La trastienda de Vicente del Bosque


La estrella del Mundial 2010 los alumbra en un escenario de luz tenue e intimista. Se escapa el mes de enero y Andrés Iniesta (Albacete, 36 años) regresa al día siguiente a Japón. La pandemia de la covid-19 no existía ni en la peor de las pesadillas. Vicente del Bosque (Salamanca, 69 años) tiende la mano al artífice del triunfo y autor del gol de la final de Johannesburgo, aquel histórico torneo del que ahora se cumplen 10 años (11 de junio a 11 de julio). El seleccionador y el goleador de la final se prestan a mantener la conversación que nunca habían podido disfrutar. Desde su recíproca timidez comparten muchas emociones comunes.

Del Bosque. Andrés, vamos a hablar de los 12 años que has estado en la selección, pero antes quería comenzar por el origen de todo, por donde empezamos a conocerte, si no el gran público, sí los que estábamos muy cerca del fútbol base. Me refiero a Brunete [Madrid], al torneo de los niños, como le solemos llamar.

Iniesta. Yo iba con el Albacete. Un recuerdo bonito que me marcó. Para chavales de 12 años era, además, la primera vez que salíamos de nuestra ciudad…

D. B. Casi, casi que te arrepentirías de haber destacado tanto. Inmediatamente te llevaron para La Masia. En aquella época, los dos grandes, el Real Madrid y el Barcelona, optábamos a los mismos jugadores y aprovecho la ocasión para citar a un técnico de tu club, Oriol Tort, que conoces bien, y con el que coincidía en muchos partidos para ver en directo a los mismos jugadores. Íbamos incluso en el mismo coche. Nos llevábamos muy bien, pero claro, no podíamos comentar nada de los jugadores que veíamos…

I. Es conocido que aquellos fueron momentos difíciles para mí. Sí, es verdad que el fútbol era lo que más me gustaba, mi pasión, pero separarme de mi familia para todo fue complicado. Desde mi punto de vista y también desde el de mis padres que se quedaban allí.

D. B. Y eso que vosotros sois de otra generación. Yo me fui de Salamanca con 17 años. Fue un mundo para mí. No son lo mismo los 17 años de antes que los de ahora. Figúrate con 12, no me extraña que te pasara todo eso. Yo también sufrí ese proceso.

I. Con 12 años, quieras o no, en el pueblo siempre estás con tu familia, con tus cuatro amigos por la pista del cole, por la calle. Venirme a Barcelona con la magnitud que tiene todo fue complicado. Al final le eché coraje.

D. B. Recuerdo generaciones de jugadores muy buenas del Barcelona. Competíamos siempre contra vosotros y una de ellas era la del 80. Había un jugador que comparábamos contigo, aunque sea muy difícil compararse contigo, que era Mario Rosas. Jugaba muy bien, malagueño, era un artista.

I. Siempre que estás en la cantera se habla de los jugadores que más destacan y estando en el cadete o en el juvenil se hablaba mucho de esa hornada de Xavi, de Jofre… y Mario era un espectáculo. Técnicamente, en el uno contra uno, los pases, era una delicia verle jugar.

D. B. Veía el fútbol, era enclenque, de poco físico…

I. Pero con el balón era el número uno. Todo el mundo coincidía que podía llegar. Creo que estuvo entrenándose con el primer equipo y llegó a debutar [el 18 de mayo de 1998 contra la U. D. Salamanca, con Van Gaal].

D. B. Andrés, hablemos de ti. Debutas con la selección en Albacete, en mayo de 2006 en un amistoso contra Rusia. Sería una casualidad, me imagino…

I. Sí, claro. De hecho, yo en el periodo previo al Mundial 2006 no voy convocado a ningún partido. Luis me mete en la convocatoria definitiva. Normalmente hay dos amistosos antes de ir a la competición y dio la casualidad de que uno de ellos fue en Albacete.

D. B. En esos 12 años [en La Roja] has tenido tres seleccionadores. Luis [Aragonés], yo, Julen [Lopetegui], por orden cronológico. Bueno, cuatro con el lío de Rusia… [Fernando Hierro sustituyó a Lopetegui a dos días del estreno de España en la competición].

I. Eso fue porque pillamos la época buena…

D. B. ¿Cuándo te diste cuenta de que teníamos un equipo bueno, no que tuviéramos buenos jugadores? Antes de llegar yo, con Luis… ¿En qué momento comprendiste que estábamos ante una gran selección que iba a hacer cosas buenas?

I. El periodo previo a 2008 marca un poco el devenir de lo que fueron los seis años siguientes. En la selección siempre habíamos tenido grandísimos jugadores y grandísimos equipos, lo que pasa es que siempre no se puede ganar…

D. B. Estoy de acuerdo. Creo que el problema era que no se formaba un equipo. Unos años nos basábamos en el Barcelona, otros en el Liverpool, en el Valencia, en el Real Madrid…

I. Sí, sí, me di cuenta en ese periodo que comentaba. Justo antes de comenzar a ganar los títulos. Fue un periodo mágico, todos estábamos muy unidos… Que no significa que después no se estuviese unido, porque se estaba, pero al final los demás también juegan y nos tenemos que dar cuenta de que solo gana uno.

D. B. En todo el proceso de una Eurocopa participan cincuenta y tantos equipos y solo gana uno. En un Mundial, 210 y solo gana uno…

I. Y además, lo normal es que no ganes. Después hemos tenido las decepciones de no ganar o no pasar eliminatorias y precisamente por eso hay que darle la importancia a lo que conseguimos.

D. B. En mi época de jugador y también después, tuvimos muchos complejos con otros países y esos complejos ahora no existen. Nos hemos dado cuenta de que tenemos las mismas virtudes que los demás. Técnicamente no tenemos nada que envidiar a nadie, y físicamente tampoco.

I. El fútbol es igual en todos los sitios, o se intenta. Luego cada uno tiene sus características, pero ni mucho menos tenemos que envidiar a nadie, a ninguna selección. Todo evoluciona, va muy rápido y todas las cosas tienen muchísima importancia.

D. B. Yo me agobio un poco cuando veo tu currículum… 32 títulos con el Barcelona.

I. Tres con la selección y ahora los dos de Japón, la Copa del Emperador y la Supercopa.

D. B. Y ganaste con la sub-16, la sub-19, subcampeón sub-20… y los premios individuales que no caben en la Wikipedia…

I. Con la sub-17 fuimos a un Mundial y nos vinimos a las primeras… Sí, me considero un afortunado, un privilegiado de estar en las mejores épocas de tu club y de la selección. Era inimaginable.

D. B. Tengo la imagen de cuando estábamos en la selección e iba a comenzar un entrenamiento. Llegabais Xavi y tú y comenzabais a darle al balón. No era un rondo. Era golpear. Me gustaba sentarme y veros. Comentaba que, curiosamente, los que mejor tocabais el balón erais los que todos los días hacíais lo mismo y teníais ese placer de dar a la pelota. Había otros que a lo mejor lo necesitaban más y no se ponían ahí dentro a tocar y tocar. Yo disfrutaba con verlo, cuando comenzabais a tocar el balón, pa, pa, pa, pa

I. Era lo que habíamos hecho toda la vida. Vas a entrenarte, ves un balón y te vas a por él. Te apetece tocarlo. Lo hacíamos también en el Barcelona. Era nuestra forma de activarnos hasta que el míster decía que empezábamos el entrenamiento.

D. B. Soy un enamorado de la técnica, me gustan las acciones técnicas como espectador, al margen de que como entrenador busque el funcionamiento colectivo del equipo. Recuerdo siempre un gol tuyo en la línea de fondo, casi sin ángulo, un golazo…

I. Eso fue en Bélgica. Ganamos 1-2. Vestíamos de amarillo. Cesc me pasó el balón por dentro y yo me fui del defensa, salió el portero, lo driblé y rematé.

D. B. Vamos a hablar de tu posición. Me gustaba que jugaras en la banda. Visibilizaba que recibías ahí y estabas en una zona decisiva para encarar. Una zona imparable para ti. Casi más decisiva que en la otra posición más interior. Sé que tú preferías jugar por dentro. No porque te sintieras incómodo y no tuvieras soluciones para jugar por fuera, sino porque te gustaba más estar en el cogollo, influir más en el campo, en el juego desde dentro. En la banda tenías que tener una paciencia grande para esperar a que te dieran el balón.

I. Sí, hablamos mucho de ello. La banda no era una posición que me incomodase, ni mucho menos. Me considero un jugador de ataque, de los últimos metros, de los tres cuartos del campo. Enganchar el balón en esa situación es un espectáculo, sobre todo cuando te encuentras bien y con fuerza para hacer lo que sabes. Pero sí que lo hablamos. Hay partidos en los que los de arriba tienen que esperar, tienen que tener paciencia para que les llegue el balón y ahí, siendo un jugador como yo, que me considero muy centrocampista, no me disgustaba, pero sentía que podía estar en otra posición. Era lo que hablábamos del equilibrio del equipo y que un jugador debe aceptar estar en una posición que no es la que él piensa. El Mundial lo ganamos así.

D. B. Es importante que el entrenador coloque a los jugadores en sus posiciones originales. En tu caso, jugando por dentro o por fuera, lo importante es que todos participáramos de una misma idea. Nosotros, aunque no me gustaba abusar de decirlo, éramos un equipo que teníamos las tres p. Cuando no tienes el balón tienes que presionar, cuando lo tienes consigues la posesión, que es la segunda p, y sin tener profundidad, la tercera, no nos vale nada. Luego hay que ver si se presiona más arriba o más abajo, si tienes más posesión o menos, pero sin profundidad, mal asunto. Hubo una época que jugábamos con Torres y Villa. Otros partidos sin ellos, o echábamos a Villa a la izquierda. Hemos jugado con dos delanteros, con un delantero, y sin delantero. ¿Tú qué preferías?

I. Al final, las características de los jugadores son las que te marcan un poco el estilo o lo que quieras hacer.

D. B. Sobre todo los centrocampistas.

I. Sí, pero al final lo importante son los espacios. Si tienes a Jordi Alba de lateral izquierdo y no ocupa el espacio que deja el extremo de ese lado cuando se mete para adentro, pues no vas a tener profundidad. Es una cuestión de ocupar los espacios. En 2012, en la Eurocopa, pasaba exactamente eso. Yo jugaba en esa posición y la compenetración que tenía con Jordi Alba era perfecta. Jugamos muchas veces sin delantero centro y tuvimos profundidad. La clave son los espacios.

D. B. Y adaptarse a las condiciones de los jugadores que tienes alrededor.

I. Ese grupo nos conocíamos muy bien. Todos sabíamos cómo podía jugar cada uno y dónde.

D. B. Fui centrocampista y es la zona del campo donde más te diviertes. Donde más tocas el balón, donde participas más, donde puedes influir más en el juego. Alguien podría decir también que de delantero también se disfruta.

I. Yo no es que esté viendo todo el día partidos, pero de vez en cuando veo alguno, o resúmenes y el otro día vi uno que jugamos en Francia, por ejemplo, y estábamos Xavi, Xabi Alonso, Busi, Silva y yo. En teoría muchísimos centrocampistas, pero cuando atacábamos, lo hacíamos con profundidad. Al final es la posesión, pero es la utilidad que le das a la posesión y cómo atacas. Estar dando pases todo el mundo sabe que no sirve para ganar.

D. B. Con eso no se gana…

I. Al final es el equilibrio, la forma de defender. En el Mundial de 2010 sentíamos que éramos un equipo infranqueable a nivel de posiciones, a nivel defensivo, y eso es lo bueno, el equilibrio que tiene un equipo.

D. B. Antes de ese Mundial tuviste algunos problemas físicos. Afortunadamente se solventaron. Fue importante el trabajo de los fisios que desde la discreción te recuperaron y te pusieron en condiciones para ir al Mundial.

I. Por supuesto. Los doctores, los fisios, Raúl y compañía, fueron los principales partícipes de que yo acabara como acabé. No fue cómo comencé sino cómo acabé. A partir del segundo partido todo estaba fenomenal.

D. B. Con el paso del tiempo y cuando llevas mucho en el fútbol te das cuenta de que la selección, el Barcelona, el Real Madrid… Que cada uno tiene un estilo y no existe un estilo único con el que se gana siempre, sino que todo tiene una mezcla.

I. Sí. El fútbol precisamente es bonito por eso, porque no por tener el 70% de posesión vas a ganar o porque tengas el 30% de posición vas a perder. Cada uno utiliza sus armas, lo importante es que cada uno se identifique y haga realmente lo que siente.

D. B. Si tuvieras que pensar en el mejor y en el peor momento vivido con la selección, ya sé que vas a decir el Mundial, tu gol… pero me refiero más a la sensación del día que habíamos jugado bien.

I. Por supuesto que el Mundial es el Mundial y fue increíble, pero para mí fue la Eurocopa 2012. La recuerdo especialmente. A nivel de juego, a nivel de todo. Fue el mejor campeonato. Y el peor, Brasil. Podría decir Rusia, que fue mi despedida y no la mejor, pero en Brasil teníamos muchas esperanzas y no nos salió como esperábamos.

D. B. En 2012 es como si estuvierais enteros, sabiendo la evolución que habíamos hecho. No es despreciar lo anterior, es la evolución lógica que se produce… Hablemos del peor momento. El mío fue el descanso del partido contra Holanda en Brasil. Ganábamos 1-0 y nos empata Van Persie. Con el 1-1, cuando entramos al vestuario, noté como si fuéramos perdiendo. Parecía que ya no teníamos nada que hacer y comenzar un campeonato del mundo con un empate no era tan grave, ni era un mal partido. Incluso algún jugador, que no es tu caso que tienes un liderazgo más silencioso, más de mirar, no de un jugador que da muchas voces…, pero recuerdo hasta unas palabras de un jugador, me parece que fue Iker Casillas, cuando íbamos a salir ya al campo otra vez después de haber hecho la charla, incidiendo en que no se había perdido nada [España perdió 1-5].

I. Sí, íbamos empate y parecía que ya íbamos perdiendo.

D. B. También fue duro el día de Chile [derrota por 2-0], que nos dejaba sin posibilidad de nada. Sin embargo, los días siguientes hasta el tercer partido contra Australia fueron tres días muy malos y muy buenos. Y digo muy buenos porque cuando se pierde es cuando se aprende. Yo pude tomar decisiones equivocadas, pero salimos como un equipo que jugó hasta el último minuto del campeonato del mundo como debía ser, a pesar del mal momento que habíamos pasado.

I. Sí, fue una sensación extraña. Incluso contra Chile si hubiéramos ganado hubiera habido alguna esperanza. Pero sí, es verdad que daba la sensación de que en ese descanso contra Holanda habíamos quedado abatidos.

D. B. Sin embargo, la sensación del día de Suiza en Sudáfrica no fue la misma a pesar de la derrota [1-0]. Algunos de vosotros me dijisteis que no habíamos jugado tan mal y en la charla del siguiente partido contra Honduras dije algo como que si ganábamos los seis siguientes partidos seríamos campeones del mundo. Lo dije con un cierto tono irónico, como que no era un reto inaccesible, y al final resultó cierto, pero también fue un momento duro ese de Suiza. Fue un castigo.

I. Fue duro por todo. Por el partido, porque seguramente si juegas así 10 partidos se ganan nueve, y luego también porque te obliga a no fallar. Hay que acordarse del partido de Chile…

D. B. Del silencio en el autobús camino del campo. No hablaba nadie, nadie. Increíble.

I. Se podía cortar la tensión.

D. B. Y nos sucedió algo que no nos había sucedido ni nos volverá a suceder nunca, que era que el entrenador contrario [Bielsa] mandó a los jugadores contrarios que no nos atacaran, les venía bien el 2-1. Nunca me había ocurrido algo parecido. Iban perdiendo…

I. Ellos se conformaban con pasar segundos. Les iba bien. Bueno, nos fue bien a los dos.

D. B. El recuerdo de tus 12 años ha sido bueno al margen del amargor de Rusia, del último momento, pero aquello creo que te lo tienes que tomar con cierta…

I. Sí, aquello me duró lo que me tuvo que durar, al final no te puedes quedar con un momento…

D. B. Quien toma decisiones se equivoca. Personalmente he tenido simpatías, pero no he tenido animadversión contra nadie. Si tienes animosidad contra alguien, no lo llevas, para qué vas a llevar a alguien incómodo. Como entrenadores tuvimos un momento muy duro cuando no volvimos a llevar a Senna. Era un chico que había enganchado bien con vosotros, muy querido por todos. Pero claro, para que florezca uno, tenemos que quitar a otro.

I. Sí, estuvo el primer año previo al Mundial. Y en ese momento floreció Busi. Los entrenadores tenéis que tomar esas decisiones.

D. B. Así es la vida, hasta Xabi Alonso, que no jugaba mucho, no era titular del todo, pero creo que hicimos una pareja, un sostén, muy importante con Busi. Tenían conciencia de equipo, de defender, de construir y de atacar.

I. El equilibrio que daban era importante. Teníamos un equipo muy compacto.

“Disfruté como un niño el día a día”

La conversación transcurre fluida. Del Bosque intenta recuperar los recuerdos que vivieron juntos. Intenta tocar todos los asuntos con tacto, sin poner demasiado énfasis en determinadas situaciones, pero intentando averiguar qué secretos se llevó dentro Iniesta de su convivencia de seis años.

Le interesaba saber si en el Iniesta futbolista y el Andrés persona se había quedado algo dentro que él tuviera que saber. La charla va camino del minuto 90 cuando le pregunta directamente si tiene algo que decirle que no se haya atrevido a insinuarle nunca. Después de calificar como buena, desde su punto de vista la convivencia, de esa media docena de años y de recordar que un entrenador debe procurar que las relaciones humanas se establezcan y se desarrollen lo mejor posible y el grupo se convierta en un equipo, dispara.

Andrés sonríe. No se lo esperaba. “¿Qué le voy a decir? ¿Qué te voy a decir? Que lo disfruté como un niño. Para un jugador ir a la selección y vivir lo que viví fue mágico y lo recordaré siempre. No solo el título, sino también el día a día, la convivencia que teníamos…”.

Vicente reconoce: “Estar concentrado tanto es duro, pero siempre tuvimos el pensamiento de que no nos podíamos exceder. Yo nunca he entrado en la habitación de un jugador. No conozco ninguna. Es bueno dar a los jugadores su independencia y tampoco atosigarle con demasiadas monsergas”. Andrés asiente con la cabeza. “El jugador sabe hasta dónde puede llegar y no puede llegar y ese respeto siempre ha existido en la selección y creo que es la clave siempre”. A Vicente le sale su vena más entrañable. “Los vestuarios son extraordinarios y todos los que hemos jugado al fútbol nos hemos criado en ese ambiente, no digo que forme mucho pero sí que te da una percepción de la vida importante”. “Es un aprendizaje…”, sentencia el futbolista.

En vídeo, la conversación entre Vicente del Bosque y Andrés Iniesta.Vídeo: Gianluca Battista / Massimiliano Minocri

“Nunca tuve como objetivo el récord de partidos”

Iniesta disputó 131 partidos con la selección (96 victorias, 20 empates y 15 derrotas), 14 goles y 22 pases de gol. Más de la mitad de los encuentros, 84, fueron con Del Bosque en el banquillo. En plena conversación, el exseleccionador se detiene en varias ocasiones en esas estadísticas que alumbran la carrera de su pupilo y tiene anotadas en su chuleta ilustrada.

“Has jugado 131, que son muchos, pero se me hacen pocos para tantos años. Podías haber llegado a los 150. A todos los jugadores os gusta jugar cuantos más mejor y el número 100 casi siempre es una meta, pero no recuerdo que tuvieras un espíritu especial por acumular partidos como otros, ni tampoco que tuvieras el objetivo de un récord especial”.

Iniesta ratifica la impresión del que fuera su técnico. “No, yo no tenía el objetivo del récord de partidos. Llegar a 100 es una cifra muy bonita de ver, pero más importante son los años. Estar siempre a un nivel alto para ser llamado siempre. Me he perdido algunos partidos por lesión, como todos, pero es lo normal en una carrera”.

Sin embargo lo que llama la atención en esos datos puros y duros es que Iniesta, cuarto jugador con más internacionalidades, por detrás de Sergio Ramos (170), Iker Casillas (167) y Xavi 133, sea el segundo con más sustituciones: 58, una menos que Silva. Entre mayo de 2012 y junio de 2014 jugó 36 encuentros seguidos.

Cuando acaba la charla, Del Bosque tiene la sensación de que algo se ha quedado en el limbo del olvido. “Podríamos haber hablado de muchas cosas más, pero se trataba de recordar nuestras experiencias en la selección, sobre todo las suyas. ¿Que no hemos hablado del Balón de Oro? Su Balón de Oro es el reconocimiento que tiene de todos por su gran carrera”. Iniesta sonríe por enésima vez con esa timidez cotidiana que le acompaña.


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