El Real Madrid de Carlo Ancelotti se superó a sí mismo con una nueva remontada agónica ante el Manchester City en una Champions que ya formará parte de la historia del club blanco pase lo que pase en la gran final de París contra el Liverpool el próximo 28 de mayo. Los blancos encadenaron contra el equipo de Pep Guardiola la tercera eliminatoria milagrosa tras las vividas contra el PSG en octavos y contra el Chelsea en los cuartos.
Los tres cruces tuvieron varios denominadores comunes que ayudan a explicar lo que los propios futbolistas o Carlo Ancelotti no eran capaces de verbalizar. Las tres eliminatorias se resolvieron en el Santiago Bernabéu por un Real Madrid llegó a estar eliminado en todas ellas durante varios tramos y que revivió gracias al gran nivel ofrecido por sus mejores individualidades, a la energía de los suplentes y a un punto importante de suerte y de gen competitivo.
Contra el PSG estuvo 76 minutos ‘fuera’: desde el gol de Mbappé en el Parque de los Príncipes en el 94’ hasta que Benzema igualó el cruce en el 76’, dos minutos antes de poner por delante a los blancos. Ante el Chelsea, el Madrid estuvo eliminado cinco minutos, los que pasaron entre el 0-3 de Werner en el 75’ y el 1-3 de Rodrygo en el 80’. En el cruce ante el City estuvo por detrás de su rival desde el minuto 3 de la ida hasta el 90 de la vuelta, es decir, prácticamente toda la eliminatoria. En total, el Madrid fue a remolque en las eliminatorias 260 minutos de los 600 que duraron los tres cruces sin contar los descuentos.
“Hemos eliminado a tres de los candidatos al título. A principios de temporada nadie hubiese dicho que llegaríamos a la final pero aquí estamos”, valoró el preparador italiano, muy emocionado tras un encuentro de alto voltaje y una eliminatoria taquicárdica.
La mano de Carlo Ancelotti ha sido clave para que el Real Madrid vuelva a pisar una final de la Champions tras cuatro años de ausencia. El técnico ha construido un equipo sólido y regular para dominar LaLiga y en la Champions ha sabido activar los resortes necesarios para revivir a sus jugadores.
Las remontadas no se explican si la influencia de los jugadores que salieron desde el banquillo, especialmente en los casos de Camavinga y Rodrygo, decisivos en las tres eliminatorias. El brasileño ingresó por Kroos con 0-0 en el marcador en el minuto 68 y cinco minutos después se adelantó el City. En ese momento, Ancelotti decidió quemar las naves. Retiró a Casemiro y Modric (por primera vez los tres medios fueron sustituidos en el mismo partido) para dar entrada a Asensio y Camavinga. Una apuesta a todo o nada, una ruleta rusa, que estuvo a punto estuvo de sentenciar a su equipo. Pero falló Grealish (o acertaron Mendy y Courtois) y el Madrid se vio con una vida extra que no desperdició.
Entre Camavinga, Benzema y Rodrygo fabricaron el 1-1 y en plena crecida, con la colaboración de un Asensio discreto (5 pases en 45 minutos, 0 balones recuperados) que peinó el centro de Carvajal, llegó el 2-1. Igualada la eliminatoria, el Madrid utilizó la ventaja psicológica en la prórroga para darle la puntilla al City de nuevo con los mismos protagonistas que en el primer gol. Camavinga recibió de Courtois, corrió sin oposición hasta el área de Ederson y en el momento preciso encontró a Rodrygo, hábil para cederle el cuero a un Benzema que midió a la perfección la embestida de Rúben Dias y provocar el penalti.
La imagen del banquillo del Madrid en los últimos minutos es inaudita: todos los pesos pesados (Benzema, Modric, Casemiro, Kroos, Alaba, Vinicius y Militao) animando y dando indicaciones y en el césped, toda la unidad B (Ceballos, Vallejo, Asensio, Camavinga, Lucas, Nacho) achicando agua para proteger el resultado. A Ancelotti le respondieron los suplentes en el momento más peliagudo. Mérito suyo y de un Madrid que ya piensa en París.