Los líderes de la Unión Europea han reconocido este jueves que el destino de Ucrania se encuentra unido al del bloque comunitario. Los Veintisiete han decidido en una cumbre en Bruselas dar la mayor muestra de apoyo al vecino del Este al concederle el estatus de país candidato a la adhesión a la UE. El gesto está cargado de simbolismo hacia un Estado roto por la guerra desde la invasión orquestada por Rusia hace exactamente 120 días, y supone el pistoletazo de salida de un larguísimo y complejo proceso hasta convertirse en un miembro de pleno derecho de la familia de la Unión. Moldavia, que ha seguido la estela abierta por Kiev al poco de que arrancara la contienda, ha obtenido también el mismo reconocimiento.
“Acuerdo. El Consejo Europeo acaba de decidir el estatus de candidato a la UE para Ucrania y Moldavia”, ha anunciado el presidente del Consejo, Charles Michel, a través de las redes sociales. “Un momento histórico. Hoy se da un paso crucial en su camino hacia la UE”, ha añadido. “Nuestro futuro es estar juntos”.
La UE recoge así el guante de la Comisión Europea, que recomendó dar el paso hace una semana, pero bajo la exigencia de que Kiev emprenda reformas de calado en campos que van de la independencia del poder judicial a la lucha contra el control económico de los oligarcas y la corrupción en el país.
El texto de conclusiones adoptado este jueves por los jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo Europeo una meditada fórmula escrita pactada por los líderes y que sirve para marcar el rumbo político de la Unión, reclama a la Comisión Europea que vaya informando de los progresos de Ucrania. “El Consejo decidirá los pasos a seguir una vez que se cumplan todas estas condiciones”, añade el borrador del texto al que ha tenido acceso . Georgia, que también reclamó su candidatura al poco de iniciarse la invasión, se descuelga del grupo: se le reconoce una perspectiva europea, pero la UE solo decidirá sobre su caso una vez se haga cargo de una lista de condicionantes.
De adherirse, algo que puede llevar años (Turquía fue tocada con esta misma varita hace más de dos décadas, en el ya lejano diciembre de 1999), Ucrania sería el país más grande por superficie de la Unión, una verdadera potencia agrícola, aunque severamente afectada en estos momentos por la invasión rusa. Y sumaría al bloque 44 millones de habitantes, según el censo previo a la guerra.
El camino puede ser muy largo, Kiev aún tiene que completar muchos hitos para iniciar siquiera la negociación para sumarse al club, pero para Ucrania, que consagró hace años su giro hacia Occidente y donde la mayoría de la población es europeísta, según las encuestas, es un paso simbólico y de respaldo.
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La decisión de los líderes de los Veintisiete supone también un “gesto de confianza” hacia Ucrania, ha recalcado Vsevolod Chentsov, embajador ucranio ante la UE; un guiño de que puede acometer las reformas que se le piden y de que va por buen camino.
Kiev, sin embargo, reitera que necesita más armas para resistir la agresión rusa y fuentes del Gabinete de Volodímir Zelenski —que ha estado dos días embarcado en una maratón de llamadas telefónicas con sus homólogos de la UE para hacer fuerza hacia la candidatura— deslizan que los 9.000 millones de euros que Bruselas prevé desbloquear como nueva asistencia macrofinanciera a Ucrania es una cantidad mucho menor a sus necesidades. El director del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer, ha estimado en 1 billón de euros la cantidad que Ucrania necesita para reparar los daños causados por la invasión rusa.
Con la guerra muy focalizada en Donbás, en una batalla cada vez más sangrienta, para el Gobierno de Zelenski es importante también empezar a pavimentar cuanto antes el camino de las reformas requeridas en materia de justicia, lucha anticorrupción y buena gobernanza. Ante una guerra que podría estancarse y prolongarse, el líder ucranio, símbolo hacia el exterior de la resistencia ante la agresión rusa, podría resultar tocado si llega el cansancio y el hastío. La candidatura y el trabajo para cumplir con las reformas le da fuelle.
El debate en Bruselas no ha sido fácil. Países como Austria, que hasta hace poco se habían mostrado contrarios a la candidatura de Ucrania, han reconsiderado y revertido sus reticencias, pero han reclamado a cambio una mención expresa a los países de los Balcanes Occidentales. Los líderes de esta región han protagonizado una tensa mañana en Bruselas: tras un encuentro con los Veintisiete que ha servido de entrante a la cumbre, los líderes de Albania, Macedonia del Norte y Serbia han mostrado su enfado ante un proceso de adhesión que lleva años estancado, mientras ven cómo Ucrania y Moldavia se acercan al club por la vía rápida. Viena, por ejemplo, quiere “que la mirada de la UE no se dirija solo al Este pasando por alto los Balcanes”, explica una fuente diplomática al tanto de las discusiones.
En enero, antes de la invasión, la candidatura de Ucrania parecía muy lejana. Sin embargo, para Kiev ha sido una cuestión de supervivencia. Pocos días después de que Putin lanzase la guerra a gran escala, el presidente Zelenski presentó la solicitud. Y desde ahí, aunque entre bambalinas se ha encontrado con las reticencias de países más cercanos a Moscú —como Hungría— y con las de otros que querían condiciones y requisitos más claros, todo ha ido rodado para el líder ucranio. Darle el estatus de candidato al país asolado por la guerra y en el que la invasión ordenada por Putin sigue causando estragos, ha repetido una y otra vez Zelenski sobre el paso histórico, significa que la UE atiende al “anhelo de la ciudadanía ucrania de ser parte de la familia europea”.
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