La historia de España, en 90 preguntas

El periodista y ensayista William Chislett, el 12 de octubre en Madrid.
El periodista y ensayista William Chislett, el 12 de octubre en Madrid.KIKE PARA

Cuando William Chislett llegó a España con 23 años en 1974 siguiendo a su novia, que trabajaba aquí, pensaba que regresaría pronto a Inglaterra. Sin embargo, sus amigos le decían que Franco iba a morir pronto, así que empezó a colaborar con The Times, para el que acabó cubriendo la Transición. Tras unos años en México, regresó en 1986 a Madrid, de donde ya no se ha movido. Casi cuatro décadas entre españoles le ha llevado a publicar Microhistoria de España (Espasa), un intento por contar en 350 páginas la evolución de la Península desde la llegada de los fenicios a la irrupción de Vox.

En un formato de pregunta-respuesta: ¿De dónde viene el nombre de España?, ¿Cómo era la Constitución de 1812?, ¿Cuáles fueron las causas de la Guerra Civil?, ¿Cómo y por qué ha intentado Cataluña separarse de España?… intenta contestar a 90 cuestiones. Sin embargo, Chislett se ha centrado en el periodo que transcurre desde el inicio del régimen franquista, en 1939, hasta la complicada situación actual. “Creo que los jóvenes españoles no saben mucho de la historia reciente de su país, por eso es un libro dirigido sobre todo a universitarios”, dice.

De esa historia más cercana, este inglés de Oxford, de 69 años, que ha publicado una veintena de libros, destaca “la Transición pacífica”. “Había entonces periódicos extranjeros que, quizás por querer vender más, decían que en España podía haber otra guerra civil, pero estaba claro que los españoles, si algo no querían, era otra guerra. Hoy me fastidia que dirigentes de Podemos llamen a aquella etapa ‘el régimen del 78’, cuando ellos casi ni habían nacido. Se pueden cuestionar cosas, pero ha sido un éxito rotundo”.

La monarquía necesaria

Esa etapa la protagonizó el rey Juan Carlos, que se marchó del país por sus problemas con la justicia. “La historia le juzgará con muchas luces hasta el asunto del elefante y de su yerno, pero fue el motor del cambio. Heredó los poderes de Franco y tenía la opción de seguir como un rey franquista, pero tuvo la inteligencia de saber, mucho antes de ser rey, que la manera de consolidar su posición y abrir el país era desmantelar el sistema desde dentro”. Chislett, testigo en primera línea de aquellos días, apunta que “el buen olfato político” que tuvo entonces Juan Carlos I, “lo perdió en los últimos años”.

De su sucesor, Felipe VI, opina que “no ha metido la pata”, aunque discrepa del discurso que pronunció cuando la situación en Cataluña estuvo más caliente, el 3 de octubre de 2017. “Eché de menos alguna frase de mano tendida, pero de ahí a plantear si monarquía o república es estúpido. Acepto que las monarquías son en el siglo XXI, en teoría, un anacronismo, pero España está mejor así”. En su libro, Chislett aporta numerosos cuadros estadísticos y clasificaciones sobre los niveles de desarrollo en el mundo: “Llama la atención que los primeros puestos suelen ser para monarquías parlamentarias. En un clima tan crispado, el único capaz de estar por encima de eso es un rey”.

Esa crispación de los últimos años es lo que más le disgusta de la vida española. “Es mucho mayor que en la época de Adolfo Suárez, por ejemplo. Entonces había un denominador común: llegar a una democracia, salvo en la extrema izquierda y la extrema derecha, que apenas consiguieron votos en las elecciones de 1977”. Investigador del Instituto Elcano desde 2002, indica que este clima de irritación “quizás venga porque España no es aún una democracia completamente madura, o porque los políticos de hoy no están muy bien formados”. “La estrategia de la clase política, salvo pocas excepciones, es atacar y confrontar, en vez de convencer. Es la enorme diferencia con respecto a otros países”. Para él, “los grandes problemas del país, como el abandono escolar, el paro, la sanidad o las pensiones no se van a resolver sin entendimiento entre los partidos”.

A su mirada británica le sigue chocando “que España no sea un Estado laico y que la Iglesia tenga tanto peso en la educación”. Otra distinción, pero para bien, con sus socios europeos “es la solidez de la familia, que ha permitido sobrevivir con muchas dificultades en la gran recesión”. Si Chislett tuviera que definir a los españoles, diría que son “un pueblo con gran capacidad de divertirse… y de trabajar”.

Microhistoria de España se cierra con su análisis del ascenso del partido ultra Vox. “Espero que sea pasajero, es el mal fruto del enojo de votantes del PP, aunque también los ha conseguido de Ciudadanos. Si las aguas se calman, esa gente regresará a los partidos que votaba antes, pero por ahora no veo señales de que suceda esto”.


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