La tenaz persistencia de dos cigüeñas por anidar en una grúa de Ourense

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Obreros de la construcción y cigüeñas protagonizan estos días la vieja lucha por el territorio en una obra de la calle Río Mao, en el centro de Ourense. Allí, dos de estas zancudas se han instalado en el contrapeso de una grúa, para desesperación de la empresa constructora, que no ha tenido reparos en poner en práctica todo tipo de métodos para echarlas, sin ningún éxito. A pesar de que la ley las protege en periodo de procreación, los responsables de la obra han colocado una jaula para impedir que se posen e incluso han tapado el contrapeso con plástico. Pero ahí siguen pertinaces las cigüeñas, en lo alto de la grúa, a la espera de recuperar su casa.

Este no es un caso aislado; la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) es ya una habitual en los cada vez más cortos inviernos ourensanos y no es la primera vez que su elección para anidar pone en serios apuros a alguna empresa constructora. No en vano, la Directiva de Aves y la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad protegen a esta zancuda, sus polluelos y sus nidos y castigan con penas de hasta dos años de cárcel el daño intencionado durante el periodo de reproducción, lo que obliga a las constructoras a ralentizar o parar las obras cuando estas se instalan en lo alto de las grúas. La asociación Amigos das cegoñas y otros colectivos instan a la Xunta a tomar medidas para evitar que las aves acaben dañadas por los métodos puestos en práctica para ahuyentarlas.

Antes de este episodio que se está viviendo desde hace un par de semanas en la ciudad, la fundadora y coordinadora de Amigos das cegoñas, Nancy Blanco, ya había avisado, junto con otras organizaciones, al Gobierno gallego de lo que se avecinaba cuando, en 2021, una pareja de cigüeñas comenzó a sobrevolar una grúa situada en la plaza Mayor de la ciudad. Las aves acabaron anidando en el cabestrante que se empleaba para la reforma del Museo Arqueológico Provincial.

Fue una elección por descarte porque la pareja, a la que los orensanos acabaron bautizando como Aurea y Ramón, quería en realidad volver al hogar que había ocupado un año antes en otra grúa, aquella abandonada, a escasos metros, en pleno casco histórico también. Allí habían construido su primer hogar en la ciudad y criado a su prole. Cuando quisieron regresar a ella, había desaparecido (la grúa había sido desmontada), por lo que buscaron algo similar y próximo: se establecieron en la de la plaza Mayor. Pero con la diferencia de que esta estaba activa y su movimiento ponía en peligro la vida de las crías.

La colocación de esta jaula no ha logrado alejar a las dos cigüeñas.
La colocación de esta jaula no ha logrado alejar a las dos cigüeñas.Amigos das cegoñas

Al menos una de ellas murió en el nido tras enrollarse una pata en una cuerda. “Se lo advertimos a la Consejería de Medio Ambiente, pero cuando se decidieron a subir, el polluelo ya estaba muerto”, lamenta Blanco.

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Tras comprobar la tenacidad de Aurea y Ramón por anidar en las grúas, el verano pasado, Amigos das cegoñas, Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) y Ecoloxistas en Acción Ourense pidieron a la Xunta que pusiera en marcha un protocolo de actuación para evitar que se repitiesen anidamientos en las grúas, pero aseguran que siguen esperando “cuando era bueno para las aves y para las constructoras”.

Ahora ha retornado el problema con la llegada de la nueva pareja que ha empezado a construir su hogar sobre la grúa de la calle Río Mao. La Xunta asegura que está haciendo un seguimiento continuo de la situación “en contacto tanto con la constructora como con Amigos das Cegoñas”, que ha lanzado la voz de alerta.

Este colectivo, sin embargo, acusa a la Administración gallega de falta de diligencia por haber permitido a la empresa cubrir con un plástico el nido que estaba construyendo la pareja. La Xunta replica que se trata de “una medida disuasoria que no supone ningún peligro para las cigüeñas” por más que estas, haciendo gala de su obstinación, lejos de abandonar la estructura se han colocado en otro extremo a la espera de recuperar su casa.

También han fracaso las instalaciones alternativas que la consejería ha colocado en las afueras de la ciudad, a sugerencia de la SGHN y de Amigos das cegoñas, para “facilitar que estas aves se mantengan como reproductoras en el entorno urbano”. Ellas siguen prefiriendo las grúas.

La constructora cubrió con un plástico el nido, pero las zancudas siguen ahí.
La constructora cubrió con un plástico el nido, pero las zancudas siguen ahí.AMIGOS DAS CEGOÑAS

“Hay que tener en cuenta que son aves de costumbres, muy ligadas a las actividades humanas, que se han adaptado a vivir con las personas y que vuelven año tras año al lugar en el que colocaron su nido, por lo que resulta difícil orientarlas a otras zonas una vez que ya han nidificado”, explican desde la Xunta.

La SGHN sostiene que hay formas de solucionarlo “con cigüeñas amaestradas que intenten guiarlas antes de que aniden a las instalaciones alternativas o, si no, que la Xunta pregunte a otras administraciones que tienen el mismo problema cómo lo resuelven”.

La asociación naturalista cree que si el Gobierno gallego no es capaz de solventar el problema, “tendrá que mediar para alargar los plazos de las obras afectadas o indemnizar a las constructoras, porque si tienen que parar la actividad es como consecuencia de algo similar a un daño natural; un imprevisto. Tiene que proteger a las aves, pero también a las personas”.

Mientras tanto, Nancy Blanco, que tiene al día un censo de las cigüeñas en Ourense, ya ha divisado a Aurea y Ramón por el cielo de la ciudad, de vuelta de la invernada. Ajena al conflicto legal, la pareja sobrevuela insistentemente estos días la grúa de la plaza Mayor en busca del hogar que había dejado temporalmente y en el que nadie duda que anidará de nuevo.

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