La hinchada que par no tenía


El Romance de Abenámar, anónimo y del Siglo XV, se preguntaba: “¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!”. Las célebres estrofas versan sobre la majestuosa Alhambra que preside Granada. “El otro es Generalife, huerta que par no tenía”, se recita unos párrafos después. Pues como la afición de la Real, sin igual, única por su manera de ser, fiel. Incomparable, como el paisaje nazarí al asomarse a su balcón, desde donde la perspectiva de los jardines y el monumental marco es una maravilla.

Hasta el mirador de San Nicolás se fue acercando todo el mundo en la jornada de ayer, que igualmente fue maravillosa. Las primeras, las finalistas, madrugadoras en su visita al privilegiado enclave donde se mezcla la esbelta figura de La Alhambra con los lejanos picos, y nevados, de Sierra Nevada. La afición, suelta, a su aire, sin amontonarse, fue ganando el adoquín empinado del barrio del Albaicín, impoluto por la blancura de sus edificios, para sacarse una foto en las alturas de la ciudad. ‘Aquí estamos’, fue proclamando en grupos desperdigados la hinchada de la Real.

No importaba el cómo, sino el mensaje. La parroquia txuri urdin protagonizó una jornada sin parangón, inolvidable. Su equipo femenino nunca había suscitado tanto interés y además tan identificable como es el hecho de que más de 1.000 seguidores atravesaran, de norte a sur, la península. Y muchos vía carretera. Haciendo noche en el autocar. Para no parar de hacerles reverencias. El MVP de la final es para el jugador número 12.

Desde primera hora del sábado, la afición de la Real adornó la coqueta ciudad nazarí. Sin invasiones ni con un ruido ensordecedor, sino a la guipuzcoana: con educación, lealtad y orgullo. Un grupo de amigos al lado del riachuelo que separa la Alhambra del casco antiguo, una familia en la atalaya de San Nicolás. Allí donde Bill Clinton dijo asistir al “mejor atardecer del mundo”. La afición de la Real no dejó que su equipo caminara solo.

Aperribay se acerca a la Copa

El presidente de la Real, Jokin Aperribay, fue la autoridad txuri urdin que se mezcló entre la gente. Mostró su agradecimiento, en persona, a los más de mil aficionados desplazados a Granada. Fue uno de los muchos que desafiaron al mal fario y se acercaron, casi hasta el contacto físico, a la Copa que reposaba en la céntrica Plaza del Carmen. Denis Itxaso, diputado de deportes, tampoco evitó la tentación y merodeó el trofeo con una bufanda txuri urdin al cuello.

Fue un día grande y se notó. Varios peñistas se juntaron para llevar la voz animosa de mando y entonar los primeros cánticos. No faltaron las reivindicaciones y el hermanamiento. Un grupo de aficionadas de la Real y el Atlético de Madrid se unieron al grito de ‘¡Aupa el fútbol y aupa las mujeres!’. En los Cármenes había en juego algo más que una final de Copa.

Refuerzos ‘tácticos’

Cuatro personas que también han contribuido al crecimiento imparable de la sección tuvieron el placer de asistir en directo a la cita marga de los últimos 15 años. José Manuel Etxabe, Unai Gazpio e Igor San Miguel, entrenadores del equipo femenino en etapas diferentes, además de Ekaitz Etxebeste, antiguo preparador físico, fueron un grupo más de acérrimos que empujaron en la final. “Qué buen día ha salido, a ver si luego le ponemos la guinda”, era el deseo de los técnicos.

Calor en Los Cármenes

El mercurio apretó de lo lindo, sobrepasando los 30 grados. También hubo calor ambiental. Si durante el día los seguidores de la Real se esparcieron por las calles más singulares de Granada, los más de 1.000 presentes se pusieron de acuerdo para arropar al equipo a su llegada a Los Cármenes. Entre ellos los integrantes de la peña El Sur, comensales de un agradable almuerzo en alegre ‘biribilketa’.

Protegidas como nunca por la afición que, por encima de todo, ama su escudo, las jugadoras de la Real se pudieron llevar en Granada, al margen del resultado, el enorme espaldarazo de ser lo que siempre fueron los chicos: la razón de un sentimiento. Es la gene que, como la huerta de Generafile, par no tenía.


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