más progresista de los demócratas. En 2019 el veterano senador por Vermont organizó varias caravanas a Canadá, donde el precio del insumo es sensiblemente menor, para denunciar el coste prohibitivo de la hormona en su país. Biden ha recogido el guante de la reivindicación, con periódicos llamamientos a ponerle tope a una hormona de la que dependen diariamente más de ocho millones de estadounidenses, según la Asociación de Diabéticos de EE UU.
Según un estudio de la Universidad de Yale publicado en julio, para más del 14% de los insulinodependientes de EE UU el gasto en insulina se lleva más del 40% de la renta postsubsistencia, es decir, la que queda tras el pago del alquiler y la comida. Un monto “catastrófico”, según la citada investigación, que compromete el bienestar de los enfermos, que en numerosos casos abandonaban el tratamiento por imposibilidad material de afrontarlo. El estilo de vida, el sedentarismo y la mala alimentación, con preponderancia de productos procesados, tienen mucha influencia en la prevalencia de la enfermedad en el país, con más de 30 millones de diabéticos registrados, aunque menos de un tercio del total dependa de la insulina diariamente.
Los precios de la insulina se han multiplicado más del doble en la última década, de media, con algunas excepciones, que se han disparado escandalosamente. En 1996, cuando la farmacéutica Eli Lilly lanzó Humalog, de acción rápida, la más consumida por insulinodependientes, un vial costaba 21 dólares. “Hoy cuesta más de 10 veces esa cantidad”, señalaba el estudio de Yale.
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