La UE convierte en prioritaria la seguridad en la frontera sur del Mediterráneo


La cumbre europea que concluyó este viernes tras dos días de reuniones señaló la frontera sur como una de las prioridades de la política de vecindad y seguridad de la Unión Europea. La decisión, defendida con ahínco por España, busca reorientar hacia el Mediterráneo parte de la atención del club comunitario europeo, centrado en los últimos años en sus confines orientales y en los roces con Rusia. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, defendió la necesidad de que “los Veintisiete vuelvan a mirar al Mediterráneo”.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, señaló al término de la cumbre que la UE se propone intensificar la relación con los vecinos del sur (desde Marruecos a Egipto, pasando por Siria y Líbano) y establecer una colaboración mucho más estrecha en asuntos como “el fortalecimiento y la resistencia de la economía y de las sociedades”, además de “preservar la seguridad, afrontar el desafío de la movilidad y la migración, y ofrecer una perspectiva de futuro a las personas que viven en las dos orillas del Mediterráneo”.

La cuestión de la defensa centró buena parte de la jornada de este viernes, en la que se reafirmó la voluntad de impulsar la autonomía europea en este ámbito y aumentar el gasto militar, pero manteniendo una estrecha colaboración con la OTAN. Prueba de ello fue la intervención del secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, que dio la bienvenida al “fuerte mensaje de la nueva Administración de Biden de reconstruir alianzas, de fortalecer el vínculo transatlántico”.

Los Veintisiete respaldaron la aplicación de la agenda propuesta por el alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, en una comunicación sobre la vecindad sur en la que se califica como “imperativo estratégico” la necesidad de revitalizar la relación con la orilla meridional del Mediterráneo. El plan comunitario llega cuando se acaban de cumplir, en 2020, 25 años del llamado Proceso de Barcelona, uno de los intentos escasamente exitosos de estrechar lazos con la vecindad sur de la UE. El proceso se reconvirtió en 2007 en la Unión por el Mediterráneo, una asociación multilateral que ha intentado potenciar la integración y cohesión regional. La renovada estrategia europea parte de un sombrío panorama en una región donde hay conflictos enquistados, desplazamientos de población, crisis económica y social y choques geopolíticos entre potencias. Los problemas provocados en la zona por la falta de seguridad, la crisis climática y medioambiental o la fragilidad del Estado de derecho alimentan un éxodo que deja centenares de muertos y desaparecidos cada año en el Mediterráneo.

Capítulo migratorio

El capítulo migratorio del plan ofrece el establecimiento de un sistema efectivo de gestión de los flujos y de las peticiones de asilo, con apoyo específico a las poblaciones desplazadas. Pero reclama a cambio mayor cooperación en los países de origen y tránsito para la devolución de personas que han entrado en territorio comunitario de manera ilegal y no tienen derecho al asilo. Como incentivo, la UE asegura que desarrollará vías de entrada legales con un programa de atracción de talento.

“Demasiadas personas arriesgan sus vidas intentando entrar de manera irregular en la UE, lo cual alimenta una industria criminal de traficantes y desestabiliza a las comunidades locales”, lamenta el documento de Borrell, aprobado por la Comisión Europea a principios de este mes.

La apuesta de Bruselas es contrarrestar esas tendencias “espoleando una recuperación socioeconómica” en cuya financiación deberían participar el Banco Europeo de Inversiones, el Banco Europeo de Cooperación y Desarrollo, el Banco Mundial y el FMI.

La propia Comisión Europea espera destinar a la zona 7.000 millones de euros de inversión con cargo al nuevo marco financiero plurianual de la UE (los presupuestos para 2021-2027), todavía pendiente de ponerse en marcha. Bruselas calcula que esa partida permitirá movilizar hasta 30.000 millones de inversión pública y privada.

La Unión también ve imprescindible contribuir a la pacificación de las zonas en conflicto, en especial en Siria, Libia o la paz en Oriente Próximo. La cooperación, según Bruselas, también es clave para combatir fenómenos como el terrorismo o el extremismo.


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