La odisea de Laia Sanz cuando más estaba brillando

La odisea de Laia Sanz cuando más estaba brillando

Tras la cena, seguíamos pendientes de Laia Sanz. El coche de la piloto de Corbera de Llobregat no estaba en la carpa del Astara Team. Era noche cerrada ya en AlUla y seguía luchando para llegar a la meta, a kilómetros de allí. La piloto de Corbera de Llobregat se encargó de que todos vieran su destreza al volante en una etapa que todos los pilotos, incluidos los más veteranos, experimentados y de mayor nivel, definieron como una de las más duras que habían hecho nunca. Loeb destacó que había rocas casi tan grandes como balones de fútbol. Carlos Sainz respondía a MD con voz baja, sin fuerza para elevarla por el enorme esfuerzo mental que había tenido que hacer para no pinchar más de una vez. Loeb pinchó 3, también Chicherit, y Peterhansel otras dos. Fue una tortura para todos. En ese contexto, Laia brilló con luz propia al llegar a colocarse octava durante un punto de la especial. Y eso que el día no empezó bien. 

Laia Sanz, al llegar al vivac de AlUla

Captura

Pinchó en el kilómetro 20 y el miedo de quedarse sin ruedas estaba presente. Decidió ir con sumo cuidado y así fue como se metió en el Top-10. Cruzaba el ecuador de la etapa rozando esa décima plaza. Estaba realizando un etapón. Lo que no sabía nadie es que Laia estaba pilotando su coche con problemas. El gas daba tirones y no respondía bien a sus señales.

Fue tan solo el inicio de un día largo, durísimo, pero en el que Laia volvió a demostrar su enorme espíritu dakariano y su fuerza junto a un Maurizio Gerini que no solo fue su copiloto, también su mejor acompañante.

Laia Sanz y su copiloto Maurizio Gerini

Laia Sanz y su copiloto Maurizio Gerini

Twitter Laia Sanz

Enorme frustración

Laia lo contaba todo a MD en su caravana. Pasamos a ver si había llegado. Ahí estaba su coche con el logo de KH-7, y en el lateral derecho, un mecánico sacaba arena y más arena de dentro del vehículo, de la zona de la rueda de repuesto. Llenó una caja entera de arena para tirarla en la calle principal. Mañana la gente pisará ese trocito de desierto sin saber que era una muestra de la fortaleza de la catalana. Acababa de llegar. Eran poco más de las 23.00h y MD picó a la puerta de su ‘casa’ con ruedas en el Dakar. Ahí estaba ella, comiéndose un plato de macarrones con tomate y queso recalentados. Otra en su lugar hubiera querido estar sola o como mucho con su ‘copi’. Nos pidió que la acompañáramos en la mesa. Fue ahí cuando hambrienta por llevar tantas horas sin comer (se comió las barritas que llevaba pese a no gustarle), en lugar de mirar al plato, miraba al suelo para no llorar. Sabía que el destino había sido injusto con su talento y sus merecimientos.

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La odisea de Laia Sanz cuando más estaba brillando
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“Nos ha pasado de todo. Llegamos a ir octavos…”. Fue ahí cuando casi se derrumba. El saber que podía haber hecho un etapón, su mejor resultado en coches. Ahí explicó todo lo que le pasó. “El coche tenía problemas ya desde el km 130. No sé el motivo, pero cortaba el gas. Pensábamos que era el ‘cut off’, hemos quitado el sensor del cambio, pero continuaba dando problemas. Por suerte, no estaba siendo muy crítico tampoco, porque podíamos haber llegado sin perder mucho tiempo, quizás 15, 20 minutos o media hora”, apuntó.

“Cuando iba octava creo que era en el kilómetro 230 y eso que el coche ya hacía 100 kilómetros que estaba fallando. Lo que pasa es que teníamos suerte de que era en tramos lentos y fallaba justo ahí. Creo que debía ser algún cable debido a las vibraciones. Cuando más lento era el terreno y más roto estaba, ahí fallaba. Y después, cuando era rápido y había arena, el coche corría”, agregaba, destacando uno de los sustos que sufrió en carrera debido al problema del gas: “Hemos tenido algún susto grande, porque girabas a baja velocidad y de golpe tiraba”. Y no solo eso, Laia recordó junto a Maurizio Gerini, quien también se sentó a cenar junto a ella en la mesa de la caravana, el momento en que por suerte pudieron evitar una caída de unos 5 metros en una zona escondida de rocas. “Yo lo he visto cuando ya estábamos ahí”, destacaba Gerini.

Se rompió un espárrago de la rueda

Luego, por si no era suficiente, se le rompió un espárrago de la rueda y allí perdieron mucho tiempo. Posteriormente, se quedaron sin luces en un cruce en un terreno lleno de trampas. Y al final, ya yendo a 60 km/h para ir hacia el campamento, en arena, pinchó dos veces al pasar por encima de unas piedras escondidas debajo de la arena. En uno de esos numerosos problemas, ya de noche, incluso tuvieron que hacer una hoguera para calentarse en pleno desierto mientras reparaban el vehículo. Llegó a meta con más de 8 horas perdidas. 

Preguntó por Sainz y el resto de competidores

Laia estaba hundida, pero a la vez, trataba de animarse marcándose el objetivo de lograr buenos resultados de etapa en lo que queda de Dakar para seguir demostrando su ritmo como lo estaba haciendo en este inicio.

Pese a la tremenda desilusión y frustración, Laia no perdió el ánimo para interesarse por cómo le había ido la etapa a Carlos Sainz, alegrándose por la buena etapa que hizo el ‘Matador’. No conocía ningún resultado y empezaba a preguntar por los favoritos. Ni había podido revisar tampoco el perfil de la etapa 3. Se temía lo peor, saliendo muy atrás y encontrándose mucho polvo. 

Se alegró entonces al enterarse de que la previsión daba lluvia. “¡Que llueva mucho, que así no tendremos polvo!”, le decía a Gerini, levantando los puños al cielo. Volvía la Laia apasionada, que piensa en el siguiente paso y que no mira el pasado. Aunque luego regresó la frustración. Duraría unas horas, hasta que se vuelva a poner el casco. Podía haber hecho un etapón. Pero lo mejor para ella es que todos vieron lo que estaba logrando.




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