La inflación se dispara en diciembre al 6,7%, el mayor nivel en casi tres décadas


En un año que se recordará por el retorno a tasas de inflación que no se veían en mucho tiempo, diciembre no podía despedirse de otra manera. Los precios en el último mes de 2021 han crecido un 6,7% en tasa anual, según el dato adelantado del IPC que ha publicado este jueves el Instituto Nacional de Estadística. El indicador lleva creciendo desde marzo, tras un anómalo periodo deflacionario provocado por la llegada de la pandemia en 2020, y se sitúa en máximos de casi tres décadas. Es el noveno mes en que acaba por encima del 2%, el límite que el Banco Central Europeo (BCE) considera idóneo. Alejarse de esa meta por abajo significa comprometer seriamente el crecimiento económico. Y escaparse por encima, como lleva sucediendo desde abril, pone en riesgo el poder adquisitivo de los hogares y les obliga a dedicar un mayor esfuerzo para cubrir gastos básicos, en detrimento del consumo.

En el dato adelantado, explica el INE, tiene especial incidencia la subida de la electricidad. Habrá que esperar hasta mediados de enero, cuando se publique el dato definitivo de diciembre (que puede variar alguna décima al alza o a la baja), para conocer el peso exacto de cada uno de los componentes en el Índice de Precios al Consumo. Pero era de esperar que la luz, que batió la semana pasada su récord histórico en el mercado mayorista, figurase entre ellos. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) calcula que la factura de diciembre para un usuario medio de tarifa regulada (PVPC) será la más cara de la historia: superará los 119 euros, casi una cuarta parte más (un 24% exactamente) que en noviembre. También los combustibles o la alimentación se han posicionado en los últimos tiempos entre los bienes que más tiran al alza de los precios. Aunque el instituto estadístico explica que en esta ocasión los carburantes y lubricantes para vehículos personales figurarán entre las categorías que se abaratan respecto al mes pasado.

En noviembre la inflación acabó con un crecimiento anual (respecto al mismo mes del año anterior) del 5,5%. Era la mayor tasa desde octubre de 1992. Diciembre profundiza en esa senda y el indicador no encuentra de momento techo. Para encontrar un precedente que supere al 6,7% registrado este mes ya hay que remontarse hasta marzo de 1992. El dato ha sorprendido a los analistas, que daban por descontado el repunte, pero esperaban que tuviera menos fuerza. “Nuestra previsión era cercana al 6% y finalmente se va a acercar al 7%”, señala Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas, quien recuerda que “diciembre es un mes extraordinario por las compras navideñas”, que provocan normalmente ajustes de precios estacionales en muchos productos.

Más favorable es la inflación subyacente (relevante según los expertos para anticipar futuros movimientos de los reguladores bancarios), que elimina del índice de precios los alimentos no elaborados y los productos energéticos a causa de su volatilidad. En ese indicador España lleva meses con niveles más contenidos que la eurozona y en diciembre, según el dato adelantado del INE, la variación anual será del 2,1%. No obstante, son cuatro décimas más que en noviembre, es el porcentaje más alto desde marzo de 2013 y supera la barrera psicológica del 2%. José Carlos Díez, profesor de Economía de la Universidad de Alcalá, destaca que “la inflación subyacente no es todavía preocupante, pero ha subido dos puntos en un año”.

Al medir la variación en términos mensuales, los precios escalaron en diciembre un 1,3% respecto a noviembre. En este caso se trata de la mayor subida en un último mes del año desde 1983. El IPC armonizado, un indicador con estándares internacionales que se usa para hacer comparaciones entre países, escala en tasa mensual un 1,2% (en la anual coincide en la subida del 6,7% con el indicador general).

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SuscríbeteUn fenómeno mundial

La espiral inflacionista no es un fenómeno exclusivo de España. Los precios de la eurozona crecieron en noviembre un 4,9% (el dato adelantado de diciembre se conocerá la próxima semana) y en EE UU llevan meses por encima de esas cotas. Aunque se trata de una de las cuestiones que más debaten los economistas, los bancos centrales le han restado importancia asegurando que será transitoria. Los confinamientos de los primeros meses de pandemia deprimieron la actividad y el consumo, arrastrando a los precios a la baja. Por eso ahora, que la economía repunta con fuerza, es lógico que se produzca el fenómeno contrario. Pero hay otros factores de fondo más inquietantes. Díez apunta al conflicto de Ucrania, que ha vivido picos de tensión entre Occidente y Rusia en el último mes. “Ese es el punto de fricción: estamos en pleno invierno con los inventarios de gas muy bajos a nivel europeo y dependemos del suministro ruso”, explica el economista. Es decir, que los problemas geopolíticos acaban impactando en los precios del gas y estos se trasladan a la generación de electricidad.

El principal temor es que la tensión se mantenga más tiempo del esperado y la subida de precios acabe contagiándose cada vez a más bienes. Es lo que los economistas denominan “efectos de segunda ronda” y, para Raymond Torres, son “la clave” del actual episodio inflacionista porque de eso va a depender lo que suceda en adelante. El experto de Funcas ve “inevitable que haya ajustes de las tarifas de venta” en productos o servicios muy sensibles al coste de la energía, pero a la vez subraya que “no hay un bucle inflacionista porque aguantan los salarios”. Estos, según los últimos datos que maneja el servicio de estudios de las antiguas cajas de ahorro, se están actualizando en línea con la inflación subyacente.

Díez coincide en que “deberíamos ver una normalización [de sueldos] en torno al 2%”. Ese equilibrio, aun a costa de perder cierto poder adquisitivo, es para el profesor universitario la diferencia entre “el problema de inflación que hay en EE UU, con los salarios ya subiendo el 5%” y la “situación razonable” que actualmente vive Europa. Inflación subyacente, salarios y precios industriales son al final los tres componentes que podrían forzar una retirada prematura de estímulos económicos por parte del BCE. Para España y otros países que van más rezagados en la recuperación sería un problema porque el acceso al crédito, que es como se está financiando esa recuperación, se endurecería.

Meses determinantes

No obstante, queda margen. Las últimas previsiones del regulador bancario para la eurozona estiman una inflación media del 2,6% este año y del 3,2% en 2022, por lo que de momento solo contempla reducir las compras de deuda, sin alterar los tipos de interés. En España, el Banco de España ha pronosticado recientemente que 2021 acabará con una inflación media del 3%, ocho décimas más de lo que preveía en septiembre. El dato adelantado este jueves por el INE situaría ese promedio en el 3,1%.

Los próximos meses serán, por tanto, determinantes. Los indicadores adelantados muestran que algunos de los factores que provocan la carestía (alto precio del gas, fletes marítimos disparados…) no van a corregirse de un día para otro. Pero sí hay una expectativa de mejora tras el invierno. “La hipótesis de un reflujo de los precios energéticos a partir de la primavera, que es lo que descuentan los mercados, permitiría una normalización en la segunda parte del año”, argumenta Torres. Esa circunstancia provocaría en 2022 una inflación “probablemente mayor al 3%”, agrega, pero “validaría el análisis de los bancos centrales de que estamos en una situación de transitoriedad, aunque esta sea más persistente de lo esperado”. En ese escenario optimista, los precios aflojarían a partir de mediados de año. En el más pesimista, apunta Díez, un conflicto bélico en Ucrania dejaría “un precio del gas disparado”. Y a la economía europea temblando.


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