MIAMI, Florida – La joven activista Delaney Reynolds, que a los 20 años encabeza una demanda contra el gobernador de Florida por no cambiar la matriz energética del estado de los combustibles fósiles a las energías sustentables, no cree una palabra a los que dicen no creer en el cambio climático.
“Ellos tienen que saberlo. Es imposible no ver el impacto”, subraya Reynolds en una entrevista con Efe en la Universidad de Miami, donde estudia ciencias marinas para comprender mejor lo que está pasando y “encontrar soluciones, que asegura es la parte más importante” de todos estos esfuerzos.
A su juicio, quienes dicen que el cambio climático es un invento es porque están “más interesados en sus bolsillos que en el planeta”, en “obtener dinero de grupos especiales” e industrias, y eso es “totalmente inmoral” y compromete el futuro de sus comunidades y de sus propios hijos y nietos.
Admiradora de la joven activista sueca Greta Thunberg, Reynolds es la fundadora y directora ejecutiva de Sink or Swim Project (www.miamisearise.com), cuyo nombre está ligado a la idea de que nadie debería quedarse cruzado de brazos ante el “mayor desafío” que va a enfrentar su generación y las futuras.
O nadas o te hundes es la filosofía del proyecto de Delaney, que es la cuarta generación de su familia que reside en el sur de Florida, que si bien no es el estado de EEUU que “necesariamente” va a sufrir más el cambio climático, sí es “el más afectado por las inundaciones provocadas por la subida del nivel del mar”.
Ella muestra de una manera simple pero efectiva el problema señalando ante la cámara a qué altura de su cuerpo llegará el agua si sigue viviendo en el sur de Florida en 20, 30, 40 o más años y no se ha hecho nada para frenar el calentamiento global y la subida del nivel del mar.
A Reynolds la preocupación por la ecología le vino de una manera gradual y natural. Su familia reside a caballo entre los cayos de Florida, donde tiene una casa en una de esas islas, y Miami. Siempre ha estado o rodeada de mar o cerca de la costa y ha visto con sus propios ojos la crecida del mar, la destrucción de los arrecifes de coral y la desaparición de los animales que viven en ese ecosistema.
Siendo menor de edad escribió tres libros infantiles para explicar a los niños todas esas cuestiones y para ello tuvo que investigar e informarse. Así fue “sabiendo más y más” sobre el cambio climático y también llenándose de preocupación, subrayó.
Decidió escribir un cuarto libro sobre el cambio climático con la idea de “educar a otros niños acerca del problema porque (pensé que) si yo no había aprendido nada de eso en la escuela, ellos tampoco”, y acabó dando conferencias en colegios y foros.
En esas presentaciones descubrió que “los niños especialmente eran los que hacían más preguntas sobre las soluciones, los que más preguntaban qué hacer, cómo ayudar”, un motivo de “inspiración” y a la vez de “esperanza para el futuro”, dice.
De Greta Thunberg destaca el hecho de que haya sido capaz de inculcar en “decenas de miles de niños” la preocupación por el medio ambiente y la idea de que “sus voces importan y pueden hacer la diferencia” en esta lucha.
A juicio de Reynolds, los adultos “no han avanzado mucho” en implementar las medidas necesarias para frenar el cambio climático.
La medida “número uno” -dice sin dudar- debe ser erradicar completamente el uso de los combustibles fósiles y hacer que “nuestras economías se pasen a las energías sustentables”.
En el terreno individual lo importante es reducir la “huella de carbono” personal, usando menos los autos y reduciendo el consumo de agua y electricidad, por ejemplo.
Reynolds cree que todavía no es demasiado tarde para evitar la destrucción del planeta. “No tenemos otra opción”, subraya.
A su juicio, el problema no es económico, hay “mucho dinero para asignar a resolver medidas de mitigación y resilencia (…) pero o se va a otro lado o no se usa”.
Pero, sobre todo, “el coste del solucionar el problema” va a aumentar a “trillions” (billones en español) si dejamos pasar el tiempo sin tomar una decisión. “Cuanto más tardemos, más nos va a costar”, subrayó.
Reynolds encabeza una demanda de jóvenes y niños contra el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y gran parte de su gabinete por incumplir su obligación de proteger el medio ambiente, que está consagrada en la Constitución y en la llamada Doctrina de Confianza Pública de Florida.
Después de muchos retrasos, los demandantes, de edades entre 21 y 12 años, esperan ser citados en unos “pocos meses” a una primera audiencia con el juez que decidirá si la demanda sigue en curso o es rechazada como ha pedido el Gobierno de Florida.
Los abogados de la demanda pertenecen a Our Children’s Trust, una organización de Oregón, y no cobran honorarios, y los demandantes no quieren dinero, solo acciones para “reducir las emisiones” que ponen en peligro el futuro del planeta, asevera.