La increíble historia del diamante robado en el GP de Mónaco

Es uno de los Grandes Premios más populares y de mayor glamour en todo el calendario de la Fórmula Uno. No obstante, también tiene su lado oscuro. Ahora que llega el GP más esperado del año por los amantes del motor son varios los portales que recuerdan la increíble historia del diamante robado o perdido durante la disputa del campeonato que se celebra en el Principado.

Sucedió en 2004. El equipo Jaguar, como va a hacer McLaren en 2021, decidió apostar por una decoración rompedora y exclusiva para la carrera más especial de la temporada. Teñirían de rojo parte de su coche verde, y le incrustarían un diamante de la colección Steinmetz valorado en 300.000 euros que estaría ubicado en el morro del monoplaza.

La iniciativa despertó una expectación enorme. Era una época del lujo y la ostentación en la F1, muy lejos de la crisis que vendría después.

Mark Webber y Christian Klien eran los pilotos del equipo por el momento, y los encargados de llevar una pieza tan valiosa hasta la meta. Webber era un piloto fiable y bastante rápido que ya apuntaba maneras, pero tuvo que abandonar la carrera por problemas de transmisión. Al final, pudo llegar hasta boxes con el diamante intacto, el problema vino con el otro coche.

Klien no duró ni una vuelta. En el primer giro, en la mítica curva de Loews, se fue recto contra el muro y se dio de frente contra las protecciones. En la realización de televisión se pudo ver como el diamante seguía sobre el Jaguar justo antes de impactar.

El problema vino después. Allí Takuma Sato rompió su motor Honda formado una inmensa nube de humo. Giancarlo Fisichella se llevó por delante a David Coulthard y quedó volcado en mitad de la pista.

El equipo Jaguar no pudo acceder al monoplaza hasta dos horas después del accidente por motivos de seguridad, y cuando llegaron, efectivamente, el diamante ya no estaba allí. Buscaron y rebuscaron, pero jamás apareció.

Cuando recogieron las piezas del coche, el diamante no estaba. Nunca se supo si acabó en el mar, en la alcantarilla o en el bolsillo de un comisario… Es uno de los misterios de la F1.


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