La habilidad de cambiar el césped por cuatro paredes


Los futbolistas del Alavés tratan de acostumbrarse a su nueva rutina de trabajo. Una vez decidida la suspensión de los entrenamientos y confinados en sus domicilios, trabajan bajo la supervisión del cuerpo técnico albiazul para, una vez se retome la actividad, regresar “en las mejores condiciones para competir”. Así lo explica José
Antonio
Morga, uno de los preparadores físicos babazorros. A diferencia del verano o del parón de invierno, el principal problema ahora es no saber en qué momento se podrá retomar la competición.



La elevada curva de contagio del Covid-19 ha obligado al equipo albiazul y al resto de clubes de LaLiga a confinarse a la espera de mejores tiempos. Tras jugar su último partido ante el Valencia en Mendizorrotza el 6 de marzo, los acontecimientos se precipitaron en apenas una semana.

Diez positivos y aislamiento

El equipo acabó el choque con varios jugadores con problemas físicos, por lo que el inesperado parón, en cierto sentido, le ha venido bien, aunque ha cortado la excelente racha que mantenía en la segunda vuelta. A la semana siguiente, de lunes a viernes, los pupilos de Asier
Garitano trabajaron con normalidad.

La LFP decidió en un primer momento aplazar dos jornadas ligueras, las previstas para los fines de semana del 15 y 22 de marzo. Mientras algunos conjuntos paraban su actividad ante esta noticia, ese último día, el viernes 13, el Alavés suspendió la sesión prevista para el sábado con la intención de retomar la preparación el lunes siguiente.

Sin embargo, todo se precipitó y obligó a una rápida suspensión del trabajo. El sábado 14, el club comunicó la aparición de dos positivos por Covid-19 en su estructura técnica. Ante ello, decidió practicar test de detección del virus a todos los integrantes del primer plantel el lunes 16, además de suspender los entrenamientos hasta conocer los resultados.

Los test fueron contundentes. Tres jugadores y siete miembros del cuerpo técnico albiazules dieron positivo, además de cinco trabajadores del grupo empresarial Baskonia-Alavés. Todo ello ya con los jugadores empezando a trabajar en sus respectivos domicilios.

Supervisión virtual

Ya acostumbrados a trabajar por su cuenta en verano y durante el parón navideño, los futbolistas han tenido que iniciar una nueva rutina, con diferentes matices. Correr o entrenar al aire libre no está permitido y, además, en esta ocasión se desconoce cuándo se producirá la vuelta a la actividad normalizada.

Por tanto, además de la disciplina personal de cada uno para seguir las recomendaciones, es vital la fortaleza mental, ya que ahora mismo no existen ni un objetivo concreto ni una fecha fijada en el horizonte.

Los más afortunados disponen de jardín propio o de un espacio delimitado para entrenar en sus amplias viviendas. Otros, en domicilios más pequeños, deben desarrollar al máximo la habilidad para entrenar recluidos, para sustituir el césped por las cuatro paredes de su piso.

Para ello, según explica José Antonio Morga, “cada jugador trabaja en su casa con un programa diseñado por el cuerpo técnico” para “mantener la forma”. El programa cuenta con ejercicios de fuerza y entrenamiento aeróbico. Está complementado por un plan nutricional individualizado.

Los futbolistas dedican una media de dos horas diarias para mantener su masa muscular y no ganar en porcentaje de grasas. “Todos los días miembros del cuerpo técnico mantenemos contactos con ellos para controlar y supervisar este tipo de trabajo”, indica el que es uno de los preparadores físicos babazorros.

El trabajo con pesas, los ejercicios de flexibilidad, las bicicletas
estáticas o las cintas
para
correr se ha convertido ahora en una tarea diaria que cada futbolista realiza entre las cuatro paredes de su domicilio. Durante la cuarentena, más necesaria si cabe tras la aparición de los positivos, seguro que echan de menos el aroma del césped y el viento frío y cortante de Ibaia.


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