La legitimidad de las armas

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Rusia ha aumentado la intensidad y la dureza de la agresión contra Ucrania con bombardeos continuados que han provocado una mortandad hoy difícil de calcular. Los refugiados que ha generado la guerra en un país de 44 millones de habitantes sí han sido ya computados. Hasta ahora no se habían hecho registros de un éxodo de casi un millón de personas en tan pocos días. El avance de las tropas rusas en la zona este del país ha unido ya dos zonas estratégicamente cruciales para Putin, el Donbás y Crimea. Mientras eso sucedía, la Asamblea General de la ONU votaba una resolución de condena con un resultado categórico. Fuera de la propia Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia, Eritrea y Siria, la inmensa mayoría de los países se han inclinado por el rechazo de una acción bélica sin justificación alguna. El dato más significativo es, sin embargo, la abstención de China y la India, que siguen con alguna distancia la operación macabra de Putin y las amenazas de uso de armamento nuclear, aunque Pekín se ha ofrecido como mediadora en una negociación de paz. La masiva condena de Rusia en la ONU aporta un nuevo y poderoso aval a la decisión de la UE de contribuir activamente a la resistencia armada de Ucrania.

Tras dos días de mensajes de perfil bajo, el miércoles fue el presidente Pedro Sánchez quien enfatizó de forma clara que España se sumaba a la creciente lista de países (entre los que figuran Alemania, Finlandia, Suecia o el Reino Unido) que promueven el envío de material de combate a Ucrania. Se realizará esa ayuda militar en función de las necesidades que Kiev exprese a Bruselas y de la disponibilidad inmediata del Ejército y la industria de cada Estado. Esa coordinación centrada en Bruselas garantiza la eficacia y rapidez del suministro de armas, pero es cada Estado quien se hace responsable tanto del material que entrega como del transporte del mismo hasta la frontera. De acuerdo con la iniciativa que el presidente ratificó, España se hará cargo de unas donaciones que solo de forma parcial serán recompensadas por el fondo de 450 millones creado el lunes.

Hay una izquierda anclada en la memoria del referéndum de permanencia en la OTAN de 1986, con una visión del mundo que sigue actuando como una línea roja infranqueable, a pesar de la nueva realidad geopolítica a la que nos enfrentamos medio siglo más tarde. Hoy las armas para la defensa de Ucrania son las armas que no tuvo la Segunda República española hace 80 años por la lealtad interesada de las democracias europeas a un acuerdo de No Intervención en la Guerra Civil. Esa inacción propició la inequívoca superioridad armamentística del bando sublevado y facilitó el trasiego de armas, aviación y munición suministrados por la Italia fascista y la Alemania nazi. Ucrania podría quedar en la memoria de los españoles como una segunda república abandonada por las democracias liberales y sus presuntas aliadas. Sánchez ha ido decantando su posición hasta la declaración rotunda de ayer miércoles, la vicepresidenta Yolanda Díaz se ha alineado en la misma posición y los socios de gobierno de Podemos han expresado a través de la ministra Ione Belarra su oposición al envío de armas a Ucrania considerando que escala el conflicto al disponer de más herramientas de muerte. Nadie quiere una guerra. Esta la ha provocado Putin. Y en este momento preciso el Ejército ucranio necesita ayuda para defender a su población civil de los ataques de una gran potencia militar que hoy asedia a una frágil democracia en construcción, como lo fue, y dejó de ser, la Segunda República.


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