La Penya tocó la gloria hace 26 años en Tel Aviv

Explica el periodista Santi Escribano en su libro ‘Historias del Joventut’ (Ediciones JC) que aquel 21 de abril de 1994, hace hoy exactamente 26 años, el día en que el Joventut de Badalona y el Olympiakos de El Pireo se iban a batir en la gran final de la Liga Europea, Tomás Jofresa, base del conjunto verdinegro, olvidó sus zapatillas de baloncesto en el hotel de concentración antes del partido. Aquel partido en el Pabellón La Mano de Elías acabó con victoria por 59-57, pero mientras un miembro del cuerpo técnico regresaba a toda prisa al hotel a por el calzado, Jofresa presenció al partido por el tercer puesto ‘en chanclas’” y durante la charla previa a la final, ya en el vestuario, intentó que su entrenador, Zeljko
Obradovic, no lo descubriese.



Tomás
Jofresa finalmente sí pudo jugar y contribuyó a que la Penya levantase aquel trofeo que le encumbrada a los altares del baloncesto europeo. En las semifinales de aquella Final Four el Olympiakos había derrotado al Panathinaikos de Nikos Galis y el Joventut había derrotado al Barça de Aito García Reneses.

Para Joventut y Olympiakos era una final inédita, la primera aparición en una final de la máxima competición continental. Las apuestas daban como favoritos a los griegos, que llegaban con una plantilla repleta de grandes estrellas en la que sobresalían Zarko Paspalj y Roy Tarpley. Fue un encuentro con muy baja anotación, que dejó un escuálido 39-39 al descanso. La segunda mitad mantuvo la misma tónica hasta los minutos finales.

Jordi Villacampa, en la final de Tel Aviv
Jordi Villacampa, en la final de Tel Aviv

Se llegó a los dos últimos minutos con una corta ventaja helena (52-57). A partir de ese momento los verdinegros encadenaron un tiro libre de Ferran Martínez y un triple del capitán, Jordi Villacampa , que les colocaba a un solo punto (56-57). Los nervios eran evidentes. En la jugada decisiva, Rafa Jofresa dio un pase clave a Corny Thompson, quien clavó un triple histórico (59-57).

Los segundos siguientes fueron de una enorme tensión, con Villacampa recordándole a Paspalj cuando éste se disponía a lanzar los dos tiros libres que podían forzar la prórroga que para ser campeón tenía que meter aquellos dos tiros libres. La presión pudo con Paspalj que erró el primero y se vio forzado a fallar el segundo para buscar un rebote ofensivo. Tras el segundo lanzamiento el cronómetro de forma incomprensible no se puso en marcha dando tiempo incluso a Milan Tomic a lanzar un triple que no entró.

Fue el éxtasis. Casi 40.000 aficionados aclamaron a su equipo frente al Palau Olímpic de Badalona, aquella noche en que el Joventut tocó la gloria. Tal como certificó Villacampa, “no fue el mejor partido de nuestras vidas, pero sí el más importante”.


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