La Unión Europea abre un debate ciudadano para definir su futuro

La Unión Europea ha puesto en marcha este domingo el mayor ejercicio de participación ciudadana y reflexión política de su toda su historia. La Conferencia sobre el futuro de Europa ha sido oficialmente inaugurada en Estrasburgo. Se inician así 12 meses de debates por todo el continente que alimentarán el trabajo de un Plenario compuesto por 376 personas entre parlamentarios europeos y nacionales, representantes de las instituciones europeas y de los gobiernos nacionales, de patronales y sindicatos, y ciudadanos de a pie (de los que un tercio debe ser menor de 25 años).

Un Comité ejecutivo se encargará de presentar el informe final, que recogerá el desenlace de la esperada batalla entre los partidarios de una gran transformación de la UE para profundizar su carácter federal y quienes considera que la grave crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia desaconseja embarcar a los 27 Estados miembro en un proceso político de imprevisibles ramificaciones.

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La apertura de la Conferencia ha tenido lugar en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, con presencia el presidente francés, Emmanuel Macron, los líderes de las instituciones comunitarias, eurodiputados, autoridades nacionales y 27 estudiantes que participan en el programa de becas Erasmus. El carácter híbrido del acto, impuesto por las limitaciones sanitarias de la pandemia, se ha completado con la conexión de 300 ciudadanos por vía telemática.

Macron ha señalado en el acto inaugural que la Conferencia “será un ejercicio inédito”. Y ha pedido que “tras un año de debate abierto a todos los ciudadanos”, las instituciones recojan el fruto de este intercambio de ideas “para reformar Europa”. Macron ha sido uno de los inspiradores de la iniciativa y la fuerza que, junto al Parlamento Europeo, ha logrado sacarla adelante a pesar de la pandemia de covid-19 que azota Europa.

El coronavirus obligó a retrasar la apertura de la Conferencia, que inicialmente estaba prevista para el 9 de mayo del año pasado, coincidiendo con el 70 aniversario de la Declaración de Schuman que sentó las bases para el nacimiento de la UE. Finalmente, se ha puesto en marcha en el 71 aniversario a pesar de que varias capitales eran partidarias de cancelarla definitivamente y esperar a que la covid-19 dé un respiro a unas opiniones públicas que, además de encajar la muerte hasta ahora de 700.000 europeos, han soportado durante meses enormes restricciones sociales, la suspensión de libertades fundamentales y el impacto de la mayor crisis económica desde la II Guerra Mundial.

Solidaridad y democracia

Macron cree que, precisamente, la renovación de Europa es ahora más urgente y necesaria que nunca porque la pandemia ha revelado los puntos fuertes y débiles del club comunitario. “En esta crisis ha sido el modelo europeo el que se ha reafirmado”, ha asegurado el presidente francés, un modelo que ve anclado en la solidaridad y la democracia. Macron ha recordado que “en otros continentes han tenido que sacrificar muchas vidas para salvar la economía porque no podían permitirse otra cosa”. Pero el presidente francés advierte que para mantener la confianza de los ciudadanos la UE debe aprender a reaccionar “con más rapidez y más fuerza”.

Incluso apertura de la Conferencia ha estado precedida por una larga y procelosa batalla muy bruselense, con las tres instituciones involucradas (Parlamento Europeo, Comisión Europea y Consejo de la UE) frontalmente enfrentadas por asumir el liderazgo y la gestión del nuevo foro. La solución ha seguido el mismo estilo: una presidencia tripartita y paritaria en la que al final de los debates (dentro de un año) se repetirá, con toda probabilidad, la misma batalla en torno al alcance y ambición de la declaración final.

“Debemos ser honestos y admitir que la Conferencia no será la panacea ni la solución a todos los problemas”, ha avisado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Fuentes parlamentarias perciben una clara falta de entusiasmo en la Comisión por una Conferencia en la que no puede llevar la voz cantante y que podría desencadenar unas reformas imprevisibles y potencialmente favorables al Parlamento Europeo en el frágil equilibrio institucional de la UE.

El presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, ya ha subrayado que “debemos reflexionar sobre cómo reforzar la capacidad y la centralidad del Parlamento Europeo, especialmente en lo que respecta a su poder de iniciativa”. La Comisión disfruta ahora prácticamente en exclusiva de ese poder, crucial para decidir qué proyectos legislativos se ponen en marcha y cuáles no. “No debemos tener tabúes”, ha pedido Sassoli.

Ejército europeo

La Conferencia estará comandada por un comité ejecutivo co-presidido por el eurodiputado Guy Verhofstadt; la vicepresidenta de la Comisión, Dubravka Suica; y un representante de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, que este semestre será la secretaria de Estado portuguesa, Ana Paula Zacarias. En el Comité se sientan los eurodiputados Manfred Weber e Iratxe García, respectivamente presidentes del grupo Popular y de Socialistas & Demócratas; los representantes de las dos próximas presidencias rotatorias del Consejo (Eslovenia y Francia); y dos vicepresidentes de la Comisión Europea. El Comité se completa con miembros observadores (con voz, pero sin voto) entre los que se encuentra España por parte del Consejo.

El alambicado reparto de sillas es el resultado de una larga negociación en la que el principal objetivo de la mayoría de los Gobiernos era evitar que Verhofstadt, el candidato del Parlamento a presidir la Conferencia, se hiciera con ese puesto. Las capitales temen el empuje federalista del eurodiputado belga, que ya fue en 2001, cuando era primer ministro de su país, el inspirador de la Declaración de Laeken. Aquel texto desencadenó un proceso constitucional, vía una Convención y una conferencia intergubernamental, que desembocó en el primer proyecto de Constitución europea.

La ratificación de aquel ambicioso proyecto se estrelló en las consultas de Francia y Países Bajos, donde ganó el no al referéndum. Aquel traumático descarrilamiento aún no se ha olvidado y muchos gobiernos temían que Verhofstadt intentase poner en marcha de nuevo un proceso similar.

El belga ya ha mostrado durante el acto inaugural en Estrasburgo que sigue igual de combativo. Y en su primera intervención, a pregunta de una ciudadana sobre el sector cultural, ha defendido que podría pasar a ser una competencia europea y ha propuesto que los billetes de euro se ilustren con monumentos europeos (y no con imágenes ficticias para no rozar las sensibilidades nacionales) o que los deportistas de la UE participen como un solo equipo en los Juegos Olímpicos o que, al menos, luzcan la bandera azul con doce estrellas amarillas junto a la bandera nacional. “Las pequeñas cosas cuentan”, ha subrayado Verhofstadt. Y las grandes. El eurodiputado dice “soñar con la formación de un ejército europeo”. Sus intervenciones ya han provocado en el hemiciclo cabeceos a favor y en contra de sus propuestas.

El sentir ciudadano

Pero el objetivo de la Conferencia no es convertirse en un foro de debate parlamentario, sino recoger el sentir de la ciudadanía para intentar después trasladarlo a una posible reforma de la UE. Con ese fin se constituirán paneles con 200 ciudadanos, garantizando que siempre haya al menos un hombre y una mujer de cada uno de los 27 países de la UE.

La selección se hará respetando la diversidad de la UE en términos de origen geográfico, edad, situación socioeconómica y nivel educativo, según las normas pactadas por las tres instituciones europeas. Esas normas señalan también al menos un tercio de los miembros deberán ser de una edad comprendida entre los 16 y los 25 años.

Además de esos paneles, la Conferencia tiene ya activada una plataforma digital y multilingüe donde cualquier ciudadano que se registre puede participar en los debates en marcha o, incluso, organizar su propio debate o acto de deliberación. “Por favor, dígannos cuáles son los principales desafíos que perciben”, anima Ana Paula Zacarias, copresidente del Comité de la Conferencia.

Las propuestas se trasladarán para ser debatidas en el Plenario de la Conferencia, donde se sientan 108 eurodiputados, 108 diputados nacionales, 80 representantes de los paneles ciudadanos, el presidente del Foro europeo juvenil, 27 representantes de los actos celebrados a nivel nacional, 18 miembros del Comité de las Regiones, 18 miembros del Comité Económico y Social, ocho representantes de los agentes sociales y otros ocho de la sociedad civil. Las conclusiones del Plenario pasarán al Comité.


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