La inteligencia artificial muestra al completo por primera vez en 300 años ‘La ronda de noche’

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Dos trabajadores colocan la reconstrucción de los fragmentos de lienzo que se recortaron de 'La ronda de noche'.
Dos trabajadores colocan la reconstrucción de los fragmentos de lienzo que se recortaron de ‘La ronda de noche’.

La ronda de noche (1642), el cuadro más famoso de Rembrandt y una de las imágenes emblemáticas del Siglo de Oro neerlandés, ha sido mostrado este miércoles completo por primera vez en 300 años con ayuda de la inteligencia artificial. Exhibida en el Rijksmuseum de Ámsterdam, cuatro porciones de la obra fueron recortadas en 1715 porque no pasaba por la puerta de la sala que se le había adjudicado en el Ayuntamiento de la ciudad, y no se han podido encontrar. Se sabe, eso sí, que a la izquierda había otros tres personajes gracias a una pequeña copia del siglo XVII atribuida al pintor holandés Gerrit Lundens, y el museo ha aprovechado la investigación de la tela que lleva a cabo desde 2019 para reproducir los trozos. El resultado, a tamaño natural, podrá verse durante tres meses y cambia la lectura del óleo porque los dos personales principales —capitán y teniente de una milicia cívica— ya no están en el centro del encuadre. En un gesto innovador, propio de su búsqueda de retos artísticos, Rembrandt le dio movimiento a la escena, y el punto culminante ya no son sus clientes, ricos y ávidos de reconocimiento social. Lo importante es lo que estaban haciendo: salir de patrulla urbana.

El cuadro es la pintura de mayor tamaño realizada por Rembrandt (mide 3,79 metros de largo por 4,36 metros de alto y pesa 170 kilos -sin marco-) y el Rijksmuseum lo exhibe en su planta noble. Durante los dos últimos años, ha sido sometido a un riguroso estudio de fotografía de alta resolución con imágenes en 3D, escaneado con rayos fluorescentes para llegar a todas las capas de pintura sin dañarlo. No es solo el mayor estudio realizado hasta la fecha, sino que los datos recogidos servirán también para mejorar su restauración, prevista para septiembre. Y valía la pena hacer algo más: intentar la reconstrucción del trozo de tela cortado hace tres siglos aplicando la inteligencia artificial.

Esa labor la ha realizado Robert Erdmann, especialista en patrimonio cultural y científico sénior del museo. Él ha combinado los datos de la copia atribuida a Gerrit Lundens con el original de Rembrandt “hasta lograr una imagen de lo que pensamos que habría hecho el artista”, explica, frente a La ronda de noche, que sigue metida en la cristalera donde ha sido analizada durante toda la pandemia.

Plantado junto al ordenador donde muestra los análisis realizados, Erdmann añade que una vez corregidas las distorsiones propias de la copia, que tiene el pulso de otro pintor, se han alineado los más de 10.000 elementos de información obtenidos de ambos cuadros. “De este modo, hemos conseguido una imagen geométricamente consistente con el tamaño y la posición de las tres figuras cortadas. Después se han ajustado el estilo, la luz y el toque a lo que se presume que hizo Rembrandt. Al final del proceso, se ha hecho una copia digital de alta resolución sobre un lienzo, luego barnizado. No hay pinceladas de diferentes grosores en el producto definitivo, pero una vez colocada la franja con los personajes desaparecidos junto al cuadro original, el resultado es que la escena ya no está centrada, sino que la pareja protagonista parece salir de patrulla hacia la ciudad”, añade. Prestada al Rijksmuseum por su propietaria, la National Gallery (Londres), la copia de Lundens cuelga estos días junto a Rembrandt.

Un trabajador analiza 'La ronda de noche', durante los trabajos de restauración del cuadro.
Un trabajador analiza ‘La ronda de noche’, durante los trabajos de restauración del cuadro.

A pesar de que figura en los libros de historia del arte como La ronda de noche, el cuadro tiene un título original más acorde con la relevancia del encargo recibido por el pintor. Se llama La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburch, que formaban parte de una Compañía de Arcabuceros de Ámsterdam. El capitán viste de negro con una banda roja. Su teniente va de amarillo, con plumas en el sombrero y botas de piel clara. En realidad, iban a cumplir su misión de día, pero las sombras nocturnas se deben al barniz utilizado, oscurecido con el tiempo. Este tipo de retratos corporativos de grupo era muy popular en el siglo XVII y, una vez terminada, la obra figuró junto con varias similares, ejecutadas por otros artistas, en la sede de la compañía, en Ámsterdam.

Rembrandt falleció en 1669, y para 1715 las milicias urbanas habían perdido su importancia. “Como Ámsterdam no tiene un patrón o patrona religioso, estos grupos cívicos fueron una especie de protectores de la ciudad. Cuando el cuadro fue trasladado al Ayuntamiento, no pasaba por la puerta de la sala que le habían asignado, así que lo recortaron”, dice Taco Dibbits, director del Rijksmuseum. Según él, lo que hoy se consideraría un atentado contra la obra de un genio era bastante frecuente en la época. “En aquellos momentos, el lugar donde se colgaba un cuadro era más relevante que el artista mismo, y el Ayuntamiento era el no va más en la ciudad”, afirma.

El envoltorio de cristal diseñado para estudiar La ronda de noche debía permitir que el público siguiera en directo el trabajo de los especialistas sin privar al museo de su mayor baza turística. La urna deja al curioso a siete metros de distancia de la tela, pero, a cambio, podían seguirse las idas y venidas del escáner de rayos fluorescentes que han recorrido el lienzo. La pandemia ha frustrado en parte la operación para el público, ya que los museos holandeses han estado cerrados durante siete meses, pero lo primero que ha hecho la dirección al abrir de nuevo es volver a Rembrandt. Un cuadro que no se presta o sale de gira internacional.


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