La igualdad racial y de género, una asignatura pendiente para la NBA


El asesinato de George Floyd a manos de la policía ha desatado una oleada de protestas en Estados Unidos, unas protestas que reclaman acabar con el racismo endémico de las instituciones estadounidenses y finiquitar de una vez para siempre los casos de brutalidad policial. A las voces del cambio se han sumado, una vez más, las estrellas de la NBA y la propia liga, que estudia cómo propiciar el cambio social necesario en colaboración con sus atletas, que amenazaron con parar los planes de reanudación de la competición en julio.

Por ahora, parece que la NBA volverá a competir dentro de la burbuja Disney. Eso le permitirá rescatar parte de su economía y, como quieren los jugadores, usar la plataforma del deporte para seguir proyectando mensajes de igualdad y respeto por todo el mundo. La actitud de la liga es la adecuada, y sin duda se trata de una de las competiciones más progresivas en cuanto a la inclusión de las minorías en su organigrama. A pesar de ello, el movimiento Black Lives Matter ha desempolvado un hecho inapelable para la liga estadounidense y, en genérico, para todas las ligas deportivas del planeta.

Los negros juegan, pero no dirigen

“Alguien me ha dicho que tan solo hay un director de relaciones públicas de una minoría en la NBA. ¿Cómo puede ocurrir esto en una liga predominantemente negra en términos de jugadores?”. La pregunta se la hace Masai Ujiri, presidente ejecutivo de los campeones Toronto Raptors, uno de los pocos altos cargos de la liga con ascendencia negra. “Creo que en el mundo del deporte tenemos que fijarnos más en estas cosas en todos los niveles. No se trata de contratar un cargo para la diversidad y la inclusión, necesitamos a más minorías y más gente negra en posiciones de relevancia. Hay muchos que merecen estar allí si somos objetivos”.

El deporte, en 2020, sigue siendo predominantemente blanco y masculino. La NBA es una liga de jugadores negros, pero en el resto de estamentos son claramente minoría. El último informe del Instituto para la Diversidad y la Ética en el Deporte (TIDES), una institución de Estados Unidos que estudia la integración racial y de género en Estados Unidos, presenta unos números que crecen año tras años pero que todavía tienen que consolidar la tendencia.

En la NBA, el 81,9% de los jugadores la liga son de color, y un 74,8% se identifican como afroamericanos. Los porcentajes caen en el colectivo de entrenadores: solo un 33,3% no son blancos, con un 26,7% de afroamericanos y un 3,3% tanto de latinos como asiáticos. Entre los General Managers, el informe señala que tan solo 26,1% son personas de color. Con la reciente contratación de Troy Weaver por parte de los Detroit Pistons, esta cifra acaba de aumentar un poquito.

La coalición de jugadores liderada por Kyrie Irving y Avery Bradley ya han detallado que unas de sus peticiones a la liga es la de mejorar “las prácticas de contratación de candidatos negros para las posiciones de entrenador y los altos cargos, para conseguir así que la dirección de la liga refleje mejor su composición de jugadores”. Los jugadores también pretenden que la liga cierre más contratos con empresas de propiedad negra y que las donaciones a la comunidad pongan especial énfasis en el acento racial de Estados Unidos.

La brecha de género, la más aguda

El informe de TIDES es positivo: la NBA sigue creciendo en términos de inclusión racial y de género. Sin lugar a dudas, es la competición profesional más avanzada en todo el mundo. Los jugadores, sin embargo, se olvidan de otro colectivo mal representado: las mujeres. Actualmente, un 39,7% de los empleos en la oficina de la liga están ocupados por mujeres, aunque los problemas de igualdad se agudizan cerca de la pista.

Tan solo once mujeres ocupan el rol de asistentes técnicas en los banquillos NBA. El incremento en 2019 ha sido notable, con 6 nuevas entrenadoras sumándose a la liga. La pionera fue Becky Hammon en 2014, que apunta a convertirse pronto en la heredera de Gregg Popovich en el banquillo de los San Antonio Spurs, aunque el puesto de entrenadora jefa todavía se le resiste a la liga. Ya hubo polémica este año con el rol de Tim Duncan cuando Popovich se ausentó de sus labores por problemas de salud.

Los altos cargos están desamparados, y tan solo un 25,4% son mujeres. Ahí queda mucho trecho por recorrer, y la progresión ha sido mucho más pausada que en otras facetas de la competición. Los medios de comunicación, que también forman parte de la infrarrepresentación de las mujeres presentan los menores porcentajes de inclusividad del universo NBA: tan solo un 9,6% de periodistas radiofónicas y televisivas en EE.UU. son mujeres.

“El deporte continúa siendo una de las últimas fronteras donde las mujeres son excluidas de ciertas oportunidades. No es por falta de interés o habilidad, sino porque son mujeres”, opinaba Delise O’Meally, directora del Instituto para la Justicia Social en el Deporte, en declaraciones a la ESPN. “Las mujeres están presentes en un número creciente de posiciones al máximo nivel en gobiernos, empresas y otras industrias, pero en el deporte la puerta está cerrada todavía, y persiste el mito de que las mujeres no pueden, o no deberían, entrenar o arbitrar a equipos masculinos”.

El objetivo 50-50 de la NBA

El comisionado de la NBA Adam Silver declaró a principios de 2019 que el objetivo de la liga es asegurarse de que pronto, la contratación de árbitros y entrenadores se acerca al 50-50. Es decir, la competición quiere reflejar la paridad que debería prevalecer, estadísticamente, en un mundo verdaderamente igualitario. En 2020, un 20% de árbitros NBA son mujeres, y Silver reconocía que es difícil de entender porqué han tardado tanto en alcanzar la liga: “Es un área, francamente, en la que no estoy seguro cómo ha mantenido un dominio masculino durante tanto tiempo. Es un área del juego donde, físicamente, no hay ninguna ventaja en ser hombre”.

La estrella de Los Angeles Lakers Kobe Bryant, unos días antes de fallecer junto a su hija Gianna en un accidente de helicóptero, había declarado a la CNN que opinaba que había mujeres preparadas para jugar en la NBA junto a los hombres. “Honestamente, creo que hay un par de jugadoras que podrían jugar en la NBA ahora mismo”, apuntaba Bryant. No parecía una postura políticamente correcta, simplemente una opinión de alguien que llevaba mucho tiempo estudiando el baloncesto femenino junto a su hija, que apuntaba muy alto.

“El baloncesto es un deporte sin géneros. La pelota no cambia la aguante un hombre o una mujer”, opina Hammon. “Como atleta, no veo a hombres y mujeres. Veo atletas”, afirma Teresa Weatherspoon, entrenadora asistente de los New Orleans Pelicans. Ella tuvo un papel elemental en el desarrollo de Zion Williamson durante su largo proceso de recuperación a principios de año, y se muestra convencida de que, poco a poco, las cosas van cambiando: “Los jugadores quieren escuchar lo que tienes que decir y respetan tu opinión. Eso es enorme, eso permitirá a más mujeres a formar parte del juego”.

El cambio lleva llamando a la puerta desde hace tiempo, y parece que la NBA está dispuesta a a abrirla todo lo que pueda. El clima de protestas de Estados Unidos no ha hecho otra cosa que acelerar el proceso. Ahora queda que las palabras sean, en el futuro, hechos.


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