Noches como esa son las que hacen más grande la historia del Athletic, impenitente perseguidor de un alegrón en forma de título que durante tantos años se le había resistido. Pero cuando se insiste y las circunstancias se alían, todo es posible para obtener un sueño. A pesar de llevar al Camp Nou un resultado de fábula del partido de ida de la Supercopa, la alargada sombra de Messi hacía concebir un cierto temor, porque cuando la ‘pulga’ se enciende…
El Athletic había asombrado mediáticamente en la ida con un legendario 4-0 y tres días después, el 17 de agosto de 2015, quería que repicaran las campanas ante el Barça: el título de Supercopa estaba al alcance y se consiguió. Tres décadas después se revivió un momento que parecía inaccesible, más aún al tratarse de un éxito frente a un conjunto de leyenda.
Messi inquieta
En el partido de vuelta no se sufrió demasiado gracias a la enorme labor coral rojiblanca, pero cuando Messi anotó el 1-0 al borde del descanso se abrió un cierta esperanza de remontada para los blaugrana, que estuvieron bastante bien defendidos tras un esfuerzo comunitario brutal que certificó el buen estado físico de la plantilla, que volvió a demostrar que aunque limitado en calidad tenía una capacidad de derroche y generosidad colectiva al alcance de pocos.
El tanto del empate de Aduriz a falta de un cuarto de hora para la conclusión del partido enterró toda opción de una hazaña local, que se había tropezado con un obstáculo mayúsculo con la expulsión de Piqué a los 55 minutos por demandar un fuera de juego en una jugada que casi acaba en gol.
El tanto del empate de Aduriz a falta de un cuarto de hora para la conclusión del partido enterró toda opción de una hazaña local
Por cierto, el central blaugrana había rematado al larguero nada más empezar el duelo, en el que Eraso también tuvo una clara ocasión de gol minutos después.Tras una cierta efervescencia culé, con el paso del tiempo se masticaba que el Athletic haría historia ante un oponente que estaba un tanto escaso de preparación física.
De este modo, el Athletic se hacía con un título oficial 31 años después de que, precisamente ante el mismo equipo, lograra la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. Era, además, la segunda Supercopa, ya que la lograron en 1984 sin necesidad de disputarla al haberse adjudicado Liga y Copa. La foto de Gurpegi portando el trofeo es parte de la historia del club.
Enganche generacional
Los protagonistas de aquel momento en Barcelona fueron Iraizoz, Bóveda, Etxeita, Laporte, Balenziaga, De Marcos, Eraso, Gurpegi, Beñat, Susaeta y Aduriz. Txingurri había apostado por cubrir bien la banda derecha, con De Marcos adelantado. Susaeta se situó por la zona izquierda. Tres días después del 4-0 de San Mamés Valverde tenía que redefinir el once inicial. San José y Sabin Merino no empezaron, como en Bilbao, el encuentro. Elustondo, Rico y Kike Sola tuvieron parte de protagonismo en la segunda parte, si bien expulsaron al delantero navarro, que había salido en el minuto 80. Además, Etxeita resultó lesionado.
Pese a ciertos inconvenientes,el Athletic se hizo con el título bajo la atenta mirada de celebridades del fútbol y la política. Ángel Villar se rodeaba de los presidentes de ambas entidades, de la alcaldesa de Barcelona y el alcalde de Bilbao, de los máximos responsables de las Federaciones Catalana y Vasca de Fútbol, del diputado general de Bizkaia y de Vicente del Bosque, entre otras autoridades. Asimismo, Marc Gasol, otro de los invitados, tuvo tiempo de posar con varios seguidores bilbaínos.
Entusiasmo en las calles
Una vez lograda la Supercopa, la tradicional visita a los pies de la Amatxu de Begoña y al Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación Foral de Bilbao reverdeció viejos momentos de entusiasmo histórico, con las calles de la villa atestadas de gente. Aquello era un ‘de ja vu’, un volver a los logros de los años ochenta cuando se consiguieron Liga y Copa. Fue un descubrimiento para algunas generaciones, que alucinaron con la extraordinaria capacidad de ‘enganche’ del Athletic.
Aquello era un ‘de ja vu’, un volver a los logros de los años ochenta cuando se consiguieron Liga y Copa
Días después, los aficionados del club pudieron ver de cerca y hasta fotografiarse con una copa de dimensiones reducidas pero que reportó una alegría inmensa. Grandes colas de hinchas bilbaínos se formaron para obtener en San Mamés una instantánea con un objeto que parecía imposible.
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