La mutación física de Paula Badosa

El pasado día 4, Paula Badosa irrumpió en la terminal de llegadas del aeropuerto de Guadalajara (México) empujando un carro cargado con dos maletones y un raquetero. Junto a ella, flamante semifinalista de la Copa de Maestros al haber resuelto el duelo con la griega Maria Sakkari (7-6(4) y 6-4, en 2h 06m) y al haber encontrado el refuerzo matemático de la victoria de Aryna Sabalenka ante Iga Swiatek (2-6, 6-2 y 7-5), desembarcaban los allegados que le acompañan durante esta aventura mexicana que transcurre a 1.566 metros de altitud. Todo un desafío para el cuerpo.

“Aquí todo cuesta un poco más, pero ya estoy adaptándome”, decía poco después la catalana, que además de los enseres, de su madre, su pareja, su equipo y algún que otro familiar más, porta allí donde va un gimnasio itinerante que responde a la transformación integral que emprendió hace año y medio para poder completar el plan que tiene en la cabeza: llegar a lo más alto, ni más ni menos. Y eso pasa por ejecutar varios saltos; uno de ellos el mental –”hace dos años estaba muy lejos de las más fuertes, y ahora creo que estoy entre las mejores”– y el otro el fisonómico. Y en ello está.

“Me veo de otra forma, la evolución es grande”, reconoce la catalana de 24 años, que conforme empezó a escalar posiciones en el ranking –inició el curso como la 70 y hoy día es la décima– percibió inmediatamente que debía transfigurar su chasis para poder afrontar los envites extremos de la élite. Alta (1,80) y de complexión fuerte, planta moderna, Badosa se encomendó hace algo más de un año al preparador David Antona, campeón de España de salto de altura (2000 y 2006), y los resultados son más que satisfactorios, a tenor de los acontecimientos y de los cambios, porque hoy por hoy, en ese sentido, Badosa es otra Badosa. Su carrocería ya es la de una verdadera profesional.

Su cuerpo se ha fibrado y se le ha definido. El trapecio triangula, los cuádriceps se le marcan y la mejoría atlética es más que evidente. “Pero ojo”, advierte Antona en la conversación telefónica desde Guadalajara, “que el mérito es exclusivamente de ella, o en todo caso de un trabajo en equipo que al final remata Paula, porque si ella no quisiera, nuestro trabajo no serviría de nada”.

De izquierda a derecha: Juan Betancourt (pareja), Jorge García (técnico), Paula Badosa David Antona (preparador físico) y Daniel de la Serna (psicólogo y nutricionista) posan en Guadalajara.
De izquierda a derecha: Juan Betancourt (pareja), Jorge García (técnico), Paula Badosa David Antona (preparador físico) y Daniel de la Serna (psicólogo y nutricionista) posan en Guadalajara.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Remarca el preparador –que también moldea al baloncestista Willy Hernangómez– que no hay mayor secreto que “la voluntad”, y que él viene del mundo del atletismo y ahí el talento no decide, sino la dedicación a largo plazo y horas y más horas de orfebrería corporal. “Nosotros le estamos ayudando, pero es Paula la que ha cogido el toro por los cuernos. Está siendo muy estricta con todas las rutinas, con el sueño y con la alimentación”, valora Antona, que al comenzar con la tenista se encontró con una deportista verde y por hacer, desde el punto de vista muscular. Ahora, sin embargo, la española ha dado el salto que deseaba, aunque el margen de progresión es todavía más que generoso y al plan aún le falta mucho recorrido.

“Yo diría que Paula está a un 25% de su potencial real. Solo lleva un año entrenándose al nivel que se necesita y en ese plazo de tiempo es imposible progresar más. No obstante, el cambio es apreciable y si continúa así, en tres o cuatro años será mucho más palpable la evolución”, prosigue el preparador antes de recitar algunos de los ejercicios que completa a diario la tenista, allá donde esté y sin excepción prácticamente: sentadillas por doquier, multisaltos, core o series de velocidad acompañan al desarrollo físico de la jugadora.

Y precisa: “Empezó haciendo peso muerto con una barra de 10 kilos y ahora está moviendo una de 70. Ese es el cambio más significativo, la fuerza útil y aplicada. En el tenis se trata de aplicar mucha fuerza en el menor tiempo posible”.

Ni hándicap ni excusa

Trabaja Badosa concienzudamente y se traduce en resultados, en la capacidad para hacer frente a la exigencia de partidos como los de Guadalajara o el que le ganó a Victoria Azarenka en la final de Indian Wells, donde ambas protagonizaron un extenuante cara a cara bajo el sol durante tres horas.

“La parte física está aportándole mucha tranquilidad y está ayudándole a explotar su calidad”, subraya Antona. “Y al final, una cosa retroalimenta a la otra: en el momento en el que te sientes anímicamente bien y te cuidas, te ejercitas mejor y la evolución se pronuncia”, añade. “Hemos conseguido que esté el 95% del año concentrada, pero también pensamos que es necesario que disfrute al máximo de ese 5% restante. Eso sí, si en lugar de un 95% fuera un 80% de base, llegaríamos tarde”.

Esta noche (21.00, Teledeporte/DAZN), Badosa está citada con Iga Swiatek en el tercer compromiso del grupo, intrascendente en realidad el pulso porque ya tiene garantizada la primera plaza. Sin embargo, no pisará el freno y se proyecta con la garantía que desliza Antona: “Hemos conseguido que el físico ya no sea un hándicap ni una excusa. No está al nivel de las que llevan trabajando a tope desde hace años, pero Paula tiene condiciones muy buenas, muchísimo potencial y crecerá”.

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