La primera, en la frente; y la segunda, y la tercera


No puede ser casualidad, una ‘rara avis’ en el deporte de elite. Son cinco derrotas en ocho partidos. Es un guion que se repite una y otra vez, con un punto de crueldad. Imanol insiste en cada comparecencia en que su equipo merece más, pero algo falla porque los puntos vuelan. Los malditos detalles, que quizás por recurrentes dejen de ser meros detalles, condenan casi cada noche a un equipo que parece ir recuperando sus ideas pero que sigue huérfano de una virtud que le convirtió en un equipo Champions antes del confinamiento: la consistencia.



Desde que se reanudó la competición, la Real viaja por LaLiga con la frente llena de primeras. Con muy poco, le hacen gol, generalmente antes del descanso. Ayer, tras 21 minutos de dominio txuri urdin, con amenazas por banda, Oyarzabal combinando por dentro y un aparente control de la situación, una acción aislada lo mandó todo al garete.

La primera llegada del Granada fue gol. Sucedió ante el Celta, o contra el Getafe, o frente al Levante, ya con la Real por delante. El rival asoma, observa, olfatea y muerde.

El 0-1 no fue un error grosero aunque, eso sí, la Real permitió que Duarte, uno de los tres centrales del Granada, se presentase en el pico del área con tiempo de sobra para buscar a un compañero al que ponerle el balón. Sin oposición, sin nadie que le apretase.

En el peor momento

Lo dicho, la primera, en la frente. Y la segunda, esta vez sí precedido de un fallo garrafal de Llorente en una jugada que si en el reglamento no está recogida como fuera de juego, debería serlo. Dos llegadas, dos goles en contra.

Si algo reina en este regreso liguero es la igualdad. Los partidos se cierran, las diferencias se liman y, casi sin descanso en las piernas -especialmente en las realistas, castigadas por el desigual calendario-, las victorias se deciden en jugadas puntuales. Es, sin duda, el peor momento para conceder. La Real no deja de hacerlo.

Remontar un partido en este contexto es casi una quimera, más a un Granada al que no le han dado la vuelta a un marcador en todo el curso. La Real estuvo cerca de lograrlo. Con Barrenetxea, Djouahra, Zubimend
i, Gorosabel, Aihen y Roberto López en el campo. Con Isak y Odegaard tocados y Januzaj, Illarramendi o Zaldua en la enfermería. Dio igual. Hubo casta y sobre todo, hubo fútbol, ideas, un plan para meter mano a un Granada cuyos laterales hubiesen deseado estar en cualquier parte menos delante de los extremos realistas.

La Real digirió los golpes, salió del descanso enchufado y empató el partido. Y se fue a por el triunfo, a por el sexto puesto, a por el envite al Villarreal el lunes. El 3-2 parecía más cerca, el choque moría en campo del Granada, pero…

Pero la tercera fue, de nuevo, a la frente. Otro centró cómodo, otro balón al segundo palo, otro duelo perdido ante la mirada de Moyá. Otra oportunidad al limbo.


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