La Unión Europea es su propio granero. Compra trigo y maíz a Ucrania, sí. Pero cuando se ven las cifras totales de comercio de cereales de Los Veintisiete con el resto del mundo, el saldo es sobradamente positivo. Las previsiones de la Comisión Europea apuntan a que las exportaciones superarán en 30 millones de toneladas a las importaciones en la temporada 2021-2022, una cifra que llegará a los 40 millones en la siguiente. La invasión rusa de su vecino del suroeste ha agravado la crisis alimentaria en todo el mundo, porque el país invadido sí que es el gran exportador de cereales del mundo. Pero en la UE la consecuencia principal no será tanto la escasez de alimentos como un importante aumento de precios.
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Desde que ha comenzado la guerra, la cotización de los cereales se ha disparado en prácticamente todos los mercados que sirven de referencia en la UE. Antes de que la agresión rusa comenzara ya aumentaban los precios, pero después, la subida se ha convertido en un salto grande. En Rotterdam, en enero y febrero, la tonelada de trigo se pagaba a unos 270 euros; a mitad de abril, el precio era de 404 euros; en Valladolid bordeaba los 300 euros, después alcanzó los 362; y en Hamburgo (Alemania) y Ruán (Francia) la escalada ha sido de 300 euros a 392.
Con todos estos datos, la primera conclusión en el conjunto de la UE parece clara. El principal quebradero de cabeza será el aumento de precios, otra causa que se sumará al gas y los combustibles, con una inflación desbocada en el último año hasta alcanzar el 7,5% en la zona euro. Hay otra: es el momento en que los defensores de la Política Agraria Común (PAC) saquen pecho. Es fácil encontrar ataques a la PAC por ser la principal partida de gasto del club comunitario, casi 60.000 millones en 2019, para apoyar a los agricultores en una actividad con problemas de rentabilidad en muchas ocasiones. Ahora, en cambio, Europa tiene un colchón que le permite sortear la crisis alimentaria, aunque no sin problemas (Ucrania representa el 50% de todo el aceite de girasol que se exporta en el mundo).
“La disponibilidad de alimentos no está actualmente en juego en la UE, ya que el continente es en gran medida autosuficiente para muchos productos agropecuarios. Sin embargo, nuestro sector agropecuario es un importador neto de algunos productos, por ejemplo, las proteínas para piensos. Esta vulnerabilidad, junto con los elevados costes de insumos como los fertilizantes y la energía procedentes de fuentes fósiles, está provocando problemas de producción para los agricultores y los ganaderos y corre el riesgo de hacer subir los precios de los alimentos”, resumían el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, y el comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, al presentar medidas de apoyo a los agricultores ya con la guerra en Ucrania iniciada.
En este plan también se planteaban medidas para amortiguar el impacto en la crisis alimentaria mundial que puede suponer el conflicto. Y, como continuación a este objetivo, este mismo jueves la Comisión Europea ha informado de que plantea la urgencia de sacar el grano que hay en Ucrania. Este país vende fuera de sus fronteras el 75% de lo que produce, pero ahora lo tiene atascado debido al bloqueo ruso a los puertos del mar Negro.
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Las alternativas que se están barajando para facilitar la salida son los trenes y los canales fluviales, aunque ninguna es fácil, especialmente la primera. ¿Por qué? Por un problema muy conocido en España, el ancho de vía ucranio es mayor que el del resto del continente, y eso provoca que la carga tenga que cambiarse de vagón o que se necesiten unos que puedan adaptarse a los dos anchos. “Miles de vagones están esperando en las fronteras con los Estados miembros y todavía más grano está listo en los silos para la exportación”, subraya el documento de la Comisión.
La otra opción para salvar el bloqueo, el transporte a través de los canales, es, según el plan presentado por Dombrovskis y Wojciechowski “muy insuficiente y no está adaptada para operar con volúmenes de carga tan sustanciales”. Las soluciones planteadas van desde agilizar los trámites burocráticos hasta una llamada a “los actores del mercado en la UE” para que pongan a disposición de esta tarea equipamiento, vehículos, material rodante, barcos y barcazas, pasando por establecer plataformas de coordinación.
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