La final de Copa entre Athletic y Real que todos esperábamos


La final de Copa tenía que jugarse con público y así será. No había otra posibilidad. Todo lo demás hubiera sido una traición a los aficionados de Athletic y Real Sociedad.



El fútbol no se entiende sin el público y mucho menos una final, por eso solo queda aplaudir el acuerdo entre los clubes vascos y el apoyo de la Federación para lograr posponer esta final hasta que el COVID-19 sea solo una pesadilla lejana. Nunca más tarde de la próxima final de Copa.

El Athletic se llevó palos el pasado viernes por mostrarse tan timorato en su comunicado, pero lo hizo por una razón: querían ir de la mano con la Real en este asunto. Yo creo que debería haberse pronunciado el pasado viernes ya y haber lanzado este último anuncio conjunto porque no eran excluyentes, pero que nadie se piense que esta junta directiva ha cambiado de opinión por el ruido mediático o de las redes sociales. Prefirieron esperar porque querían trasladar un mensaje de unidad.

Con esta decisión, el que más pierde, a priori, es el Athletic porque ambos clubes renuncian a una posible plaza europea en caso de alzar el trofeo, pero la Real tiene una situación en Liga privilegiada y se hace difícil pensar que vaya a caer de las siete primeras posiciones, mientras que los leones deben remar mucho en las once últimas jornadas. Están a cinco puntos del séptimo, pero con tres equipos por delante y con un calendario complicado: Atlético, Betis, Mallorca, Sevilla y Leganés en casa y visitas a Eibar, Barça, Valencia, Levante y Granada. Eso, siempre y cuando se pueda terminar la competición.

De no alcanzar Europa, pagarán otro peaje, el económico, pero en esta vida hay que priorizar y el Athletic estaba obligado a tomar esta decisión


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