En los calvinistas Países Bajos, los aficionados comen salchichas y beben cerveza en las gradas del estadio de Eindhoven como si no hubiera un mañana, y se exhiben sin mascarilla como si no hubiera un ayer pandémico. En Donostia, ciudad cosmopolita y liberal, se hubiera jugado a palo seco y con bozal, pero posiblemente, lo que sucedió en el césped habría variado poco, al menos en la forma de jugar de los dos equipos. El empate final hace justicia a lo que se vio, aunque la Real Sociedad jugó con fuego en algunos minutos de la segunda parte.
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Salió la Real con el contratiempo de la lesión de David Silva en el calentamiento, un clásico donostiarra, que la temporada pasada perdió varios efectivos en los minutos previos a los partidos europeos. Jugó Guevara en su posición, pero no varió demasiado lo que Imanol había planeado, y que pasaba por aprovechar la subida de los laterales.
El PSV pertrechó bien su banda derecha, por donde se movían Oyarzabal y en ocasiones Isak, pero desatendió con negligencia la izquierda, muy alegre a la hora de atacar, pero remolona cuando tocaba defender, y por allí llegaron los tantos de la Real Sociedad en la primera parte. Se había adelantado el equipo holandés, en una acción que culminó su gran figura, el alemán Mario Götze, autor del gol de la final de la Copa del Mundo de Brasil, laureado con el Borussia y el Bayern y que lleva dos años poniéndose las pilas en el Phillips Stadion, pero la Real replicó con contundencia, en apenas dos minutos.
Januzaj, que jugó centrado, empató en una combinación con Zaldua que encontró una autopista por la derecha, y después de recibir la pared del belga, devolvió para el remate del zurdo txuriurdin, que poco antes había estrellado un balón en el larguero. Apenas cuatro minutos más tarde, Januzaj volvió a tocar para Zaldua, que otra vez encontró todas las facilidades para servir al punto de penalti, donde Isak estiró su larga pierna para adelantar a los hombres de Imanol, discretos hasta poco antes, pero desatados tras el gol del PSV que les tocó el orgullo.
Dio un paso adelante el PSV en la segunda mitad, liderado por la inspiración de Götze, que se inventó una jugada junto a la banda izquierda. Con un túnel se acercó al área, con otro, asistió a Gapko, que fusiló a Remiro en su salida para equilibrar el marcador. Se convencieron entonces los neerlandeses de que podían inclinar el partido hacia su lado, porque la de la segunda mitad fue una Real Sociedad de baja intensidad, como de conservar energías con el empate, que no es mal resultado para el estreno a domicilio, pero el jugar en modo ahorro puso en problemas a los donostiarras, que a veces se encontraron aprisionados en su área y sufrieron. Teze tuvo dos ocasiones diáfanas para anotar; la primera la envió desviada, la segunda al poste en un disparo impresionante. La Real tuvo una, la mejor, en una cesión defensiva desastrosa que cazó Oyarzabal para plantarse ante Drommel y estrellar la pelota en el muñeco. Era ya el descuento, en el que se esforzó Bruma, ex del equipo donostiarra, en amargarle la noche a Imanol. No lo consiguió y los dos favoritos del grupo se frustraron con la igualada.
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