Un debate recorre Europa: ¿se debe apostar por la energía nuclear en la lucha contra el cambio climático? ¿Y por el gas natural? La Comisión Europea está ultimando su propuesta de taxonomía (la clasificación de las inversiones que se pueden considerar sostenibles) y existe un gran debate entre los países sobre si, acompañando a las renovables, se debe incluir a la nuclear y al gas natural en ese listado. Su inclusión es polémica porque las nucleares no emiten gases de efecto invernadero, pero sí dejan un legado de residuos radiactivos para las siguientes generaciones, al margen de los elevados costes. Y el gas natural, aunque las centrales que lo usan emiten menos gases que las de carbón y petróleo, no deja de ser un combustible fósil. El comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevičius (31 años, Vilna, Lituania), intenta mantener en esta entrevista una posición de equilibrio como el resto del Ejecutivo comunitario y opina que la nuclear puede considerarse una energía de transición, pero no el futuro. Sinkevičius defiende también las normas medioambientales que saca adelante la UE, aunque reconoce que hay una brecha entre esas directivas y la forma en la que las cumplen luego los Veintisiete.
Pregunta. ¿Por qué es importante la nueva norma sobre deforestación que acaba de proponer la Comisión?
Respuesta. Es importante porque, ante todo, es una iniciativa pionera que frena realmente la deforestación, no solo la ilegal, sino también la legal. A fin de cuentas, cuando se tala una zona boscosa, suele convertirse en agrícola, o sea, hay un cambio de uso del suelo. Lo más importante es que estamos mandando una señal y un mensaje muy claro: no podemos pedir a nuestros socios de terceros países que hagan más por el clima cuando aquí, en la Unión Europea, también somos responsables en parte de provocar la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático en esos países. Es decir, asumimos toda la responsabilidad. Otra cosa importante es que ofrece unas normas muy definidas. Así que las empresas tienen que estar contentas, porque ahora hay compañías que ya usan la localización para demostrar de dónde vienen las mercancías y que no hay relación entre sus productos y la deforestación. Pero hay algunas que practican un greenwashing [lavado de imagen verde]. Ahora, con unas reglas claras y una implementación estricta, se garantizará que esos productos no entren en el mercado de la UE.
P. ¿Cree que Europa finalmente prohibirá los coches de gasolina en 2035?
R. No nos precipitemos con prohibir nada. Creo que la industria hará su trabajo por sí misma mucho más deprisa de lo que reaccionarán los políticos. Estamos viendo muy claramente un gran cambio en la industria. Tenemos que seguir ayudando al cambio, invirtiendo en I+D, en tecnología limpia, haciendo que los coches limpios sean más asequibles para los ciudadanos y que estos también puedan optar por un autobús limpio, algo que creo que también es muy importante. Lo que sin duda vamos a hacer es centrarnos en una normativa muy estricta sobre las emisiones de los coches y las furgonetas, y eso creo que será un punto de inflexión importante que traerá cambios en el futuro.
P. La Unión Europea está discutiendo ahora sobre si se debe incluir a la nuclear en la nueva clasificación sobre inversiones verdes. ¿La energía nuclear es una energía verde?
R. No podemos ignorar el hecho de que tiene una parte peligrosa. No se pueden ignorar tampoco los residuos nucleares. Y sumando todo esto hay que tomar una decisión nada fácil al tener cierto número de Estados muy dependientes de la energía nuclear. Así que la pregunta es si es el futuro o es una fuente de energía de transición. Creo que puede ser de transición, pero no creo que en el momento en el que estamos, con las tecnologías que tenemos, sea el futuro.
P. ¿Y el gas natural?
P. Todos los combustibles fósiles deberían quedar en el vocabulario del pasado. Deberíamos reducirlos sistemáticamente e invertir en proyectos renovables que demuestren que realmente son nuestro futuro. Y por eso es por lo que apostamos. Creo que la Unión Europea tiene planes muy ambiciosos para proyectos renovables, y que hay que ponerlos en práctica. Opino que los Estados miembros pueden trabajar más y mejor para garantizar que los permisos se concedan más rápidamente, teniendo en cuenta, por supuesto, todas las normas y las directivas medioambientales, pero concediéndolos más deprisa para asegurar que las energías renovables se desarrollen antes. Hace poco discutíamos, toda Europa discutía, el rápido ascenso de los precios del gas. Si hubiéramos empezado la transición verde hace cinco, o mejor aún, 10 años, seríamos menos dependientes del gas, menos dependientes de la energía importada de terceros países, y no costaría tanto la electricidad.
P. España es el país de la UE que tiene abiertos más procedimientos de infracción comunitarios por incumplimientos medioambientales. ¿Por qué? ¿Qué se está haciendo mal?
R. Yo no diría que se esté haciendo mal algo, diría que las cosas van a mejor. En los últimos 10 años hemos visto importantes mejoras en la aplicación de la legislación medioambiental. Pero, por supuesto, se podría hacer más. Por ejemplo, tenemos abiertos procedimientos de incumplimiento por la calidad del aire en Madrid y en Barcelona. Vemos que las cosas mejoran. Y desde 2019, en Madrid, por ejemplo, la calidad del aire ha mejorado. No lo suficiente, pero observamos que hay voluntad política de actuar. Creo que esto es muy importante. Luego, por ejemplo, está el tratamiento de las aguas residuales, que es un gran problema en España. La reciente sentencia judicial se refería a 17 aglomeraciones urbanas y ahora quedan siete que todavía tienen problemas. Así que se está mejorando. Creo que ahora estamos ante una buena oportunidad de darle realmente un empujón con dinero público para asegurar que los fondos de recuperación se emplean para hacer la transición verde y cerrar la brecha en la aplicación de la legislación europea. La mayoría de nuestra legislación es adecuada, por ejemplo, en el caso de la calidad del aire. El principal problema es acabar con la brecha de aplicación [de los Estados], y eso es lo que queremos llevar a cabo. Tengo muchas reuniones con los ministros y con los alcaldes en las que hablamos de cómo podemos canalizar de la mejor manera la financiación de la UE para asegurarnos de que se cierre la brecha de aplicación. Y lo más importante es que, al final, los ciudadanos se darán cuenta enseguida de la diferencia cuando se vean recompensados con agua y aire limpios. En primer lugar, tendrá un efecto enorme en su salud.
P. Pero en lo que se refiere a las aguas residuales urbanas en España, ¿cómo es posible que un país tarde más de 30 años en cumplir la normativa europea?
R. A mí me resulta muy difícil decir cuáles eran antes las prioridades políticas. Solo puedo hablar de las pautas actuales, y estoy contento con ellas. Veo compromisos claros. Veo grandes esfuerzos por parte de la vicepresidenta Teresa Ribera y compromisos claros por parte de los Gobiernos autonómicos. Solo trabajando conjuntamente los Gobiernos autonómicos con el Gobierno central se podrá conseguir el cambio. Por tanto, los últimos 10 años han puesto a España en el buen camino. Sí, se está tardando demasiado. Tenemos que actuar. No podemos esperar otros 10 años.
P. ¿Las zonas de bajas emisiones son la solución al problema de la calidad del aire?
R. Es una solución temporal. Espero que, con nuestras decisiones, de aquí a 2030 y 2035 toda Europa sea una zona de bajas emisiones, pero de momento es una solución buena y productiva. Numerosos casos muestran que, realmente, se produce una rápida mejora de la calidad del aire. Pero, por supuesto, no puede ser la única medida. Además de las zonas de bajas emisiones hay que trabajar en las redes de movilidad y en las de micromovilidad. Hay que empezar por cambiar de verdad la mentalidad de la gente, que vea que dejar el coche en casa, o incluso no tener coche, puede ser una buena solución que hace ahorrar mucho dinero, pero también tiempo.
P. ¿Qué piensa sobre que Madrid suprimiera su zona de bajas emisiones cuando cambió de alcalde?
R. Ahora Madrid tiene un plan que creo que es un plan sólido que, si se pone en práctica, seguro que dará frutos para los ciudadanos de la capital. Lo que desearía, no específicamente para Madrid, sino para todas las ciudades y los Estados miembros de la UE, es que no se considere el Pacto Verde como un legado de un partido o de un político anterior, sino como un plan a largo plazo para los ciudadanos, para la ciudad y para el país. Nuestro Pacto Verde europeo no ha hecho nada más que empezar. Su vida se prolongará hasta 2050, cuando alcancemos el objetivo de la descarbonización de Europa. Es imposible resolver los problemas de la calidad del aire en la ciudad en un plazo de cuatro o cinco años. Hace falta un esfuerzo continuado y el acuerdo de todos los partidos políticos al respecto, porque creo que la salud de la gente de nuestras ciudades debería estar en el centro de la agenda política.
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